Por: Johana Calderon, trabajadora social en Caribe Afirmativo 

26 de abril de 2021: Para mí la visibilidad lésbica o como yo me enuncio: marica lesbocentrada, empieza por la visibilidad en primera persona; en la intimidad de intentar comprender este amor disruptivo que me atraviesa desde la infancia. Mi reconocimiento como lesbiana no dista del reconocimiento que habitar este mundo siendo niña me ubicada en un lugar diferente del que estaba mi hermano, pues, desde la niñez veía, sentía y vivía una sociedad atroz y amenazante para las mujeres.

La visibilidad empieza desde la soledad y la rabia. La soledad de saber que para ese momento éramos mares en el mundo, pero que yo me sentía y estaba sola en la construcción de mi subjetividad marica. Empecé a utilizar una discreta manilla de los colores del arcoíris, comprada casi a hurtadillas, esperando que de alguna mágica manera ese pequeño símbolo representara algo de complicidad entre quienes nos viéramos las muñecas decoradas de una similar manera. Esto nunca funcionó, pero fue mi primer gran intento de convertir esa soledad marica en parcería.

No recuerdo el momento en el que la soledad se convirtió en rabia, de la digna, de la que hace vibrar las cuerpas y con ella, las calles, la plaza y el cistema -así, con “C”-. Esa rabia me llevó de la investigación a la acción con un parche de amigas entrañables con quienes retumbábamos las calles con tambores, arengas y conspir-acciones malévolas para forjar mundas colectivas, en armonía con la madre tierra, acompañándonos en juntanza, cambiando el lente y el foco: bienvenidas, bienvenides a este fuerte feminista, anarquista, animalista, anticapitalista, antimilitarista (y todos los istas y anti-istas abyectos que tanto repugna a la plaga del cistema). Bienvenidas y bienvenides, las feas, las gordas, las monstruosas, las que incomodan, las que no se acomodan, las que inquietan, las ñeras, las neas, las peli coloradas, las juzgadas, las maricas y maltrechas, las brujas y las herejes, las artivistas de semáforo, las mal llegadas a las fiestas familiares, las no invitadas, “las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, la descendientes de tierras nuestro americanas, africanas, las dislocadas, las abyectas, las nadie. Bienvenidas a esta aldea que aún no es, pero será.

Con puntadas de sueños y noches, la visibilidad dejo de ser rebeldía íntima para ser rebeldía colectiva, porque sí que nos he sentido poderosas en manada. Existir y habitar esta presencia es sanar el camino y hacerme consciente del disfrute de este andar, el propio y el de quienes nos antecedieron para dignificar estas existencias. La rebeldía lésbica para mí empieza por ese lugar: el auto amor, la amistad y el amor colectivo. La visibilidad colectiva se encuentra con la sonoridad de los tambores que no le prestaban voz a nuestras cuerpas, por el contrario, se convertían en una extensión de ellas. La visibilidad se hizo rebeldía en esa conversación ignota entre las ancestras y las brujas que vibramos en juntanza, porque lesbocentrar la vida, no sólo implica que mis decisiones erótico-afectivas se encuentren dirigidas hacia las mujeres, monstruas, extraterrestres; implica también construir un andar político en el amor entre mujeres, la vecina, la amiga, las hermanas.

Lesbocentrar la vida pasa también por acompañar y apañar con amor los abortos de conocidas y no tan conocidas que se encuentran con un cistema que les quiebra la nariz de un portazo para impedir que decidan sobre sus cuerpas. La visibilidad lésbica implica amor incondicional y radical -con todo el sentido político que la expresión tiene-, implica abrirle hendiduras a la historia para traer al presente las memorias olvidadas, porque el amor marica lesbocentrado es un hackeo a la imposición del olvido.

El amor lésbico y feminista es mi forma revolucionaria de estar, sentir y vibrar en el mundo que casi todo nos lo roba o nos lo quita, es hacer un gesto grotesco y burlón para decir “aquí estamos” al ritmo de Ivy Queen, en las noches que para nosotras se pintaban pendencieras, en las que la juntanza se apropia de la oscuridad y el riesgo para ser nosotras una fuerza revolucionaria violeta, verde, arcoirís, siempre soñando y haciendo para crear otros mundos posibles.