El bienestar mental no es una cuestión privada, sino una problemática de salud pública y una situación urgente que debe ser reconocida ante el Estado y las instituciones públicas y privadas.
10 de octubre de 2023. La salud mental continúa siendo una preocupación a nivel mundial que impacta a cualquier persona sin importar su raza, credo, diversidad sexual u otro aspecto demográfico. Según las Estadísticas Vitales del DANE en el año 2021 fueron 1.863.551 personas solicitando servicio de acompañamiento psicológico, sin embargo, sólo 687.636 (el 36,9 %) fueron atendidas al menos una vez. Históricamente la salud mental es una fuente importante de discapacidad y mortalidad; por ejemplo, la pandemia aumentó aún más los factores de riesgo de los problemas de salud mental, como el desempleo, la inseguridad económica y el duelo y la pérdida. Sin embargo, no todas las personas lo viven de la misma manera, ya que al las personas LGBTQ+ no suelen contar con acceso digno en temas de salud mental.
El panorama actual continúa siendo desesperanzador, ya que Colombia no tiene un proceso efectivo de prevención en temas de salud mental desde un enfoque diferencial. Con la Resolución 4886 de 2018 a través del Ministerio de Salud y Protección Social se propone la Política Nacional de Salud Mental promoviendo un conjunto de metas al Plan Decenal de Salud Pública que favorezcan a la reducción de problemáticas de índole mental, ya que en la Ley 1616 de 2013 sobre el Derecho a la Salud Mental, no existían acciones claras sobre la forma en que se iban a lograr. Sin embargo, no fue hasta el 2020 que por medio del Consejo Nacional de Política Económica y Social se expidió la Estrategia para la Promoción de la Salud Mental en Colombia (documento CONPES 3992) destacando los problemas que tenía el sistema para ofrecer una salud mental integral a personas con sintomatología mental o trastornos psicológicos.
Complementando lo anterior, las Estadísticas Vitales del DANE también señalan el aumento que han tenido los suicidios a nivel nacional. En el 2022 hubo 3018 suicidios, con una tendencia moderada de aumento en relación con el período 2019-2021, cuando se presentaron 8727 casos, siendo los hombres quienes más se suicidan. Esta problemática lleva a considerar la forma en que es tratada la salud mental, ya que si bien los esfuerzos han evolucionado (como por ejemplo creando apoyo a través de líneas telefónicas o creando más publicidad hablando abiertamente de estos temas) aún queda una gran responsabilidad por transformar la realidad.
Es importante destacar que, si bien la pandemia trajo consigo múltiples aumentos en la sintomatología mental, no fue la causante de los altos índices de la falta de bienestar psicológico. Según el Director de la OPS, la falta de acceso a atención psicosocial tiene diversos factores, dentro de los cuales se encuentran: 1. La falta de inversión en el área, ya que sólo el 3% de los presupuestos de salud de los países se destina a la salud mental; 2. la falta del reconocimiento a la atención en la comunidad, ya que múltiples veces se sustituye con la medicación o los espacios psiquiátricos; 3. falta de personal de salud mental capacitado; y 4. la complejidad del acceso a los servicios para las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad.
El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, mencionó que en países de ingresos bajos y medios más del 75% de personas con problemas de salud mental no reciben ningún tipo de tratamiento, lo que lleva a considerar una necesidad urgente por mejorar el sistema de salud en asistencia a la salud mental. Sin embargo, no solo hay barreras de acceso por el nivel socioeconómico, sino también en referencia a la sexualidad y la diversidad de género. Según la encuesta sobre salud mental aplicada por el Instituto Williams de la Universidad de California y el Proyecto Colaborativo de Colombia a 4.687 personas LGBTI en Colombia, la salud mental de las personas LGBTQ+ es preocupante, ya que existe discriminación, exclusión, violencia verbal y psicológica, barreras de acceso y participación en espacios, que determinan la salud psiquica afectando el bienestar general.
La encuesta también señala que desde niños, niñas y niñes, la violencia ejercida a personas LGBTIQ+ provoca estragos en la salud mental, identificando que el 75% de las personas encuestadas sufrió bullying en su infancia por parte de sus pares o superiores; además, el 55% de las personas LGBTQ+ encuestadas en algún momento ha tenido pensamientos suicidas y 25% ha tenido al menos un intento. Por otro lado, continúan existiendo las mal llamadas “terapias de conversión” que buscan cambiar la orientación sexual de las personas diversas y dentro de la encuesta, el 21% afirmó que en algún momento estuvieron obligados a ir a este para recibir estas prácticas.
