La llegada de un jurista libertario, garante de derechos y orgulloso de su relación homosexual, es una oportunidad para que las personas LGBTIQ+ desde otros escenarios más allá del activismo, contribuyan a transformar la sociedad.

En los últimos años dos ministras lesbianas en el gobierno de Santos (Ginna Parody y Cecilia Álvarez) y otro ministro gay en el gobierno de Duque (Ricardo Lozano), sortearon procesos de visibilidad.

Ha generado euforia el mensaje de Mauricio Arroyave, periodista, de gran tradición en la televisión y la radio colombiana, cuando el pasado domingo 7 de agosto, horas antes de la posesión del presidente Petro, felicitó por twitter a su esposo Néstor Osuna por su nominación en la cartera de Justicia: “orgullo de mi esposo el nuevo ministro de Justicia de Colombia, el señor Néstor Osuna”; a lo que él respondió: “No estaría aquí sin ti, gracias por tanto”. El trino fue rápidamente tendencia en el país y ante la acogida de los cibernautas de forma asertiva, Mauricio expresó: “tanto Néstor como yo estamos conmovidos por el afecto y el respeto que nos han manifestado. Mi trino fue escrito espontáneamente y solo motivado por el amor. El hecho de que haya aportado un grano de arena a la lucha por el reconocimiento LGBTIQ es un motivo más de orgullo”.

Este acto, para muchas personas que conocen a Mauricio y a Néstor en diferentes facetas, los puso, como se dice coloquialmente, “fuera del closet”, y a partir de ese día una nueva pareja abiertamente gay e influyente está en el radar de la opinión pública colombiana. Néstor no es el primer ministro “abiertamente” gay de Colombia, tampoco es un hombre que haga gala de su homosexualidad de forma abierta, ni ha participado en espacios del movimiento LGBTIQ+, claro, su círculo más cercano le reconoce como tal y su relación con Mauricio es pública hace más de 15 años y están casados hace 5 años. Con su mismo perfil, en el año 2018, el presidente Duque nombró otro hombre gay en el Ministerio del Medio Ambiente, Ricardo Lozano, esposo del conocido escritor de recetas de cocina, además de tesorero de uno de los bancos más prestigiosas de Colombia, el señor Marco Franco. Y por su puesto en el gobierno de Santos las ministras lesbianas Ginna Parody y Cecilia Álvarez, dos caribeñas que resistieron a la discriminación soterrada que se vive cotidianamente en el ejercicio político.

Ahora, hay dos grandes diferencias entre estos personajes públicos: Lozano jamás profesó principios liberales cercanos a los ideales del movimiento LGBTIQ+, por el contrario, su discurso conservador con la vida y los derechos humanos lo hacían parecer ajeno a la agenda de reivindicación de derechos, mientras que Néstor será ministro en un gobierno que asumió un compromiso directo con la diversidad sexual y de género y con un equipo que tiene la dignidad, libertad y los derechos como bandera de su gestión, cosa totalmente contraria a lo que le tocó padecer a Lozano en el gobierno de Duque, que de seguro en muchas ocasiones le afectaron.

La trayectoria de Lozano, antes de este ejercicio, era en espacios técnicos, como los asuntos de manejo de agua, y también en la cartera que ocupó fue muy técnico, poco político, asumiendo decisiones perjudiciales para la protección de los ecosistemas y la garantía de las defensoras y defensores del medio ambiente. Su papel en el gobierno fue de poco impacto, incluso salió rápidamente y no se habla de su legado, Néstor, por el contrario, es un jurista que ha sido siempre referencia del movimiento de derechos humanos, sus argumentos como magistrado o docente inspiraron a muchos movimientos sociales para emprender cruzadas por la autonomía, acciones judiciales por los derechos colectivos y litigio para pedir humanización del sistema penitenciario, poner límites al abuso de la autoridad de la fuerza pública y promover reformas estructurales que transformen la cultura policiva y restrictiva colombiana.

