6 de diciembre de 2020. Con el lema: “solidaridad mundial, responsabilidad compartida”, conmemoramos el día mundial de la lucha contra el VIH y Sida, en su versión número 23, y por primera vez hacemos este acto de incidencia política en el marco de otra pandemia que tempranamente presenta los mismos rasgos, por la precariedad de nuestro sistema de salud pública y la poca inversión social: afectaciones a poblaciones más vulnerables, crecimiento de la desigualdad social, aumento de los niveles de estigma y discriminación, y falta de respuesta oportuna de los Estados a los niveles locales y nacionales.
En el marco de la pandemia del COVID 19 y sus efectos sin precedentes para la vida colectiva, dados por la incertidumbre que este genera en los procesos colectivos, el desaceleramiento económico y la fuerte afectación en la calidad de vida, particularmente de las personas en mayores situaciones de asimetría social, podemos hacer referencia a lecciones aprendidas del VIH y el Sida, con el que venimos conviviendo desde hace varios años y del cual tenemos mucho que aprender. Con el VIH y Sida, en su momento, ante el estancamiento de respuesta por parte de los Estados, las organizaciones civiles, desde su activismo social, lograron construir caminos para proponer acciones en materia de enfoque y atención, poniendo énfasis en los derechos humanos de las personas que lo padecen y en la consolidación de los esfuerzos en materia de prevención y no discriminación, con el fin de que los efectos pandémicos no pongan en riesgo la calidad de vida de las personas y logremos concretar el trabajo en la prevención.