03 de mayo de 2021: En el marco del mes de la afrocolombianidad queremos recordar el informe “Nos decían tras de negras, maricas: Experiencias e impactos del conflicto armado en personas Afro LGBT del Sur Pacífico de Bolívar y del pacífico Sur Colombiano”. Documento que se hizo en alianza con el Instituto Raza e Igualdad y Derechos Humanos, en adelante Raza e Igualdad, la Fundación Afrodescenciente por las Diversidades Sociales y Sexuales (Somos Identidad) y Arco Iris de Tumaco y se presentó ante la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, CEV, el pasado mes de marzo del presente año.
Este informe que se sostiene a partir de las voces de las víctimas que se reconocer como personas LGBTI y se reconocen como personas afrodescendientes, negras, palenqueras y raizales, en adelante Afro LGBTI, que vivieron violencias desproporcionadas y diferenciadas con razón de su etnia y orientación sexual o expresión de género diversa. Es así como esta compilación y análisis se convierte en un aporte a la construcción y definición de un enfoque interseccional, que más allá de ser un enfoque teórico es una herramienta clave que debe ser transversalizada cuando se habla de transiciones de conflicto armado en tiempos de paz, es decir, cuando los componentes de verdad, justicia, reparación y no repetición se pueden materializar en una paz estable y duradera.
Geográficamente este informe se construyó en las regiones donde las organizaciones tienen incidencia: siendo estas el Sur de Bolívar, Valle del Cauca, Nariño en el Pacífico Sur colombiano. Sin embargo, en este texto nos vamos a enfocar en el contexto de los municipios del Sur de Bolívar, siendo este el territorio donde Caribe Afirmativo tiene mayor incidencia. Brevemente esta región del país cuenta con amplios paisajes que colindan con los puertos del río Magdalena, la minería y durante los años del conflicto armado fue territorio disputado entre las AUC y el ELN, en dónde el control territorial además de sembrar miedo en las personas, consistió en tomar poder de sus riquezas económicas e instaurar economías ilícitas como el cultivo de coca.
Así las cosas, nos encontramos con un territorio rico en diversidad y economía rural pero que históricamente ha sido azotado por el conflicto armado y padecido los enfrentamientos entre diferentes grupos legales e ilegales, porque también hay relatos que documentan agresiones por parte de la fuerza pública contra la población civil. Entre los hechos violentos más fuertes se encuentra gran cantidad de masacres, desplazamiento forzado, de miles de personas entre los noventa y la primera década del 2000, secuestros y estrategias de guerra que consistían en torturar a campesinos y campesinas o cualquier persona que infringiera o cuestionara el orden de los grupos armados y a través de su ejecución o tortura como escarnio público, este se convertía en método para asustar a las demás personas y mantener el control bajo el régimen del miedo y el terror.
No obstante, es preciso responder la pregunta que contiene el titulo de el presente artículo. El conflicto armado afectó profundamente a varios tipos de poblaciones, pero en especial a las mujeres, etnias, afro y personas LGBT que vivieron violencias diferenciadas por razones de su raza, etnia, orientación o expresión de género diversa y su condición de sexo o género, lo cual evidencia la violencia y exclusión histórica que han vivido en los distintos escenarios. Partiendo entonces de que en la historia afrocolombiana las dinámicas de la esclavitud surgieron ideas racistas infundadas en un orden patriarcal en el que se introdujo un sistema binario que aún persiste a lo largo de la historia. En ese sentido esta intersección entre sexo/género/raza favoreció el sostenimiento de un sistema jerárquico, a través de la racialización del sexo, para establecer el control y el comportamiento sexual de los sujetos subordinados. De ahí que las prácticas de esclavitud hacia los hombres se dirigieran a cuerpos con capacidad física y fuerza en el trabajo, mientras que las mujeres fueron ocupadas en labores del cuidado y en espacios privados. De este modo, aún se mantienen imaginarios en relación a las personas afrodescendientes y la feminidad que permanecen en la actualidad con base en ideologías que subordinan la raza, el sexo/género y la sexualidad.
En el proceso del mestizaje los hombres blancos tuvieron una apropiación de estas ideologías sobre los cuerpos de las mujeres afro e indígenas a través de la violación, de ahí que esto radique en la idea del cuerpo femenino y racializado como un objeto de sexualización. Ahora bien, estas ideas discriminatorias fueron utilizadas en el marco del conflicto armado para ejercer control sobre los cuerpos y las expresiones de diversidad sexual y de género de personas afrodescendientes. Especificamente estás violencias fueron:
–La hipermasculinización de los hombres: Considerar que ser gay o tener una orientación sexual diversa para el imaginario de los hombres negros es más posible en personas blancas, mientras que cuando se trata de un hombre afro con una orientación y expresión de género diversa, no es aceptado, es mal visto, es como si se dejara de ser negro, por la supremacía de la fuerza y de cualidades viriles asociadas al prototipo de hombre negro establecido durante la esclavitud.
-La hipersexualización de las mujeres: En la cual sus cuerpos son despojados de la humanidad para situarlas en una posición de subordinación frente a su sexualidad. Además, bajo esa idea perversa que justifica la violación, la agresión y la impunidad.
–La idea de la “sexualidad negra promiscua”: que se acompaña de la exotización y erotización del cuerpo y de las prácticas sexuales con base a la resistencia que hace la tradición afrodescendiente a la censura de la sexualidad.
–La ideología del mestizaje como una herramienta de regulación que se privilegia del blanqueamiento, que da lugar a la visibilidad y mayor riesgo a los cuerpos racializados.
En síntesis, se impone la idea de la heterosexualidad como algo normal y atributo esencial para ser afrodescendiente y se percibe como “desviación” cualquier expresión de género diversa que incumpla con el binario masculino=hombre y femenino=mujer.
Así las cosas, se identifica entonces una violencia por prejuicio que se de tradujo en amenazas, violencia sexual, desplazamiento forzado, los feminicidios y sus tentativas contra personas afrodescendientes con diversas OSIGEG y diversas violencias en la medida que estuvieron motivadas por prejuicios que se sustentaron en imaginarios sobre las personas afrodescendientes, buscando excluirlas, eliminarlas, expulsarlas o corregirlas. Como también buscaron inferiorizar, y generando un impacto simbólico o mensaje social que las personas con dichas características son de “menor categoría” y finalmente seleccionar a sus victimas con base en dichos prejuicios, bajo la premisa de que tal selección es coherente a los objetivos del grupo armado.
De este modo, intentar responder a la pregunta sobre ¿Qué significa ser una persona afro LGBT en el contexto del conflicto armado? Implica un estudio histórico sobre las dinámicas de esclavitud impuestas globalmente por la colonización, las nociones binarias y los imaginarios arraigados que persisten y son adoptados por los grupos armados para ejercer violencias diferenciadas contra la población afro LGBT, afianzados en imaginarios sociales que excluyen, violentan y aumentan su vulnerabilidad frente a los contextos que guerra.