Aquí el debate no es quien fue más abiertamente gay, si Lozano o Osuna, pues los dos construyeron su proyecto de vida de pareja que se hizo pública al acceder al cargo y estando allí no han ocultado su homosexualidad. El llamado es a valorar dos asuntos en lo que significa este acto político para el movimiento social: de un lado, la forma como la sociedad y sus dirigentes, echando atrás estereotipos y poniéndole limite a los prejuiciosos, no generan impedimentos morales para que unas personas capacitadas y con cualidades para ejercer un cargo pueda asumirlo en la libertad de su orientación sexual o expresión de género. Ello ha sido resultado de una lucha jurídica, de las primeras del movimiento social, cuando logró echar atrás en los años 90 el Estatuto Docente que en este país prohibía ejercer la docencia y, por ende, cargos públicos a personas homosexuales que fue derrocado por la sentencia C481 de 1998. Por otro lado, el entender que el solo hecho de nominarse desde la diversidad sexual o ser “sacado del closet” no hace de la persona un adalid de la lucha social, pero sí la forma como emprende su trabajo, y la convicción de principios sociales que ponen fin a la discriminación que afecta, entre muchos, a las personas LGBTIQ+. Así, sin necesidad de convertirse en activistas, aprovechan su investidura pública para ser coherentes con un discurso que termina demostrando lo pedagógico y poderoso de sectores históricamente excluidos en cargos de elección popular, pues, parafraseando a Mauricio, sus actos emotivos cargados de ejemplo de vida también contribuyen a la lucha por el reconocimiento de derechos.

De Néstor no esperamos que encarne a un activista más del movimiento social, sino que, como se caracteriza, haga bien su trabajo para todo el país, como le hemos conocido, y allí active los enfoques diferenciales para llegar a los “nadie” que suelen estar fuera del radar de la justicia. De hecho, horas después de su posesión, propuso algunas alternativas para su trabajo y allí se dibuja una oportunidad significativa para que las personas LGBTIQ+ accedan a la justicia, rama que no solo llega a presidir, sino que debe reformar, para que sea la garante de la paz, más cercanía a la ciudadanía, proteja la acción tutela, que las juezas y jueces sean más cercanos a la ciudadanía, fortalecer la asistencia gratuita del Estado en servicios jurídicos y, sobre todo, activar un proceso de transformación cultural que conduzca a un nuevo concepto de justicia, uno que trabaje por el reconocimiento y la igualdad, que quite el imaginario del castigo en la sociedad, que valore la libertad y no las restricciones, y que la justicia no le arruine la vida a la gente, sino que se la dignifique.

Todo esto – y ese fue el mundo adverso que tuvo Lozano – en el marco de un proyecto político que ha puesto la vida en el centro, que tiene un compromiso con la dignidad de los ciudadanos y que incluyo en su programa de gobierno acciones muy concretas para las personas LGBTIQ+ y que justo en su posesión anunció la creación de un Ministerio de la Igualdad para superar la discriminación. Escenario ideal para que las ideas de Néstor avancen y tenga una excelente gestión, y de esa manera los grupos poblacionales históricamente marginados empiecen a sentir que la justicia dignifica sus vidas.

Deseamos muchos éxitos a Néstor Osuna, que ese ejercicio de madurez y relación con Mauricio se fortalezca en esta otra etapa de su vida que les ha puesto de cara a lo público y que sea un buen ejercicio para que muchas personas LGBTIQ+, en diferentes espacios de la sociedad, ocupen cargos públicos y que con la buena gestión de su cargo se sigan activando garantías para consolidar el Estado Social de Derecho, y así, que este sea un país para las personas que han borrado como si fueran “nadie” puedan tener una vida plena. Seguramente, cuando este sea un país más justo, no sea tan relevante ser abiertamente gay o lesbiana, bisexual o trans, pero mientras siga siendo la invisibilidad el lugar que nos quiera dar la sociedad, cualquier atisbo de aparecer para transformar debe ser celebrado.

Wilson Castañeda Castro

Director

Corporación Caribe Afirmativo