Caribe Afirmativo participó hace dos semanas en un seminario de periodismo y diversidad que se realizó en Medellín. Nico Rueda fue uno de los dos jóvenes que estuvo en representación de la corporación. Él escribió este artículo para contarnos su experiencia en este evento. 

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A veces creemos que son otros quienes pueden contar las historias, que son otros quienes tienen cosas por decir. Alzamos la voz exigiendo que nos nombren, que nos reconozcan, que nos muestren. Queremos encontrar cuentos, novelas, películas de personas diversas que se aman, crecen, temen, juegan, son. Pero cuántas veces el sueño es contarnos nosotros mismos; narrarnos desde eso que nos hace humanos.  Cuántas veces me nombro, me incluyo, me cuento en el espacio público, en mis círculos cercanos y en lo lejano. Cuántas realidades he cambiado con tan solo ser y aún no lo noto por vivir inmerso en la levedad. De eso me hice consciente en el seminario de periodismo y diversidad que hubo en Medellín hace unas semanas.

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Nico Rueda también participó en la VI marcha del ‘Orgullo LGBTI’ en Barranquilla. Foto: Jesús Fragozo.

Estando allí

El primer día estuvo muy interesante, cada una de las ponencias ofrecían un mundo de información útil que motivaba a ser parte de ese mundo de contar historias no contadas sobre nosotros. El viernes, sin embargo, se detonó esa magia que viene de otro, pero está ya en ti mismo. Esa sensación de que aquel otro en su lejanía espacial te toca; te empuja; te estremece. Me sentí desnudo en medio de otros, aún sin contarme. Porque aquellos otros valientes que contaban su historia también hacían parte de mí. Parte de sus vidas, también se reflejaban en mí.

Si el primer día había encontrado la motivación para contar la historia, en el segundo había encontrado la esencia.

Como uno cuenta lo que más lo tocó, yo hablaré de la conferencia del periodista Carlos Mendoza. En su ponencia se desnudó como pocos lo hacen. Aunque ahora pueda pasar como superfluo el salir del closet, porque hay menos armarios, hay quienes en ese ejercicio trascienden y hacen que otros se transformen a su vez.

Allí estaba él, delante de todos, contando cuántos mueren en su país por su orientación, identidad o expresión diversa. A medida que pasaba el tiempo iba despojándose de aquellos muros y de aquellas memorias dolorosas que taladran el alma. Fue derrumbando sus límites, hasta llegar a ese momento donde enciende una cámara para decir en vivo que es homosexual. Más de 5000 personas en su facebook, su país y nosotros, los asistentes al seminario, fuimos testigos de que a pesar de lo peligroso que podía o puede resultar ese acto, a pesar de los miedos o a partir de ellos, brotó, como las lágrimas por sus ojos, aquel poder de abrir las alas fuera de ese capullo punzante.

De allí en adelante, el resto del evento fue entre lágrimas y sonrisas. Subíamos y bajamos. Entre la remembranza, nos vimos allí muy juntos. Muy honestos, muy sensibles y heroicos. Allí estábamos todos, conociéndonos, sin quizá nombrar una palabra. Dejamos de lado aquel puente-cárcel y nos dedicamos a dejarnos tocar por la mirada, por el momento y por la certeza de que podemos contar esas historias no contadas y cambiar esa sociedad que nos excluye y nos cuenta que debemos permanecer excluidos.

Desde lo humano

Todos motivaban a contar esas historias no contadas desde la reflexión. Desde eso que nos mueve y nos hace únicos, desde lo sensible, desde nuestras vivencias. Pero sobre todo con sentido ético. Sentido ético que falta en las piezas mediáticas que suelen generar alrededor de la población diversa. Por eso es primordial que nosotros nos contemos desde la reivindicación de nuestra autonomía individual y colectiva; haciendo, a su vez, un énfasis en la sensibilidad que tiene más poder de conexión y transcendencia en algún otro.

Es entonces lo humano y la revelación de la esencia lo que permitirá encontrar puntos comunes que armonicen y lleven al equilibrio de las diferencias dentro de nuestra misma población, hasta los círculos de aquellos otros que intentan hacernos permanecer en la oscuridad.

Siempre partiendo de que contar la historia no contada es un asunto político que permite transformar la realidad. Debido a que interpelar lo que se considera normal, al visibilizar otras realidades, se rompen paradigmas.

Teniendo en cuenta que esa historia al dialogar con la realidad, desde mi subjetividad y la de otros, transformará no solo por el hecho de visibilizar algo que por estar “ausente” se le estigmatiza y se relaciona con peligro, sino también porque el nombrar se relaciona con el existir, y lo que  existe aporta a la realidad; suma. Juntos somos más.

 Nico Rueda