Darla Cristina González es candidata al concejo de su tierra adoptiva, Pasto. Luego de una vida permeada por la violencia del conflicto armado y una serie de experiencias de militancia que sacaron a flote “una vena política” que siempre ha “tenido en ella misma”, Darla, quien curiosamente prefiere que le llamen Cristina, ha hecho un compromiso con ella misma para la protección de las víctimas del conflicto en el departamento de Nariño.
Darla fue reclutada por las FARC cuando solo tenía 14 años. Fue obligada a vestirse de camuflado y seguir ordenes en un campamento de la hoy extinta guerrilla. Su astucia fue sustancial pues, a solo un año de haber ingresado a las filas de este grupo al margen de la ley, ideó una estrategia para escapar y no “llevar del bulto”.
A los 15 aún se identificaba como hombre gay, lo que cambiaría años más tarde al entender que sumada a su atracción hacia los hombres había algo más, la necesidad de habitar en una identidad que estuviera más acorde con su naturaleza. El entonces Cristian inició su transición y se convirtió en la mujer guerrera y pujante que conocemos hoy.
Darla dice no ser la más cálida, pero se describe como una mujer de sensibilidad especial, una de la que surgen preocupaciones constantes como la que tiene por la salud de las personas LGBTI en Pasto, o la que le produce la consecución de nuevos espacios públicos que ayuden a aumentar el índice per cápita para la ciudadanía de la capital de Nariño.
De Darla puede intuirse su entereza, su versatilidad para empatizar con los demás y sobre todo su coherencia, pues para ella lo principal es eso, que sus acciones y palabras coincidan. “Soy consciente de que el lugar de una concejala está con la gente, cuidando los recursos que otorga el Estado, que muchas veces son escasos, y procurando que se inviertan en beneficios para todas y todos”, comenta.
“Me preocupan las personas que como yo fueron víctimas de escenarios violentos. Yo entiendo esos escenarios”, dice con un temple audible en su voz. Darla no parece ser una mujer que deje las cosas al azar, más bien, puede describírsele como alguien estratégica, que gana sus propias batallas con la elocuencia propia de una lideresa.
Su familia es un punto de soporte para ella, sabe que durante años los ha visto pasar por situaciones mejores o peores y está convencida de que, así como la de ella, muchas otras familias han sufrido; eso le da ánimo para trabajar, para soñar con un país en el que todos tengan oportunidad de reír.
La educación es también un punto clave de lo que sería su periodo como concejala. Entiende que el acceso a la educación universitaria de los jóvenes que egresan de los distintos colegios de pasto puede asegurar, en gran medida, el futuro de una ciudad que ha crecido mucho en los últimos años. Para Darla “Pasto ya no es un pueblo grande ni tampoco una ciudad pequeña, y tenemos que pensar cómo afrontar el reto de cambiar, tal como ha cambiado la ciudad”.