28 de agosto de 2021. El Gobierno colombiano sorprendió recientemente con el generoso ofrecimiento de recibir personas afganas huyendo de la crisis político-social que vive su país. Colombia será uno de los países que acogerán a ciudadanía afgana que solicita asilo en Estados Unidos. Se trata de una estrategia en la que terceros países les recibirán temporalmente mientras tramitan el reconocimiento de la condición de refugiadas en ese país, como una forma de corresponsabilizarse por el control territorial e invasivo ejercido durante más de 20 años en Afganistán. En particular, la estrategia responde a compromisos adquiridos en materia de protección a grupos poblacionales determinados, que a su vez será compleja y tomará tiempo. De esta manera, Colombia accedió a participar de este proceso en razón de su política de colaboración con Estados Unidos que deviene de una relación histórica de cooperación, así como por la posibilidad de recibir recursos de cooperación internacional. Pero debe ser claro, que así sea una instancia temporal, no se pude poner en riesgo la integralidad de sus derechos, deben ser plenos, realizables y exequibles.
Sin embargo, más que un gesto de cálculo político para acercar a los dos gobiernos, es necesario que el Estado en su conjunto, y la sociedad colombiana, entiendan que esta decisión nos obliga a generar reflexiones profundas y cambios estructurales. La ciudadanía afgana huye de represiones, prejuicios, falta de garantías a la libertad y abusos de un régimen machista, patriarcal y homofóbico, situaciones que también se enfrentan en Colombia -guardando las proporciones-, por ello urge exigir lo siguiente:
- Bajo la premisa que quienes se desplaza son mayoritariamente mujeres o personas que profesan religiones diferentes al islam o se asumen desde la diversidad sexual y de género, el gobierno tiene que garantizar una atención integral con enfoque de género que incluya parámetros de pluralidad religiosa.
- Ante la urgencia de restituir sus derechos y a la vez garantizar libertades que históricamente les han sido negadas, es necesario articular procesos y redes de apoyo con organizaciones de mujeres, LGBTI y de libertad de cultos, para que acompañen como garantes todo el proceso de integración de estas personas.
- Teniendo en cuenta el reto de entrar en diálogo con un país oriental, por ser una cultura diferente, se deben garantizar que su estancia en Colombia permita el ejercicio de sus derechos culturales, sin imponer formas o prácticas occidentales, y que cuenten con las condiciones para ejercerlos, sin detrimento o riesgo de ser cuestionadas.
- Por la carga emocional, simbólica y comunitaria que tiene dejar el territorio para asumir la vida temporal o permanentemente en otro, que estructuralmente es diferente, es necesario que los espacios de acogida estén libres de violencias basada en género y de prejuicios relacionados con su orientación sexual, identidad o expresión de género.
- Ante el significado de la cosmovisión para el proyecto de vida de las personas y también el legítimo derecho de expresarla desde la libertad, entendiendo que sus opciones religiosas son también motivaciones para huir, se deben garantizar los espacios y medios para la profesión de su fe, desde los principios de la libertad de cultos.
- Ante el ofrecimiento de las ciudades de Barranquilla, Bogotá y Cartagena como los lugares de estancia de las personas en tránsito, es necesario preparar a las comunidades de acogida y sus entornos para reconocer las particularidades sociales, culturales y políticas de las personas afganas y construir protocolos que les den seguridad de manera integral.
- Con la claridad que su movilización es causada por una crisis político-social y por persecución por motivos de género o religión, es necesario evitar cualquier señalamiento político o vinculación de ellos y ellas a la situación geopolítica de la región de la que huyen, y cuidarse de usar su causa para enarbolar banderas políticas y sectarias.
- Entendiendo que se requiere una acogida que garantice su dignidad y restituya sus derechos, se debe procurar en todo el tránsito migratorio garantizar acompañamiento integral psicosocial, individual y colectivo. Este acompañamiento debe desarrollarse en su lenguaje, respetar su cultura y reconocer la diversidad sexual, identidades y expresiones de género, así mismo como de la libertad de cultos.
- Dados los niveles de violencia de Colombia como país de tránsito y acogida, la falta de garantías a los derechos de las mujeres y las personas LGBTI y la imposición de prácticas religiosas a la hora de otorgar algunos servicios, es necesario garantizar la seguridad integral, eliminar cualquier asomo de prejuicio por su género o diversidad sexual y blindarlos de las acciones de los grupos armados que suelen poner en mayor riesgo a las personas migrantes y refugiadas, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad.
- Si bien se anuncia un paso transitorio, que no tiene una temporalidad definida, que de seguro motivará a que algunos se queden en Colombia, es necesario articularles a los procesos de acogida y a la vez hacer los ajustes necesarios a las medidas que ya se aplican a la ciudadanía venezolana e incluso a quienes provienen de Haití que han llegado en los últimos días, para que el país actualice su plan integral de atención en movilidad humana con perspectiva de derechos y enfoque de género y diversidad sexual, permitiendo hacer de su paso y estadía por el país garantía para su ciudadanía plena.
Esperamos que este ejercicio coyuntural sea la posibilidad para que el Estado colombiano transforme sus prácticas cotidianas negadoras de derechos humanos, ponga freno a los discursos de odio y aplique con eficacia los compromisos internacionales suscritos y la normatividad interna. En este sentido, es necesario que se adopten medidas concretas, se reconozca la diversidad sexual y de género, y el respeto a la libertad y a la autonomía personal. Así, este tipo de medidas permitirán responder a la crisis de manera adecuada y con respeto a los derechos humanos, para que sean reflejo de unas prácticas internas, que ya existen y se garantizan, asumiendo el compromiso de la respuesta solidaria internacional a nacionales de otros países.