Crónicas Afirmativas

“Somos como ríos, siempre estamos en movimiento”.

30 de mayo de 2021. A 97 kilómetros de Florencia, Caquetá, queda el municipio de Puerto Rico, territorio en el que habitan 33 mil habitantes, caracterizado por su fauna, flora y una selva que late en medio de una zona que ha vivido históricamente la violencia. Allí en medio de la intensidad del verde, de una fauna diversa y de habitantes pertenecientes a diferentes etnias indígenas vive Meira Jarawi[i].

Meira tiene el cabello liso y negro. Los ojos profundos y suele vestir faldas y vestidos de colores llamativos como naranja y azul rey. Ella es una mujer trans indígena que creció en Puerto Rico, zona del país que es conocida a nivel nacional por hechos de violencia que sacudieron la memoria colectiva de los colombianos y colombianas. Cuando habla de su tierra se le quiebra la voz y se conmueve, especialmente porque en sus venas, su piel y su historia ancestral converge una historia de resistencia que transgrede el sistema patriarcal que impera en las poblaciones indígenas.

Meira y su familia son visibles en el territorio, en especial por el trabajo como funcionario público de su padre y el que ahora ella lidera como activista cultural en su región. Desde los 12 años supo que las imposiciones sociales relacionadas con su manera de vestir y comportarse la incomodaban, pues la hacían sentír desarraigada y fuera de lugar. Fue así como decidió abrazar sus sentimientos y autenticidad siendo una mujer trans y eligiendo colores vistosos en coherencia con su identidad.

Su mamá respetó y acogió su sentir, mientras que su papá no. Fue él quien desde niña rechazó su identidad de género, mostrándole desde su trato hostil que el mundo no estaba preparado para su transgresión y que por ende sólo recibiría chistes y humillaciones por ir contra la corriente.

Para Meira ser una mujer trans indígena refiere a tener una serie de palabras que son sinónimo de lucha y resiliencia. Está muy orgullosa de su etnia y reconoce que históricamente las poblaciones indígenas han sido marginadas por el colonialismo sustentado en una sociedad excluyente con una supremacía blanca y heterosexual. En ese orden de ideas, Meira es una transgresora tanto para la ancestralidad de su tribu como para la sociedad binaria y heteronormada en la que vive.

Si bien es cierto las poblaciones indígenas en Colombia aún continúan siendo vulnerables ante la violencia desmedida por parte de los actores armados y les ha tocado luchar para tener espacios de participación política y que sus derechos en temas de salud, vivienda y educación sean respetados y validados. Meira comprende que ser una mujer trans visible para tu comunidad y para las demás personas que habitan su territorio implica una deconstrucción de sistema de creencias para el cual no todo el mundo está preparado.

Por ejemplo, ancestralmente el pueblo Mapuche[ii] en Chile tiene una palabra que los hombres y mujeres trans de este pueblo indígena latinoamericano resignificaron. Esta palabra es epupillan que traduce dos espíritus, para muchos de las y los mapuches ser epupillán no es una identidad de género, si no una experiencia, en ese orden esta categoría de análisis es mucho mas que eso, para los activistas, líderes y lideresas epupillan explica el espectro de otro espíritu y que algunos y algunas poéticamente se describen diciendo: “somos como ríos, siempre estamos en movimiento”. En este mismo sentido, la experiencia de Meira, aunque se nombra desde lo trans, tiene otras significaciones como lo que ocurre con esta etnia chilena y que la hace sentir diferente dentro de su comunidad y las vidas que ha conocido de otras personas sexo-género diversas en territorios urbanos de Colombia.

Pero el rechazo que ella ha recibido no solo vino de su padre o de los imaginarios sociales de su etnia si no también de los grupos armados presentes en el Caquetá, ya que ha sido desplazada forzosamente en dos ocasiones. Unos cabecillas de las FARC le enviaron un panfleto en el que le exigían abandonar el municipio y solo le daban 24 horas para hacerlo. En ese tiempo la discriminación no sólo provenía de actores armados si no también de la sociedad “por ser homosexual, gay, ser lesbiana no se podía entrar a las veredas porque era un delito y usted no volvía a salir de ahí”, así lo describe Meira, que cuenta como muchas personas LGBT tenían miedo de movilizarse y de ingresar a ciertas veredas porque sabían que no volverían a salir, al menos no con vida.

Una de las razones por las cuales el departamento del Caquetá fue epicentro para la proliferación de actores armados entre las FARC-EP y Paramilitares fueron las vacunas que cobraban a los terratenientes, como también la riqueza agrícola y ganadera del territorio, pero esas ansias de poder hicieron que se presentaran graves situaciones de violencia que se convirtieron en hechos mediáticos en esta parte del suroccidente colombiano. Varios de estos hechos se trataban de asesinatos a concejales, masacres y el asesinato de una lideresa social que fue acribillada en esos años. Por está razón las personas de Puerto Rico vivían con temor y aún siguen ocurriendo situaciones de violencia donde ha muerto gran parte de la población por causa de la guerra.

