“A pesar de que la vida nos ponga retos, debemos seguir con la frente en alto”
Gisell Landaeta, mujer trans venezolana
15 de mayo de 2021. Llega el sábado y con él una nueva historia de personas que han salido de su hogar y de su país para enfrentarse, en algunas ocasiones, a lo desconocido y así poder alcanzar un poco de esa felicidad que sueñan y desean. Presentar fragmentos de sus vivencias nos permitirá incidir en la manera en cómo entendemos la emergencia humanitaria que hemos enfrentado con la llegada de personas venezolanas al país, que, según cifras de Migración Colombia hasta el 31 de enero de 2021, habían arribado 1’742.927.
Debemos entender que la migración venezolana en nuestro país es el fenómeno migratorio más grande que se ha producido en América Latina, y que jamás había llegado a Colombia el equivalente de la población sumada de Barranquilla, Cali y Cartagena. Asimismo, debemos resaltar que no siempre se migra porque las personas lo deseen, existen razones como las guerras, la sobrepoblación, las catástrofes naturales, la sobrevivencia, la falta de acceso a la justicia y la discriminación, que las lleva a la búsqueda de bienestar y mejores oportunidades en otros territorios.
Y la cruzada no terminada cuando llegan a su país de destino, ya que se enfrentan, muchas veces y en mayor medida que lo vivido en sus regiones, con dificultad para acceder al mercado laboral, la xenofobia, el problema al acceso a la salud, incertidumbres, violencias por prejuicio y violaciones de derechos humanos. Es por lo que debemos ver con otros ojos qué beneficios nos trae este flujo migratorio y cómo brindarle apoyo a quienes lo necesitan, ya que este fenómeno permitirá obtener un enriquecimiento cultural y reforzar la diversidad con la presencia de otras personas.
En esta oportunidad, nuestro guía, el Turpial, ha viajado de Ipiales (Nariño) a Riohacha (La Guajira), volando una distancia de alrededor de 1746 km, lo que le ha llevado más de un día para visitar y conocer la historia de Gisell Landaeta, una mujer trans oriunda de Santa Ana de Coro, capital del estado Falcón y del municipio Miranda en Venezuela, quien desde hace 5 años se encuentra radicada en Colombia.
Gisell de 31 años recibe al Turpial con alegría y menciona “que rico vivir en un mundo lleno de colores”, ya que ella, aunque ha vivido discriminación, rechazo y señalamientos por su diversidad sexual, no ha dejado que esto opaque los colores de su vida. “Soy una mujer espontánea, divertida y capaz de lograr lo que me propongo”, expresa.
En el año 2016 ante la precaria situación de Venezuela y las ganas de apoyar a su familia a salir de las dificultades económicas, decidió venir a Colombia en compañía de un amigo. “Yo ya había visitado este país anteriormente, esto debido a que tengo amigos en Riohacha y muchos de ellos me invitaban a sus cumpleaños o me invitaban a vacacionar durante mis recesos académicos, llegando a estar una semana o 12 días, nunca de manera permanente, ya que debía terminar mi carrera profesional. Una vez terminada sí llegué a Colombia con la idea de quedarme, pero no logré tener ninguna oportunidad laboral. Yo vine aquí para lo que fuera, como ejercer mi carrera, dedicarme a la peluquería, trabajar en una tienda de ropa, carpintería, en cualquier lado. Yo necesitaba trabajar, porque la situación en mi país se estaba agudizando y mi familia es humilde, debía ayudarles a mejorar un poco el ambiente”, relata.
Gracias al apoyo económico de algunas buenas amistades que había cosechado tiempo atrás pudo iniciar una nueva etapa de su vida en Colombia, “en Bogotá vivía el primo de un amigo, él nos envío el dinero necesario para poder salir de manera rápida de Venezuela. En ese momento no tenía recursos y él nos prestó. Como agradecimiento a su generosidad, fuimos pagando poco a poco la cantidad que nos facilitó. Aunque tiempo después mi amigo se regresó a Venezuela, pero yo me quedé aquí: en la lucha”, recuerda Gisell.
