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Rechazamos las formas de violencias que coartan las maneras de vivir de los menores LGBTI

12 de agosto de 2020. El pasado 30 de julio Luis Álvarez, un adolescente de 17 años, se encontraba caminando el en su barrio Altos del Rosario en la ciudad de Sincelejo, cuando un vecino, un adolescente de la misma edad, empezó a insultarlo por su orientación sexual, como estaba acostumbrado, se había convertido en un hábito.

Luis había soportado las agresiones verbales por ser y reconocerse como gay, bajo la atenta y silenciosa mirada de vecinos y vecinas, amigos y amigas. Reiteradamente escuchaba palabras como “loca, maricón, mariquita”, entre otras de las expresiones despectivas y normalizadas en el Caribe Colombiano. Hastiado, iracundo, y molesto ese jueves 30 decidió responderle y defenderse ante las humillaciones, pero el otro adolescente tomó un machete. Ante la situación inesperada Luis quedó sorprendido y paralizado, pensó inocentemente que sería una amenaza, otra forma de violencia “normal” en estos territorios y realizada por el individuo para demostrar “superioridad”. Empero, el joven usó el machete para realizar un movimiento intencionado que terminaría arrancando la mitad de su brazo.

“Sentía que era una película, que no era conmigo” afirma Luis, narrando que gritó buscando ayuda, anonado y preocupado. Varias personas lo auxiliaron y fue desplazado a la Clínica Santa Marta. Lamentablemente, perdió su brazo. El 05 de agosto regresa a su barrio, aunque recibió una calurosa bienvenida por sus vecinos y vecinas, la realidad demostrada que su agresor estaba en libertad, un riesgo para su vida.

El sujeto activo de esta conducta con gran reproche social era un menor de edad, por lo cual en el momento de su aprehensión por parte de la Policía Nacional no hubo acompañamiento del ICBF lo cual generaría un error de procedimiento. La ausencia en este territorio de un centro especializado en la atención de jóvenes que realicen actos delictivos es otro jaqué para el asunto.

Esta situación es alarmante y genera una enorme preocupación en referencia a las vivencias y experiencias de los y las jóvenes LGBT, envueltas en una constante discriminación y un acoso sistemático. Para el 2019 Colombia es segundo país de americana latina en donde más son los casos de violencias a personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales, el Caribe Colombiano se han registrados casos de violencias a jóvenes LGBT que en algunos casos han terminado en la muerte de algunos de ellos. En lo que va del año 2020 el 80% de los casos registrados por esta organización se da en ciudadanos y ciudadanas entre los 14 y 28 años, puesto que existe una visión errada en la cual las personas LGBT son sujetos depositarios de violencias.

Estas dinámicas de agresión a NNA LGBTI que se extiende a las personas adultas en gran parte se dan por los prejuicios establecidos en los entornos comunes, tales como la familia, las escuelas, el barrio, entre otras, que llevan a la normalización de la violencia, al silenciamiento y a la percepción de poder usar la fuerza sobre los cuerpos de las personas sexualmente diversas.

Bajo los datos conocidos y con la evidencia clara del caso de Luis, se denota en la necesidad de intervenir en formas de erradicación del prejuicio, en consecuencia, de la discriminación y la exclusión, por eso un llamado que se tiene al Estado colombiano en cabeza del gobierno nacional y los territoriales en invertir y fortalecer de manera urgente en cultura ciudadana basada en el respeto de la diversidad como un eje para la construcción de paz, de tal manera la discriminación y este tipo de acto nunca se normalicen; más aún, habilitar rutas claras para la exigibilidad de derechos.

Este último toma alta importancia, puesto que el grado de denuncia de los hechos relacionados con NNA LGBTI o aquellos que esta en proceso de su autorreconocimiento es alto, en vista a las presiones sociales y mal uso del derecho de corrección de los padres, los cuales han creados contextos violentos, un flagelo enorme pues tiene como resultado el silenciamiento y el aumento de riesgos sobre la vida y las formas de vivir. Es fundamental que se genere un compromiso por la institucionalidad y la ciudadanía de los derechos de los menores como la acción clave para eliminar cualquier forma de violencia.

A lo anterior, esta organización presenta en la agenda pública la necesidad de enseñar desde los hogares, como la primera institución y eje fundamental en la educación con valores a respetar y a buscar formas alternativas del conflicto. Asimismo, el reconocimiento de las personas LGBT como sujetos de derechos para empezar a contrariar estas acciones tan lamentables entre vecinos y construir sociedad más incluyentes y pluralistas.

Es destacable que la actualidad la salud mental se convierte en un acápite importantísimo en la construcción de las personas, convirtiéndose en una parte integral especialmente en los niños, niñas y adolescentes porque están en el proceso de autorreconocimiento y establecer cimiento, por ello notablemente es necesario elaborar acciones para prevenir la violencia, no solo física sino simbólica y mental.

El acompañamiento jurídico y psicosocial a Luis lo ha realizado la organización Sucre Diversa, quienes abanderan este proceso y le agradecemos su entrega por buscar las maneras para que el caso no quede la impunidad y su compromiso por erradicar la discriminación y la violencia sistemática sobre personas LGBT en el departamento.

No es posible pasar por alto realizar un llamado de atención a las autoridades para que en este caso se tomen las medidas correspondientes para que no exista impunidad, al mismo tiempo, exhortamos con vehemencia que se inicie la construcción de medidas preventivas para que situaciones como estas no se vuelvan a repetir.

De manera urgente es necesario intervenir en las escuelas y formar a los padres perteneciente a los establecimientos educativos en diversidad sexual, identidad y expresión de género, y se activen por parte de los gobiernos locales programas de salud mental individual y colectivo para prevenir estas violencias.  Por último, comprender el papel de las familias en la transformación de la región y la vida de la ciudadanía, por lo tanto, el escenario ideal de acogida para el reconocimiento de los derechos de la diversidad en donde se pueden construir escalas de valores dándole prioridad al respeto, la tolerancia y la aceptación.

Como recomendación por parte de esta organización, el Estado Colombiano debe garantizar y respetar los derechos de los menores LGBT, por tanto, es fundamental la creación de mecanismo de formación de padres de familias e hijos y vecinos para que el crecimiento de los menores LGBT en los entornos sociales no se vea permeados por la violencia y la discriminación sistemática.

¡Como personas tenemos el derecho a que nuestras vidas no haya violencia sobre las decisiones, las formas de amar, de vivir, de sentir y de construirnos!