Meira Jarawi no consideró denunciar las amenazas que recibió en ambas ocasiones, la razón: para la institucionalidad en su territorio las personas LGBT no existen. La situación ha cambiado un poco con las nuevas legislaciones y políticas públicas en materia de derechos humanos para personas con una orientación sexual, identidad o expresión de género diversa. No obstante, el personal de las entidades solía burlarse y criticarlos a ellos y a ellas cuando se acercaban a hacer cualquier tipo de diligencia. Desafortunadamente Meira sigue siendo víctima de estas acciones discriminatorias, recuerda que estando en la alcaldía un funcionario se le acercó y le dijo a manera de insulto y censura que si no le daba vergüenza su identidad de género. Ella lo miró a los ojos y le respondió muy segura de su esencia y le dijo: “¿A mí por qué me tiene que dar pena de lo que yo soy?  Cada quien es libre de hacer con su vida lo que quiera y demostrar lo que siente”.

Meira irradia una fuerza ancestral cuando habla, especialmente cuando lo hace con firmeza y convencida de sus principios y creencias. Su empoderamiento y entereza le han permitido encarar violencias por ser mujer, por ser trans y por ser indígena, porque también le duele su gente y su tierra. Describe muy conmovida como los cuerpos de las mujeres durante los años del conflicto armado han sido territorios de guerra, ya que es que los actores armados legales e ilegales las atacaron por motivos relacionados con su género y el control de sus cuerpos en todo el país y en diferentes momentos.

Ella fue desterrada de su territorio por su identidad de género y llegó a Bogotá, una gran ciudad en dónde esos primeros años vivió con temor, con la paranoia en que cualquier momento le iban a hacer daño, dejándola así con un trauma en el que contemplaba todos los posibles escenarios y tenía pensamientos catastróficos con frecuencia. De ahí que fuese necesario un acompañamiento psicosocial para poder enfrentar las consecuencias que dejaron dichas amenazas en su salud mental.

En el informe “Entre silencios y palabras: conflicto armado, construcción de paz y diversidad sexual y de género en Colombia”[iii] que CARIBE AFIRMATIVO presentó ante la Comisión de la Verdad entre los impactos psicosociales que viven las personas LGBT y puntalmente los hombres y mujeres trans tiene que ver con la detención de sus procesos de tránsito, especialmente porque los maltratos, abusos y traumas en muchas ocasiones generan síntomas de estrés postraumático, depresión y pensamientos autodestructivos, como el caso de Meira que en su exilio en varias ocasiones sintió el deseo de acabar con su vida.

El machismo arraigado en Puerto Rico también favoreció el señalamiento y desaparición forzada de personas LGBT en su territorio. Meira cuenta que hubo una mujer trans y un hombre con liderazgos LGBT en el municipio y que fueron las primeras personas en salir del armario y hacer activismos visibles en la comunidad, situación que los puso en riesgo y se cree que las FARC fueron los autores de su desaparición.

En cuanto a sus proyectos de vida, Meira Jarawi soñaba con estudiar comunicación social, sin embargo, el conflicto armado, las amenazas y agresiones que ha vivido con motivo de su identidad de género detuvieron estas aspiraciones. Ahora es auxiliar en enfermería y quiere concentrarse de lleno en ser una profesional en salud, aunque el deseo de ser comunicadora social todavía esta ahí.

Antes de vivir las crueldades del conflicto armado interno en Puerto Rico Meira salía a la calle con frecuencia y compartía hasta tarde con sus amigos, pero cuando comenzó su transición las personas a su alrededor se dirigían a ella despectivamente, con insultos, humillaciones y en alguna ocasión alcanzaron a lanzarle piedras. Sin embargo, en el año 2016 paso algo muy bonito que Meira recuerda emocionada, la administración municipal la apoyó a ella y a las demás personas LGBT del municipio en la participación de un encuentro cultural que hubo en Cartagena del Chaira, que les permitió mostrar su arte, activismo y talentos sin miedo a ser juzgadas por la comunidad.

Meira Jarawi tiene muy claro que la pedagogía aplicada con un enfoque diferencial y de género es la respuesta idónea para sanar las heridas que dejó el conflicto, ya que muchas de ellas no han podido cicatrizar por limitaciones en acceso a la justicia y el desconocimiento de los derechos humanos. Así pues, para ella es vital que las comunidades indígenas como la población LGBT no dejen de capacitarse en rutas de atención, derechos humanos en donde se reconozca desde la educación que existen las diversidades sexuales y que eliminarlas u ocultarlas es un delito y una violación a los derechos de las personas.

Para ella la educación es la única manera de erradicar la discriminación contra las personas LGBT, ejecutando las políticas públicas y dejando de archivarlas en las oficinas a que se llenen de tierra esperando a ser transformaciones tangibles en las comunidades. También cree fervientemente que la sociedad ha deshumanizado a las personas con orientaciones sexuales, identidades o expresiones de género diversas, por eso es pertinente que el Estado garantice sus derechos humanos para que tanto ellos como ellas puedan construir proyectos de vida sin miedo a ser juzgados, violentados y vulnerados por quienes son y a quién deciden amar.

[i] Nombre cambiado por seguridad de la persona.

[ii] Tomado de https://digitalcollections.sit.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=3919&context=isp_collection

 

[iii] Tomado de https://caribeafirmativo.lgbt/wp-content/uploads/2021/03/Informe-Entre-silencios-y-palabras-Caribe-Afirmativo-.pdf