En Barranquilla un joven denuncia que el Centro Educativo Aures, en el centro de la capital del Atlántico, directivos de esa institución lo discriminan por su orientación sexual.
William Andrés Triana (17 años) parece a simple vista que todo el tiempo anduviera en el limbo. Habla pausado y a veces da la impresión de que fuera exageradamente tímido. Pero basta con que no reconozcan sus derechos, para que se arme de argumentos y pase de un joven con aspecto algo atontado a un militante de un movimiento social. Y a William lo discriminan por ser gay, como le pasó hace más de dos años a Sergio Urrego, el estudiante del colegio Gimnasio Campestre de Bogotá que se quitó la vida el 4 de agosto de 2014.
El 7 de abril, cuando en Barranquilla se celebraban los 203 años de haber sido fundada, el coordinador de disciplina y la rectora del Centro Educativo Aures, en la capital del Atlántico, comenzaron a discriminarlo, primero porque William, que cursa once grado, se rehusaba a orar y había confesado que no creía en una religión; y después por su orientación sexual. A partir de aquel entonces William comenzó una batalla jurídica, con asesoría de CARIBE AFIRMATIVO, en contra de esta institución que se ha negado a seguir las órdenes de la Sentencia T-478 de 2015, en el que la Corte Constitucional solicita al Ministerio de Educación Nacional que se revisen los manuales de convivencia, para que estos reglamentos sean respetuosos con las personas con orientación sexual e identidad de género diversas.
La discriminación que padece William es sistemática, porque no ha sido una, ni dos, ni tres las veces que lo han humillado por ser gay. En muchas ocasiones lo han puesto en evidencia hasta con su papá, quien no sabía nada y el día que supo de su orientación sexual lo enfrentó fuertemente, tanto que él tuvo que irse de su casa y quedarse donde una amiga, por lo menos hasta que su papá, después de tres días, le pidió que regresara.
En mayo el Juzgado Décimo Civil del Circuito de Barranquilla amparó sus derechos en lo que respecta a sus creencias. La libertad religiosa y de cultos fue uno de los argumentos del juez que falló a su favor, pero que paradójicamente no reconoció su derecho a tener una orientación sexual diversa. William, por esa razón, impugnó esta decisión y además solicitó que el ICBF –por ser menor de edad- revisara su caso. Pero el juez de segunda instancia, el Juzgado Primero Civil del Circuito de Barranquilla, no lo tuvo en cuenta y confirmó el fallo anterior; por lo que el equipo jurídico de CARIBE AFIRMATIVO ha pedido a la Defensoría del Pueblo regional Atlántico, que solicite a la Corte Constitucional que revise el caso. Parece que es la única corporación capaz de reconocer los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans en Colombia.
Para William, como es obvio, este proceso no ha sido fácil. Ver cómo los directivos del centro educativo lo humillan cada vez que pueden delante de la mayoría de los estudiantes del colegio, es difícil, pero cree que pronto eso cambiara, confía en que la Corte reconozca sus derechos para apresurarse a ganar una beca del programa ‘Ser pilo paga’ del Ministerio de Educación, y así estudiar Ingeniería Química o Ingeniería Industrial. Este no es el primer caso que se conoce en CARIBE AFIRMATIVO, constantemente llegan denuncias de jóvenes que padecen este tipo de acoso escolar.
William además es uno de los jóvenes que desde enero hace parte de la Escuela de Formación LGBTI de Barranquilla, que lidera CARIBE AFIRMATIVO junto con la fundación Fescol. “Gracias a la escuela he aprendido a no quedarme callado y a entender que la minoría también puede exigir respeto frente a la mayoría”, afirma.