Por otro lado, son pocos los estudios que den cuenta de la salud mental en personas LGBTQ+, recurriendo a buscar información proveniente de otros países. En la encuesta del DANE “Salud en Colombia: un análisis de los efectos de la pandemia” (2021) podemos encontrar que la información ofrecida es general, sin tener en cuenta un enfoque diferencial e interseccional que permita visualizar o comparar los resultados, lo que permitiría dar un margen de entendimiento en las vivencias LGTBQ+ con su salud mental. Barrientos et al. (2019) exponen que en el caso de las personas trans en América Latina no se evidencia revisiones en español significativas actuales de la literatura científica global sobre factores relacionados con la salud mental.
Lo anterior lleva a varias problemáticas, ya que no existe una adecuada información sobre lo que sucede con el bienestar mental de las personas LGBTQ+ y datos efectivos, lo que complejiza crear estrategias que apoyen a visibilizar esta realidad. Vázquez, Caleb & Alfonso (2018) citan distintos estudios de otros países en donde reconocen que existe en la población de personas LGBTQ+ una prevalencia en identificar síntomas psicológicos como la depresión, la ansiedad, la ideación suicida, el uso de sustancias y a sufrir problemas psiquiátricos asociados a las experiencias de discriminación, prejuicio y estigmatización percibidas y/o experimentadas en sus vidas.
La prevalencia de la sintomatología o del impacto en el bienestar son causadas por un sistema patriarcal y hegemónico que configura las normas y las formas de comportamiento en la sociedad. En este sentido, dentro de la misma población se construye la homofobia interiorizada bajo las primicias de lo que es ser hombre y mujer, lo que es soportado por Pineda (2022) exponiendo que los síntomas de depresión y ansiedad se vinculan con la discriminación interseccional, produciendo una mayor vulnerabilidad individual y colectiva de personas gais, bisexuales y HSH que afecta directamente a su salud psicosocial. Esto como producto de la discriminación, la homofobia, la marginación y la exclusión social.
Otro de los problemas a los que se enfrentan las personas LGBTQ+ es contar con profesionales de la salud mental que tengan conocimientos desde una perspectiva de género. En un estudio realizado por Esteban, Jiménez y Matos (2017) en donde analizaron un conjunto de estudiantes graduados de psicología en práctica clínica, encontraron que el 76% no contaba con la capacidad para reconocer sobre orientación sexual y expresiones de género diversa y solo el 12% habían cursado un curso electivo sobre el tema. Por ello, es comprensible el temor a acceder a un servicio que no genera garantía, ya que socialmente en la educación básica, media y superior, las temáticas sobre sexualidad continúan siendo un tabú para ejecutar en las aulas de clase.
Es pertinente traer a colación que en mayo de 2022 la OPS estableció la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y COVID-19. Esta Comisión integrada por 17 expertos de gobiernos, sociedad civil, el mundo académico y personas con experiencia de vida en salud mental, realizó un reporte para la OPS sobre cómo promover la salud mental en la región durante y después de la pandemia siendo algunos de los puntos claves adoptar un enfoque transformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental e implementarlo en todas las políticas del país sin distinción del área.
El desafío en Colombia es tener propuestas que favorezcan los derechos de las personas LGBTQ+, incluyendo la salud mental. Hay que recordar que el bienestar mental no es una cuestión privada, sino una problemática de salud pública y una situación urgente que debe ser reconocida ante el Estado y las instituciones públicas y privadas. Reconocer la falta de acceso que tienen las personas LGBTQ+ no solo de las ciudades, sino de la ruralidad considerando la diferenciación contextual, es necesario entendiendo la recomendación de la OPS de no solo basarse en tratamientos médicos, sino en procesos comunitarios que permitan una resignificación al bienestar integral. Desde Caribe Afirmativo, reconocemos la deficiencia en el acceso a Derechos que tienen las personas LGBTQ+, pero también nos comprometemos a seguir visibilizando estas problemáticas hasta promover un desarrollo humano integral, equitativo y sostenible que permita a todos, todas y todes vivir con dignidad.
Referencias
Barrientos, J. (2016. Situación social y legal de gays, lesbianas y personas transgénero y la discriminación contra estas poblaciones en América Latina [Ebook] (2ª ed., p. 25). Chile. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=293345349015
Vázquez-Rivera, M., Caleb, E., & Alfonso, J. T. (2018). Hacia una psicología libre de paños tibios: actitudes, prejuicio y distancia social de psicoterapeutas hacia gays y lesbianas. Perspectivas en psicología, 15(1), 15-24.
Pineda, J. E. R. (2022). Salud psicosocial de la población de gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH) en Colombia. Revista Colombiana de Psiquiatría.