27 de junio de 2021. La guerra visitó la vida de Sylvia Rivera [i]en todas las formas y crueldades, pero ella siempre resistía desde el prisma de sus colores. Al verla sus raíces se marcan en su rostro, en la manera en que sonríe, llora, en el movimiento de sus manos y especialmente en su mirada que lleva en sus pupilas el paisaje reverdeciente de los Montes de María.

Sylvia es una mujer trans que nació en El Carmen de Bolívar, en la subregión de Montes de María, allí vivió una infancia marcada por la guerra, donde los escasos momentos de paz eran los juegos con sus hermanos o los cariños de su mamá. Desde muy pequeña decidió trabajar para ayudar a sus papás con los gastos, por eso apenas terminó la primaria se enfrentó a los riesgos del trabajo informal o de cualquier tarea que le saliera.

Recuerda de niña tener muchas ganas de ver dibujos animados en televisión con sus hermanos menores, y de repente escuchar a la guerrilla dando patadas a la puerta de su casa exigiendo que se acostaran a dormir, porque según su ley y orden ya era hora de que apagaran la luz y todo el mundo estuviese durmiendo en sus camas. Ante el miedo su mamá los escondía a ella y a sus hermanos debajo de la cama y les pedía que hicieran silencio,  pues cualquier ruido por mínimo que fuera podría costarles la vida. Esto ocurría porque los miembros de este grupo armado solían irrumpir durante la noche en los hogares de la gente, quitar la energía eléctrica,  sacar a las personas de sus casas y matarlas sin importar que hubiera mujeres o niños presentes.

Sylvia de niña era muy miedosa, pero su hermano menor la abrazaba y le decía: “No llores, porque esos hombres que están afuera tienen pistolas y nos pueden matar”, ella le decía a su hermano que tenía miedo y él con esa fortaleza apremiante, forjada por la guerra que les tocó vivir desde tempranas edades la calmaba y le repetía: “Nosotros no nos vamos a separar, siempre vamos a estar juntos”. Esas palabras de su hermano se convirtieron en una promesa de vida, porque hasta el sol de hoy, sus padres ya fallecieron y son sus hermanos su apoyo incondicional.

Ser una mujer trans en los Montes de María no sólo implica un desafío frente al conflicto armado que históricamente ha vivido esta zona del Caribe, también es enfrentar a una sociedad violenta, homofóbica y renuente a aceptar la diversidad inminente en su territorio. Personas del pueblo a ella y a sus compañeras trans las amenazaban, las escupían y les tiraban residuos de comida cuando su expresión de género se mostraba más femenina. “Ustedes son machos y Dios los hizo machos”, repetían a gritos en multitudes cada vez que las veían habitar los espacios públicos y tanto Sylvia como sus amigas los ignoraban, de ahí que sus prejuicios los llevaban a escalar estas violencias atentando contra sus hogares.

Sylvia al comienzo se dedicó al trabajo sexual junto con otras mujeres trans, situación que la ponía en alto riesgo puesto que ejercía dicha labor no en el casco urbano de su pueblo si no en las carreteras. Ejerciendo este trabajo ella vivió varios hechos victimizantes, estas agresiones comenzaron siendo amenazas en panfletos que le exigían abandonar el pueblo, luego de eso en alguna ocasión mientras ella estaba en la carretera, un hombre con una pistola empezó a perseguirla. Él estaba dispuesto a matarla y Sylvia empezó a correr y a gritar, gracias a la ayuda de la gente, quién alertó a la policía del atentado a ella no le paso nada, pero debió abandonar su territorio al día siguiente. Se radicó unos años en otro municipio de Bolívar y estando allí no podía conciliar el sueño, su salud mental se vio atormentada, así que tomando pastillas era la única forma en la que podía dormir.

De acuerdo con Red Comunitaria Trans[ii], 32 personas trans fueron asesinadas en el 2020,  de ahí que popularmente varios medios de comunicación y líderes de opinión afirman que la esperanza de vida de las personas trans es hasta los 35 años[iii], ya que son muy vulnerables a violencias y enfermedades, sin embargo, esta cifra aún está entredicha, lo relevante aquí es que la violencia contra las personas trans es un problema de primer nivel en justicia y salud pública, debido a que globalmente son un grupo perseguido y no respetado por muchas sociedades.

Sylvia Rivera vio a sus compañeras trans morir poco a poco, sus ojos han despedido a cada una de ellas con quienes convivió, creció y compartió espacios de riesgo y juntanza. Ella enumera una a una las chicas trans que se fueron y sus ojos se ausentan cuando recuerda las razones de su muerte. Menciona a Melanny quién murió en una pelea a manos de unos clientes y agresores; Victoria que se fue a Barranquilla y no regresó por las amenazas recibidas y posterior a eso falleció en extrañas circunstancias y finalmente Emma, con quién vivió momentos muy difíciles y fueron ella y su mamá quienes la recibieron en su casa, luego de la tentativa de feminicidio que vivió.

