13 de junio de 2021. El nuevo proyecto del cineasta barranquillero David David es VIDA DE COLORES, una miniserie de ficción grabada en el departamento del Cesar, al norte de Colombia. La serie cuenta la historia de un joven de 20 años llamado Yerit, estudiante de artes quien nació siendo hombre, pero se identifica como no binario (le gusta expresarse desde su lado masculino y femenino). Debido a esto, Yerit, interpretado por el actor debutante Camilo Ochoa es rechazado por su familia y encuentra apoyo en Alma, una mujer trans con quien establece una relación fraternal. Todo va bien en su vida hasta que Alma es víctima de un ataque trans que devela un episodio oculto de su pasado y esto hace tambalear a Yerit. Será el lanzada este martes 15 de junio a partir de las 8:00 p.m.
VIDA DE COLORES es producida por Garabato Cine, empresa liderada por David David, cuyo debut cinematográfico en largo “La Frontera” se estrenó en el Festival Internacional de Cine del Cairo, en Egipto, ganó cuatro premios de la edición cuarenta y ocho del festival de Cine de Gramado en Brasil y ha sido seleccionada para presentarse en festivales de cine de la India, México, Francia, Canadá, Estados Unidos, Marruecos y el Festival Internacional de Cine de Cartagena, entre otros.
La miniserie fue un proyecto ganador de la convocatoria pública “El Caribe se narra contigo” que Canal Telecaribe extendió a todos los productores audiovisuales del país a mediados del año pasado.
Palabras del director:
VIDA DE COLORES, como todos los proyectos que he tenido la oportunidad de hacer, me ayudó a reconciliarme con las circunstancias que estaba viviendo en el momento que empecé a pensar la historia. Me encontraba promocionando mi primera película “La Frontera” hacia el primer semestre del año cuando estalló la pandemia por COVID y como todos, tuve que replantear mis proyectos, adaptarme al panorama, sentí mucha incertidumbre sobre lo que podía venir y de alguna forma me aislé pensando que lo que estaba sucediendo no solo era difícil de entender, sino que era injusto; tanto así que creí erróneamente que las circunstancias eran hostiles para mí solamente, lo cual obviamente no era cierto.
Después, un día me encontré con una historia de una chica trans que se llamó Alejandra Monocuco quien era afrodescendiente, tenía que prostituirse, además era portadora de VIH y murió por sospechas de COVID, presuntamente sin atención médica en un momento en el que muy pocas personas estaban dispuestas a sobrellevar la situación de quienes tuvieran síntomas. Al ver que dentro de estas circunstancias difíciles había quienes tenían que padecer aún más injusticias en una escala social que siempre ha presentado altos y bajos pero que definitivamente tiene personas que necesitan ser escuchadas, quise contar una historia que explorara las circunstancias de las minorías de género. En “La Frontera” tuve la oportunidad de hablar de las minorías indígenas y aquí hablo de minorías de género, aunque también queriendo ampliar el concepto para entender la diversidad de razas y de puntos de vista porque creo que debemos reconocer en la diversidad una oportunidad para sentirnos auténticos en una sociedad incluyente.
Yo soy de Barranquilla, una ciudad caribe llena de mucha tradición y mucho folclore. Nuestro carnaval se encuentra entre los más reconocidos a nivel mundial y esto tiene unas implicaciones: quiere decir que somos personas creativas, que vivimos en constante alegría. Sin embargo, esta actitud positiva ante la vida, a veces contrasta con cierto sesgo conservador cuando se trata de aceptar la diferencia en el otro. Entender estos contrastes para mí era importante. Yo, por ejemplo, siento que en un ambiente como el del carnaval se liberan todos esos prejuicios y creo que son espacios de convivencia ciudadana que deberían extenderse hacia la convivencia del día a día. Las personas con una condición de genero diversa no deberían estar limitadas a estos escenarios pintorescos del carnaval. Necesitamos reconocernos todos en nuestra humanidad como iguales.
VIDA DE COLORES, desde el nombre respalda la idea de que debemos disfrutarlo todo: lo gris, lo amarillo, lo triste, lo positivo, todo es una oportunidad de aprendizaje. Asimismo, se lee como una oportunidad de entender que en la diversidad encontramos magia y muchas razones para querernos como compañeros de vida. Todos sentimos la necesidad de amar y ser amados, y nos distraemos a veces por prejuicios que nos cohíben