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Redes de solidaridad cuir: Resistencia y cuidado frente a la migración forzada

18 de diciembre de 2024. A medida que los flujos migratorios mixtos aumentan en todo el mundo, también crecen los discursos de odio y la discriminación hacia las personas migrantes. Estas son estigmatizadas, excluidas y precarizadas, lo que da lugar a prácticas de desprecio y criminalización. Estos fenómenos evidencian cómo sectores políticos y sociales instrumentalizan la migración para promover posturas anti-derechos. Aunque estas posiciones suelen asociarse a agrupaciones de centro y extrema derecha, incluso algunos partidos progresistas han apoyado medidas contrarias a los derechos humanos y la inclusión.

En este contexto, los países que reciben el mayor número de migrantes, como los de la Unión Europea y Estados Unidos, han endurecido sus políticas migratorias en los últimos años. Estas políticas refuerzan la percepción de las personas migrantes como “extrañas” que amenazan los cimientos del proyecto de estado-nación. Además, promueven la idea de que la “validez” de la existencia migrante debe medirse únicamente por su aporte a la fuerza productiva, perpetuando inequidades y dejando de lado las necesidades específicas de quienes se ven forzados a desplazarse debido a violencia estructural, sistemática y simbólica, agravada por las múltiples intersecciones de sus identidades.

Es evidente que la migración forzada está compuesta mayoritariamente por personas que enfrentan diversas formas de violencia en sus países de origen. Estas violencias están profundamente ligadas a factores como la precariedad laboral, los proyectos coloniales que persisten, la división sexual del trabajo y el prejuicio sexual y de género sustentado en la heterocisnormatividad. La población LGBTIQ+ es especialmente vulnerable, enfrentando la falta de garantías incluso en países con avances legislativos. Por ejemplo, en Estados Unidos, pese a contar con una aparente protección legal, se han presentado más de 500 iniciativas legislativas anti-trans en los últimos años.

Ante esta embestida global coordinada que desprecia y criminaliza las vidas LGBTIQ+ migrantes, es urgente construir y fortalecer redes de solidaridad que protejan a estas identidades que se buscan exterminar. Desde siempre, las personas cuir han tejido redes de apoyo mutuo. Un ejemplo histórico es el inicio de la pandemia del VIH, cuando mujeres lesbianas asumieron el cuidado de hombres gais rechazados por la sociedad y abandonados por los gobiernos. Más recientemente, las redes cuir han manifestado su solidaridad con el pueblo palestino, resistiendo al “pinkwashing” y los discursos arabefóbicos que intentan deslegitimar este apoyo.

En el caso de Caribe Afirmativo, hemos trabajado para construir redes de solidaridad entre personas cuir migrantes y las comunidades de acogida. A través de procesos comunitarios, hemos fomentado encuentros e intercambios entre personas venezolanas y colombianas, consolidando iniciativas colectivas para prevenir violencias de género y resignificar las vidas de mujeres trans y travestis, quienes enfrentan las mayores violencias en los procesos de integración social. Esto ha permitido que las personas migrantes sean reconocidas como sujetas de derechos y ocupen espacios de toma de decisiones más allá de su valor productivo.

Para avanzar hacia redes universales de solidaridad cuir, es fundamental adoptar ciertos principios. Primero, la interseccionalidad debe entenderse como una imbricación de experiencias, no solo como una acumulación de identidades. La solidaridad no puede limitarse a un grupo específico, sino que debe abarcar todas las luchas sociales. Segundo, es necesario resignificar el concepto de autocuidado, alejándolo del individualismo neoliberal y recuperándolo como un acto de resistencia comunitaria. Este debe orientarse a desafiar sistemas opresivos, construir colectivamente espacios de cuidado mutuo y entender que los derechos de una persona están intrínsecamente ligados a los de las demás.

Finalmente, es imperativo materializar un sistema transnacional de cuidado que supere la fragmentación de las respuestas a las crisis migratorias. Esto incluye atender necesidades humanitarias, promover la integración social y construir memoria colectiva de manera articulada. Es clave abolir la concepción tradicional de la familia, abrir espacios de soporte emocional para quienes enfrentan mayores afectaciones psicosociales, preservar saberes culturales de las personas migrantes y ocupar espacios de decisión para erradicar la herencia colonial que perpetúa inequidades en el sur global.

Aunque estas metas puedan parecer utópicas, la solidaridad no es ajena a los marcos jurídicos y políticos que guían la respuesta hacia las personas LGBTIQ+ migrantes. Instrumentos como la Declaración de Cartagena de 1984 y sus complementos han incorporado conceptos como “ciudades solidarias” y “fronteras solidarias”, reflejando la tradición de solidaridad en las Américas.

En este Día Internacional de las Personas Migrantes, desde Caribe Afirmativo hacemos un llamado a los Estados y actores involucrados en la respuesta migratoria a honrar sus compromisos con las poblaciones históricamente excluidas. Continuaremos apostando por construir redes de solidaridad cuir que reconozcan y dignifiquen las vidas de las personas LGBTIQ+ migrantes, al tiempo que desmantelamos los sistemas de opresión que las precarizan y excluyen.