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Reimaginar la familia es un acto político

15 de mayo de 2025. La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 1993 el Día Internacional de las Familias con el objetivo de reconocer su papel fundamental como unidad básica de la sociedad y principal agente de socialización en las etapas tempranas del desarrollo humano. Sin embargo, contrariamente a lo que suele asumirse, la familia dista de ser una institución transhistórica u homogénea. Por el contrario, se trata de un constructo social dinámico cuyas inicio y función surge a raíz de condiciones históricas, económicas y políticas específicas, como la creación de los Estados-Nación. 

Al abordar el concepto de familia, resulta ilustrativo considerar la definición propuesta por el antropólogo George Murdock, quien la concibió como una unidad basada en la cooperación económica, la reproducción biológica y la unión de dos adultos de “sexos distintos”. No obstante, esta perspectiva refleja un modelo particular -la familia nuclear heterosexual- que ha sido instrumentalizado para perpetuar la reproducción de fuerza de trabajo, el mantenimiento de jerarquías sociales y el disciplinamiento de los cuerpos. Bajo este paradigma, nociones como la monogamia, el ascenso social, el amor romántico y la heterosexualidad han servido como pilares para consolidar un orden social que naturaliza la explotación y la desigualdad.

Las familias hegemónicas han funcionado desde su concepción como dispositivos de control y opresión, particularmente para mujeres y personas LGBTIQ+. En estos espacios se ejercen violencias sistemáticas destinadas a preservar el orden patriarcal y heterocisnormativo. Un ejemplo lo constituyen las personas LGBTIQ+ que se ven obligadas a silenciar su identidad de género u ocultar su orientación sexual para mantener su filiación familiar. De igual forma, las mujeres lesbianas y bisexuales migrantes en Colombia frecuentemente enfrentan chantajes económicos en los cuales se les pide el envío de remesas para mantener el contacto con sus hijos e hijas.

Frente a este panorama, diversas autoras han planteado alternativas transformadoras. La antropóloga Marcela Lagarde menciona que, el rol opresor de las familias puede ser resignificado como espacios de resistencia y reivención, transformando su función social actual. En sintonía con esta visión, la filósofa Judith Butler argumenta que las estructuras familiares son construcciones sociales susceptibles de ser reimaginadas, destacando la existencia de múltiples formas de parentesco y afecto más allá del modelo nuclear.

En la práctica, estas reflexiones teóricas se materializan en experiencias concretas. Las redes de crianza comunitaria emergen como colectivos que redistribuyen el trabajo de cuidados no remunerado, desafiando la privatización de la vida doméstica. Por su parte, las familias cuir se configuran a partir de vínculos elegidos que rechazan jerarquías de género y roles fijos, oponiéndose a la lógica actual de la familia tradicional. Para las personas LGBTIQ+ migrantes que enfrentan rechazo familiar, estas alternativas se traducen en la creación de hogares solidarios donde el apoyo mutuo y la cooperación económica sustituyen los lazos biológicos.

Sin embargo, las condiciones de precariedad en que surgen estas redes revelan la resistencia del sistema a reconocer modelos no hegemónicos. Esta situación plantea interrogantes fundamentales sobre el alcance real de los avances legislativos en materia de derechos LGBTIQ+. ¿Están estas conquistas transformando las estructuras de opresión o simplemente reformando un sistema que sigue privilegiando la familia tradicional?

Una transformación genuina requiere una disputa política que cuestione al tiempo, las normas de parentesco y las condiciones materiales que las sostienen: la división sexual del trabajo, la mercantilización de los cuidados y la violencia institucional. En Caribe Afirmativo, entendemos la familia como una construcción social en disputa capaz de desafiar la heterocisnormatividad, la explotación y las opresiones arraigadas. Por eso, nuestro trabajo se guía por principios de solidaridad cuir y corresponsabilidad, promoviendo vínculos basados en el cuidado colectivo, la autonomía afectiva y la justicia social como alternativas al modelo hegemónico.

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