Licenciada en Educación mención deporte relata que desde su llegada al país se ha dedicado a trabajar como peluquera en distintos establecimientos que le han abierto las puertas y permitido trabajar. “Aun cuando me gusta mi profesión, la cual, alcancé a practicar, mi pasión es la peluquería. Y a eso me he dedicado desde que llegué aquí”, destaca, asegurando que le ha ido bien y ha sentido el calor humano de las personas, “no he tenido problemas con nadie. No sé si sea por mi manera de ser, que le llego a caer muy bien a las personas que me rodean, pero desde mi llegada he tenido buenas amistades. La verdad no me iría de Riohacha ya que me tocaría comenzar de cero, aquí me siento cómoda, ya que estoy a un paso de mi familia. Así que puedo ayudarles y estar cerca de ellos ante cualquier emergencia. Aunque soy muy precavida, yo en este municipio sé por dónde andar y por dónde no”, menciona.
Al indagar sobre episodios de violencia o rechazo sufridos en Colombia dice que “uno como ser humano se debe dar valor. Porque si yo permito que una persona me juzgue o me señale eso dará inicio con la violencia y al maltrato. He sufrido bullying y señalamientos, pero no me afecta. He enfrentado el machismo del territorio y he analizado por qué se presenta. Además de los prejuicios que tienen hacia las personas trans y a eso debes sumarle el ser mujer”, menciona.
En este último aspecto nos cuenta “recuerdo hace mucho tiempo que saliendo de un trabajo que tenía cerca del centro de Riohacha, iba caminando por la calle, cuando unos chicos que se movilizaban por bicicleta me dijeron: ¿Me la quieres chupar? y yo quedé impresionada. Tanto que me pregunté si tenía un cartel en la frente que decía: Me revuelco con cualquiera y, pues… ¡No, señora!, yo soy una mujer que debe ser respetada. Yo a mi edad he vivido tantas cosas, pero este tipo de situaciones siguen siendo desagradables. Las personas deben entender que la educación inicia desde casa, junto con el aprendizaje de valores, y que lo que tú padeces, yo también lo padezco, lo que sientes, yo solo siento. Nosotros estamos en esta vida con un propósito”, indica.
Aun así, dice que vive cada momento y cada experiencia, porque aún cuando se puede enfrentar a problemas y a las luchas del día a día trata de “estar feliz, porque eso de la tristeza me aburre y me aturde. Vivo cada etapa al máximo y hasta donde quiero”.
Gisell quien con cada palabra desborda alegría cuenta que con el ánimo de conocer sus derechos y saber cómo enfrentar algún hecho de violencia en Colombia, decidió ser parte de Integra, una iniciativa de CARIBE AFIRMATIVO que surgió en 2019 como una respuesta ante los crecientes desafíos que planteaba el fenómeno de migración venezolana en Colombia y la invisibilización de las vivencias de población LGBTI migrante y refugiada. “Siempre estoy atenta a los talleres y los espacios de formación que se realizan, para estar informada y no permitir que ninguno de mis derechos como persona trans se vulneren por desconocimiento. Además, también conozco mis deberes dentro de la sociedad colombiana”, puntualiza, finalizando con un mensaje dirigido a otras mujeres trans que se encuentran en el país “luchen por lo que quieren, nunca dejen de perseverar, a pesar de que la vida nos ponga retos, debemos seguir con la frente en alto, sin importar ni denigrar cualquier trabajo que tengamos, siempre y cuando nos valoremos como seres humanos y nos cuidemos. ¡Luchemos y sigamos adelante, no simplemente por complacer a los demás!”.
Y con esta historia, el Turpial se despide de Riohacha y de Gisell, quien le contó un poco de su vida y de sus vivencias en Colombia, recordando con nostalgia a Venezuela, un país que lleva en el corazón y al cual visita anualmente para estar, por unos cuantos días, cerca de quienes la vieron crecer y han sido su motor en esta vida.