Creo, que la mayor amenaza de los niños somos nosotros, una sociedad de doble moral, irresponsable, negligente y prejuiciosa, una que no es capaz de aceptar las diferencias, pero sobre todo, que discrimina y deshumaniza para mostrar un desacuerdo, una que no es capaz de ver lo bueno y que en cambio, radicaliza a los que parecen no “encajar” en los estándares del común denominador, olvidando que como decía Ortega y Gasset “nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión.”
Consagrada en el Código Civil Colombiano, la porción conyugal hace parte en el régimen sucesoral (testada e intestada) como una de sus asignaciones forzosas dejando ver que en la legislación colombiana, el causante no puede disponer a su arbitrio de sus bienes y que tienen que acatarla, dando la acción de petición de herencia o de reforma del testamento si el sobreviviente no está de acuerdo con la forma de repartición que se hizo de la masa sucesoral, en otras palabras cuando no se tienen en cuenta a los asignatarios forzosos que estipula la ley.
El anuncio dado el 23 de febrero, en el cual se nombraba a Randy Berry primer enviado global para los derechos de la población LGBT, además de suscitar una cantidad de reacciones contrarias, envía un profundo significado al mundo y en especial, a los defensores de derechos humanos