Hoy, escribimos estas palabras con la seguridad de que no serán suficientes para describir lo que significó Saúl para Caribe Afirmativo y para cada una de las personas hacemos parte del mismo. Pero las escribimos con el ánimo de honrar su memoria y su valioso legado, con la certeza de que vivirá siempre en nuestros recuerdos y nuestros corazones.

Saúl era muy joven, estaba lleno de vida y de sueños por realizar. Sin embargo, durante su vida cumplió incontables metas, porque era un luchador incansable, capaz de ponerle el alma a cada uno de los proyectos que emprendía, y con unas ganas insaciables de seguir aprendiendo. Estudió Derecho en Cartagena, y posteriormente, Relaciones Internacionales en Bogotá. Hace poco más de un año, terminó su maestría en Ciencia Política y Gobierno en Barranquilla; y recientemente recibimos con orgullo la noticia de que había obtenido una beca para cursar sus estudios de doctorado. Su trayectoria profesional se orientó siempre a la investigación y a la defensa de los derechos humanos, donde alcanzó grandes logros.

Se unió a nuestra familia Caribe Afirmativo en el año 2015, y desde entonces dedicó cada uno de sus días a trabajar por los derechos humanos de las personas LGBTI del Caribe colombiano, por la construcción de paz de nuestro país y por la consolidación de una sociedad más incluyente. Desde el 2016 dirigía el proyecto de Casas de Paz, donde su liderazgo, su pasión por su trabajo y el alto sentido de la responsabilidad que le caracterizó hasta sus últimos días permitieron consolidar 4 espacios de trabajo comunitario que han contribuido en gran medida a mejorar las condiciones de vida de las personas LGBTI de distintos territorios de la región.

Más allá de todos sus logros y fortalezas en el trabajo diario, Saúl fue siempre un excelente hijo, hermano, nieto, sobrino, atento a su familia, que fue lo más importante para él en cada uno de los momentos de su vida. Un invaluable amigo, compañero, hermano y maestro para quienes hacemos parte de la familia de Caribe Afirmativo, dispuesto siempre a dar su mano y su consejo. Saúl deja en nosotros un vacío inmenso, pero también la felicidad de haber compartido con él experiencias únicas y la infinita gratitud por su amistad y su entrega. Deja en nosotros la cálida huella de ese entrañable afecto que sólo él sabía manifestar, esos gestos y miradas que sólo él sabía hacer, y el sonido de esa risa franca que siempre querremos volver a escuchar. Hoy nos hace falta un hermano, pero día a día honraremos su memoria continuando con la lucha que hasta hace poco compartimos juntos. Saúl, por siempre gracias.