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ESTADO LAICO Y LA TENTACIÓN RELIGIOSA

Imagén extraida de https://manodestacionescap.blogspot.com/p/generacion-decapitada.html

La laicidad es buena para el Estado y es mejor aún para las iglesias. Hoy parece ser tentación religiosa hacer de las convicciones morales, políticas públicas de alguna fe, la cual ronda desde diferentes flancos con distintas intencionalidades, se hace necesario recordar que el Estado Laico es garante de libertades y derechos para toda la ciudadanía.

En Colombia, la lucha por la laicidad del Estado se fue acrecentando a partir de los años posteriores a la Constitución Política de 1991, sin embargo, una cuestión fue la victoria constitucional y jurisprudencial por parte de la Corte Constitucional reafirmando el Estado Laico en Colombia y otra implementar y bajar a la cotidianidad social las nuevas disposiciones legales. Con todo, en nuestro país el predominio sociocultural de la Iglesia católica romana recibió un durísimo golpe (junto a medidas de exigencia para una apertura democrática más laica y menos ‘camandulera’, como lo significó la pérdida del concordato), que puede clarificar mejor si tenemos en cuenta la discusión contra el Estado Laico que acusan hoy los adversarios conservadores de la diversidad social y los derechos consustanciales a tal pluralidad.

Históricamente, en la primera línea de combate contra la laicidad de las instituciones, se encuentra lo más retrógrado del clero católico, es decir, las vertientes más conservadoras de dicha iglesia que incluso antagonizan con el modelo de igualdad y pluralismo de nuestro Estado constitucional.

Sumado a lo anterior, por ingenuidad o por cálculos políticos y electorales, hoy tienen como aliados de rutas, liderazgos de otras confesiones. Nuevos aliados de camino son liderazgos de iglesias protestantes/evangélicas/neo-pentecostales, que han perdido el conocimiento histórico de cómo fue posible la consolidación de las células no católicas existentes previamente a la garantía legal que posibilitó su normalización en Colombia. Al desconocimiento histórico hay que sumar la confusión, el despiste, en que incurren cuando presionan para que se nieguen derechos ciudadanos que consideran ajenos a su marco ético/conductual. ¿Cómo fue que una minoría estigmatizada, cuya existencia y diseminación protegió el Estado laico, se transformó en adversaria de los derechos de otras minorías que tiene por anormales?

Ahora, en las campañas electorales, los candidatos a la Presidencia de la República, uno más que otro y en mayor o menor medida, les han abierto las puertas a las confesiones religiosas, principalmente al catolicismo romano y al protestantismo/evangelicalismo en sus distintas vertientes. En este contexto los liderazgos confesionales han estado dispuestos a ostentar que representan a las feligresías de uno y otro bando. Hacen cuentas alegres de su potencial ante los distintos candidatos, quienes les han comprado la idea de una representatividad que los ‘pastores’ religiosos no tienen.

La sociedad colombiana es hoy más plural y su proceso de diversificación en todos los órdenes señala hacia un horizonte de mayor amplitud. Entonces, frente a tal horizonte, es imprescindible fortalecer la laicidad del Estado, no debilitarla como, tal vez inadvertidamente, lo están haciendo los candidatos presidenciales, las autoridades civiles y policiales territoriales, locales y, en el Congreso de la República. Instrumentalizar pragmáticamente lo religioso para legitimar una opción política habla más de privilegiar intereses personales que de identificación con las creencias de la ciudadanía.

Los ‘pastores’ religiosos tienen el campo abierto para discutir la infinidad de temas de interés, como el resto de la ciudadanía organizada o no, en el terreno de la sociedad civil. Es aquí donde cotidianamente pueden ejercer, si en realidad la tienen, su autoridad moral. Cabe aclarar que tener poder no es lo mismo que tener autoridad. Podemos hacer esta distinción si tenemos en cuenta que, como afirma Fernando Savater, “autoridad viene del verbo latino auctor, que significa ‘lo que hace crecer, lo que ayuda a crecer’. Por tanto, se define como aquello que ayuda a crecer bien. Es precisamente lo contrario a la tiranía, porque el interés del tirano es mantener en una infancia perpetua a aquellos a los que quiere someter”.

Hoy la tentación es que ‘pastores’ religiosos de diversas confesiones han olvidado el valor moral que les es inherente, y más bien son funcionarios religiosos en busca de beneficios políticos.