Editorial

“Pensarnos a nosotras mismas para pensar la realidad”.

Filosofía en épocas de crisis

Me ha generado curiosidad que estos días del COVID-19 han servido para desempolvar, entre muchas otras cosas, a filósofos, incluyendo a algunos que andaban bien alejados de la realidad. Ahora, se han puesto a hablar de la situación actual, ejercicio que, en sí, es problemático entre colegas. Esta ha sido una dicotomía presente desde los inicios de la propuesta clásica, pues, mientras que para algunos la filosofía no es una disciplina para el análisis de la realidad, porque su razón de ser “es pensarse a sí misma”, como decía Aristóteles. Para otros, del lado de Platón, la “fronesis” (prudencia), que es la virtud del filósofo, puede poner en orden la sociedad procurando el bien mayor. Pero, más allá del idealismo platónico o el realismo aristotélico, quiero proponer un ejercicio mayéutico para decir que hay que pensar el pensamiento para que el pensamiento le hable a la realidad en estos días de aislamiento.

Homero y su lazarillo, por William-Adolphe Bouguereau (1874). Tomado de Wikipedia

En algunos momentos históricos, grupos de filósofos han buscando romper con ese tabú y le han apostado a pensar el pensamiento para hablarle a la realidad. Veamos algunos ejemplos: Primero los poetas. Entre el siglo VI hasta el siglo IV antes de nuestra era, Hesíodo, Homero, Eurípides Esquilo, entre otros, buscaron entender los fenómenos de la naturaleza más allá de su explicación religiosa respondiendo a una pregunta central: ¿cuál es el origen del mundo? Buscando razones en el logos, pero desde el asombro del mito. Este ejercicio fue ridiculizado por los naturalistas, que pidieron ser llamados sabios, no poetas, pues no hablaban desde la magia del mito, sino desde lo evidente de la naturaleza: Jonios, Pitagóricos, Eleatas, Pluralistas y Atomistas menospreciaron el dialogo poético entre la realidad y la ficción por considerarlo ajeno al pensamiento puro

Segundo los sofistas, quienes antecedieron a Sócrates y que la historia ha siempre “pormenorizado”. Fueron grandes educadores y lo hacían usando el arte de la retórica; su proceso pedagógico se sustentaba en el postulado de que no existía una verdad, que la realidad dependía de cómo cada uno proyectase su vida. Protágoras es uno de los sofistas más conocidos, se dedicó a la ética y la política, y se hizo célebre por la máxima: “El hombre es la medida de todas las cosas”, para significar que cada individuo determina que es verdadero para sí mismo. Platón y Aristóteles llegaron a afirmar que su forma de hacer filosofía era engañosa, pero la gran definición de sofistas es quienes llevan la filosofía a la práctica y en su ejercicio se ocuparon de los asuntos humanos más que de la naturaleza y el cosmos.

Tomada de la Wikipedia

Tercero los helenistas. Ellos buscaron responder a la pregunta: ¿cómo se realiza el pensamiento? y con él, ¿cómo se llega a lo más noble y virtuoso? Poniendo primero lo práctico y usando la teoría para ello, con sentencias como: “el conocimiento es para la felicidad terrenal aquí y ahora” y “el sabio es el que sabe usar su inteligencia para vivir de la mejor forma”, entre otras. Para ello, surgieron escuelas mal llamadas “de la decadencia” (por la ausencia del brillo de los filósofos clásicos). Entre estas estaban los cínicos, que desarrollaron la filosofía socrática para rechazar las convenciones sociales y buscar entrar en comunicación con la naturaleza; los hedonistas que buscaron la felicidad en el placer; los epicureístas aplicando la moderación para buscar el placer y evitar dolores.; y los estoicos que profesaban que la felicidad era controlar las pasiones con la razón.

Søren Kierkegaard, Fyodor Dostoevsky, Jean-Paul Sartre, Friedrich Nietzsche. Imagen tomada de la Wikipedia

Cuarto los existencialistas del siglo XX, con su mayor exponente, Kierkegaard, luego Levinas y Sartre. Articulaban la filosofía con la literatura para responder a cuestionamientos de ¿cómo ser una persona auténtica? o ¿qué hacer con la enfermedad cuando hay que padecerla? En sus escritos no discurren sobre el valor del ser o del ente, sino que quieren llamar a una transformación individual del sujeto. Entienden la filosofía como un proceso edificante, que debe servir para ser alguien más auténtico y coherente entre lo que se piensa y lo que se hace en el devenir estético, ético y religioso, para concluir en una dialéctica existencial que permita llevar lo terrenal a lo espiritual y lo espiritual a lo terrenal.

Quinto los teórico-críticos, como el proyecto de investigación social de Frankfurt, que si bien es profundamente hegeliano (y Hegel sostenía que filosofar era especular, no ser parroquial), su presupuesto principal es que la sociedad genera formas de opresión que no son perceptibles por la teoría tradicional. Por ello, la sumatoria de propuestas como la de Freud, de que la sociedad padece de problemas que son sentidos por sus protagonistas, pero las causas permanecen ocultas; la de Weber, donde el aprendizaje social en las comunidades busca mejorar respuestas a problemas estructurales; y la de Marx, que crítica al capitalismo como principal fuente de la patología social de la reificación. Todas ellas dieron origen a una ruta metodológica desde la filosofía para contrarrestar el déficit social de derechos.

Imagen tomada de Pixabay

Si bien considero apresuradas las apuestas de algunos filósofos desde su quehacer, que buscan determinar asuntos unicausales de la crisis y ven como inevitable el fin del neoliberalismo y la transformación del modelo de sociedad capitalista de manera radical. Creo que la situación actual nos está retornando al pensamiento a filósofos y no filósofos, y el largo tiempo de aislamiento y soledad que experimentamos nos da la oportunidad para un ejercicio del pensar, que es democrático, y nos sirve para preguntarnos de la mano de Honneth, ¿porqué hay tanto bloqueo en el mundo moderno para que las personas realicen plenamente su felicidad? y ¿qué hace que perviva el sentimiento de insatisfacción, si aparentemente todo estaba bien?

Mucha gente en esta cuarentena ha experimentado que tiene padecimientos y modos fallidos de relación, que su entorno está vacío de solidaridad, que la constante es el enfrentamiento, el conflicto y el odio, y que las motivaciones de esos padecimientos sociales siguen sin conocerse, pues sus causas están ocultas. Por eso, dejémonos llevar por el silencio, que recrea realidades, y volvamos a pensar en nosotros mismos y el mundo desde nosotros mismos para desentrañarlo y construir una sociedad a nuestra medida, y no ser la medida de la sociedad.

Wilson Castañeda Castro Director Caribe Afirmativo