05 de abril del 2021. Una de las poblaciones más afectadas en el marco del conflicto armado en Colombia han sido las personas trans, en especial porque la mayoría han sufrido violencias desproporcionadas por todo tipo de actores armados y estas agresiones han sido legitimadas por la sociedad y en complicidad con sus entornos inmediatos, considerando que en gran parte de los casos las personas trans se desplazan solas, porque sus familias son los primeros espacios de violencia y la comunidad que rodea sus territorios los excluye y permite la agudización de estas agresiones.
En este texto vamos abordar algunos de los tipos de vulneraciones que han vivido históricamente las personas trans en el marco del conflicto armado en Colombia, como sus voces han sido silenciadas y las situaciones de revictimización que ocurren por la violencia estructural en el acceso a la justicia.
En los informes “Entre Silencios y Palabras. Conflicto armado, construcción de paz y diversidad sexual y de género en Colombia”, presentado por CARIBE AFIRMATIVO ante la Comisión de la Verdad, en el Libro VI, que describe los impactos de las violencias, conclusiones y recomendaciones, entre las consecuencias psicosociales se incluye la anulación de la propia identidad, es decir, que cuando la construcción indentitaria no corresponden con los marcos morales establecidos por la sociedad y los grupos armados, la visibilización de una expresión de género diversa acarrea un señalamiento que los grupos armados persiguen de manera atroz y sistemática, imponiendo una hegemonía patriarcal que presiona a las personas LGBT y en particular a la población trans a ocultar su identidad y mantener una apariencia en coherencia con los estereotipos de género tradicionales.
Así pues, este ocultamiento conlleva a la pérdida de la construcción autónoma de los cuerpos, y niega, desdibuja y borra el yo. Para el caso de las víctimas que son personas trans, esta imposición muchas veces detiene sus procesos de tránsito y opaca sus formas genuinas y auténticas de ser y habitar el mundo.
En el aspecto socioeconómico las realidades demuestran que para las personas trans acceder a condiciones de trabajo dignas es casi imposible, porque en estos contextos impera la exclusión y discriminación. Por ejemplo, en el marco del conflicto la mayoría de personas que ya contaban con sus ingresos propios, con negocios y pequeñas empresas en sus territorios se vieron obligadas a dejarlo todo o a venderlo por amenazas de los grupos armados. De esta manera estos desplazamientos forzados causados por las amenazas orillaron a las personas a vivir del trabajo informal, a adaptarse a contextos hostiles de grandes ciudades y en el caso de las mujeres trans a ejercer como trabajadoras sexuales, trabajos que representan desprotección, riesgos y estigmatización a las víctimas.
Otros derechos que son vulnerados son el acceso a una vivienda digna, a la educación y a la salud. En el caso de la vivienda muchas víctimas que fueron desplazadas forzadamente de sus territorios llegaron a grandes ciudades en donde enfrentarse a nuevas condiciones significó un riesgo, de ahí que comunidades con prejuicios arraigados negaran la posibilidad de acceder a un hogar o ambiente con servicios básicos. En el aspecto educativo, la negación de la identidad de género contra las persona trans es frecuente, porque les niegan el derecho a la educación hasta no tener una documentación legal acorde con su identidad de género, de lo contrario siguen llamando a las personas trans con sus nombres de nacimiento y generando situaciones de acoso, señalamientos, que niegan su identidad y dejan consecuencias en su salud mental. Por ejemplo, una hombre o mujer trans que decida ingresar a un centro de estudios suele tener muchas trabas en el acceso a la educación, y aunque existen normativas que le exigen a los centros educativos respetar estas identidades y garantizar el acceso a la escolaridad, la discriminación sigue siendo vigente. En el ámbito de la salud, negar su acceso tiene que ver con a los impactos psicosociales, económicos, colectivos, pues los cuerpos de las personas LGBT hablan directa o indirectamente de las consecuencias que el conflicto armado ha tenido en su salud mental y física.
Otros impactos de carácter colectivo y comunitario corresponden a la participación política, pues es escasa o nula la presencia de personas LGBT en cargos públicos o en candidaturas para elecciones de voto popular, y no se ven muchas personas trans que tengan roles importantes en estos espacios de toma de decisiones.
Incluso tejer lazos o amistad con otros, otras u otres ha sido un reto en el marco de la violencia, pues muchos de estos grupos criminales prohibieron que hombres y mujeres trans habitaran espacios públicos de sus territorios, bajo el argumento de que su expresión o identidad de género es un “mal para sus comunidades”, por eso muchas de ellos y ellas consideraron la clandestinidad para encontrarse, construyendo amistades que se convirtieron en resistencias que desafían estas prohibiciones absurdas.
Ahora bien, para las personas trans acceder a la justicia y exigir una reparación evidencia los vacíos y desigualdades del sistema judicial, porque muchas víctimas encontraron en funcionarios públicos situaciones de discriminación y revictimización. Por otro lado, hay mucho miedo a denunciar, por amenazas, hostigamientos y porque enunciar estos hechos implica mucho dolor y trae consecuencias en su salud emocional, por eso, algunos lo hacen mucho tiempo después cuando han librado un proceso personal y cuentan con las herramientas para hacerlo. Además, existió un pacto social de silencio para que las comunidades no hablaran de estás situaciones violentas lo que llevó a que las experiencias de personas LGBT fuesen aún más invisibilizadas.
En términos de reparación, cuando las víctimas acuden a las entidades estatales a denunciar descubren, en muchos casos, personas que las tratan con prejuicios que replican las violencias que han vivido. También se refleja una falta garantías que sólo agudiza sus sentimientos de desconfianza, desesperanza, no reconoce sus experiencias y aumenta su sufrimiento. Es por eso que estas violencias no deben tratarse como asuntos privados, sino, por el contrario, como hechos colectivos y públicos que han dejado un impacto social y que puede resarcirse desde los procesos políticos, judiciales y sociales.
La visibilización de las personas trans en el contexto del conflicto armado implica una serie de reflexiones que no sólo muestran violencias desproporcionadas que atacan su identidad, ocultan su manera de ser y habitar el mundo, sino que interfieren con el libre desarrollo de su personalidad y afectan profundamente su calidad de vida. Sus voces diversas deben ser escuchadas, y sus liderazgos y resistencias también hacen parte de la construcción de paz tan necesaria en el país, de ahí que se le apueste a que estos informes y casos sean tratados con un enfoque diferencial y de género que repare, haga justicia y brinde garantías de no repetición a las personas trans colombianas.