Sylvia ha lidiado cara a cara con las agresiones de todo tipo de actores armados, en su infancia evoca aquellas historias de terror protagonizadas por la guerrilla como monstruos de sus pesadillas, y en su juventud la presencia de los paramilitares era latente en su pueblo. Ellos tenían el control territorial, económico y político de la zona, debido a que Montes de María ha sido un lugar cuya ubicación geográfica lo convierte en un sitio estratégico para toda clase de negocios ilícitos

Los miembros de este actor armado intimidaron y amenazaron a las personas LGBT de la región, Sylvia y sus compañeras trans siempre vivían con miedo y aunque a ellas nunca las agredieron físicamente, ya que Sylvia procuro actuar con prudencia previendo cualquier situación que pudiera poner en riesgo su vida. Aunque dicha prudencia la salvó de ser violentada por ellos, vio como continuamente mujeres trans y lesbianas fueron asesinadas o sufrieron violencia sexual con razón de su orientación o identidad de género diversa. Fue testigo de varios hechos de violencia que le causaron dolor e impotencia, porque la mayoría del tiempo no podía hacer nada, porque si lo intentaba podría ser agredida.

“Ni con los años, eso jamás se va olvidar”, Sylvia cierra los ojos y describe que siente como si fuese ayer el sonido de las ráfagas de disparos que atentaron contra su padrino un hombre gay en El Carmen de Bolívar, se llamaba Esteban Rivera. Él se encontraba tomando el sol cuando tres hombres le dispararon hasta matarlo. Él era un hombre gay visible y querido por la comunidad, él no se metía con nadie, no hablaba mal de ninguna persona, ni buscaba peleas. Ese y el crimen de otros hombres gays mayores aún permanecen en la impunidad y ocurrieron en el marco de los años intensos del conflicto.

Otro actor armado legal que ha violentado continuamente a las mujeres trans es la policía. Sylvia describe cómo en varias ocasiones ellos agredían a las personas LGBT, especialmente a hombres gay y mujeres trans, pues si los encontraban en el espacio público los subían en camionetas y cuando no ejercían violencia sexual dentro de los centros detención trasladaban a las personas a las afueras del pueblo y las dejaban tiradas en medio de la nada a altas horas de la madrugada, posterior a eso las personas LGBT tenían que devolverse a pie exponiéndose a todo tipo de riesgo. En el informe “La gente me señala”[iv] una investigación sobre violencias a mujeres LBT en Colombia, liderado por Fondo Lunaria, documento que analiza las historias de violencias y discriminaciones hacia mujeres LBT jóvenes en seis ciudades del país, en el caso de Barranquilla todas las mujeres trans manifiestan haber sido agredidas por un miembro de la policía en diferentes ocasiones, siendo una violencia policial que pasa por violencia simbólica, verbal y psicológica, que ocurre especialmente durante la noche contra quienes ejercen el trabajo sexual. En este contexto las mujeres trans se enfrentan a redadas irregulares por parte de la policía, agresiones físicas, violencia verbal y simbólica ya que les exigen un documento de identidad y si este no corresponde con su identidad y sexo/género femenino insisten en tratarlas como hombres, violando su derecho humano a la identidad de género.

Cuando se le pregunta a Sylvia Rivera sobre si el panorama ha cambiado para las personas LGBT en su municipio, ella sonríe y afirma que un poco, pues el activismo y la organización en su territorio, tanto de parte de ellas como de otras organizaciones que hacen presencia en Montes de María ha posibilitado que accedan a espacios de formación y capacitación en derechos humanos y acciones que han permitido que la ciudadanía deje los prejuicios y respete a la población LGBT y sobre todo a las mujeres trans.

Aunque todavía queda mucho por hacer y la violencia permanece cobrando la vida de mujeres trans, Sylvia sonríe y agradece que a pesar de los retos y un pasado doloroso, es necesario un acto de reparación y de reconocimiento de hechos de violencia de los distintos actores armados que le hicieron daño a las personas LGBT en el conflicto armado, porque aún quedan secuelas y temores que se vislumbran como fantasmas en sus proyectos de vida, situaciones que requieren atención psicosocial para poder seguir en pie y no desvanecerse, tal cual lo afirma ella con esa misma mirada valiente que guarda en sus iris la fuerza de los Montes de María.

 

 

 

[i] Nombre cambiado por seguridad de la persona.

[ii] Tomado de https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/lgbti-32-personas-trans-fueron-asesinadas-en-colombia-durante-2020-560861

 

[iii] Tomado de https://magnet.xataka.com/preguntas-no-tan-frecuentes/personas-trans-no-tienen-esperanza-vida-inferior-a-35-anos-digan-medios

 

[iv] Tomado de https://fondolunaria.org/wp-content/uploads/2020/11/ME-SENALAN-16-09-2020.pdf