Reflexiones sobre la implementación de procesos de Medios de Vida con personas LGBTIQ+
1 de septiembre de 2022. Según el Servicio Jesuita para Refugiados (2017)[1] los Medios de Vida son todas aquellas actividades que realizan las personas para ganarse la vida, así como las capacidades, habilidades, capitales o activos que tienen que les permiten asegurar sus necesidades básicas de forma sostenible y digna para hacerle frente a tiempos difíciles, procurando el ejercicio de su ciudadanía y el pleno goce de sus derechos. Esto implica que se generen estrategias de manera individual y/o colectiva para adquirir los insumos, materias primas, habilidades y conocimientos que garanticen su autosuficiencia.
Los Medios de Vida para las personas LGBTIQ+ que viven en contextos de vulnerabilidad, suponen aspectos diferenciales y complejos debido a la discriminación sufrida por su orientacion sexual, expresion y/o identidad de género diversas, que limitan el acceso y permanencia en entornos económicos, educativos y laborales, por lo que brindar insumos o herramientas para emprender son fundamentales para reponerse ante las necesidades económicas; sabiendo que la existencia de los mismos no es suficiente para construir un proceso de valor alrededor de un producto o servicio y que eso los lleve a generar impacto positivo a nivel de contexto.
Es así que se considera importante debatir sobre la existencia y conveniencia de la delgada línea que existe entre los Medios de Vida, la filantropía y la utilidad económica. Sobre todo, desde el modelo filantrópico que conoce la problemática, pero que no genera recursos propios y necesita ser sostenido por sujetos externos en el tiempo, asociados casi siempre a grandes empresas que quieren contribuir de alguna manera para remediar sus acciones e impactos a través de acciones humanitarias sin ánimo de lucro, pero que no necesariamente generan o agregan valor de forma auto generativa, constante y sostenida.
En el caso de la utilidad económica, se parte de la idea sobre la métrica del éxito de un negocio con respecto a las utilidades que este genera. Sin embargo, ¿Qué tendría que hacer una persona para lograr tal objetivo? En entornos de alta vulnerabilidad social y económica; las violencias basadas en prejuicios, la desigualdad y los problemas sociales se acentúan porque hay una disociación con el objetivo que se persigue a tal punto que se naturaliza al otro como un rival. Esa división no ha permitido pensar formas para enfrentar los problemas sociales que existen y no lo permitirá porque no es su interés principal.
Desde Caribe Afirmativo se considera que los negocios y el impacto social no son necesariamente contrarios, pero es indispensable adoptar posturas que promuevan los derechos humanos, en los que se valide la resiliencia como un componente integral para la superación de situaciones adversas derivadas de la vida cotidiana y las herramientas de afrontamiento a la discriminación.
Si bien es cierto, el marketing, las finanzas, las tecnológicas y la gestión humana empresarial son claves para crear productos y servicios a sus consumidores no necesariamente con ello generan acciones positivas. Por esto, cada vez más, cobra sentido situar el proceso como una oportunidad para enfrentar una problemática social, a la vez que sea posible pensar modelos basados en la asociatividad, economía circular y colaborativa; que posea una perspectiva comunitaria que permita potenciar los saberes empíricos, ancestrales, artísticos, culturales y/o productivos de manera dialógica frente a las dinámicas de las personas en relación a sus historias de vida, principales vulneraciones de derechos y los factores de riesgo a los que se enfrentan las personas LGBTIQ+ en estos contextos, identificar las características particulares de la habitabilidad de los espacios y los desafíos en cuanto a la comercialización de productos y servicios.
Incorporar un modelo sistémico donde las utilidades son una herramienta más para comprender la problemática social, significa que el principal interés son las personas más que los recursos y que es necesario realizar cuestionamientos al sistema mismo y a las relaciones de género.
“Yo trabajaba en un restaurante, atendía cocina y hacia el aseo, al principio me ponían cara porque era venezolano y luego fue peor porque se enteraron de que era gay… ¿Uno qué hace ahí? Me tocó buscar otra forma de ganarme la vida. (…) Yo sé hacer fritos y gracias a Dios vivo de ellos, los vendo por la noche donde una vecina y eso como llega la gente ahí” Hombre gay, Cartagena.
Los Medios de Vida siempre han existido, antes quizás bajo otros conceptos o parámetros propios de cada época, pero siempre han permitido sostener familias, crear redes de apoyo, potenciar un saber o generar una experticia popular sobre la elaboración de un producto o servicio. Seguiremos reflexionando sobre los Medios de Vida basados en los derechos, diversidades, oportunidades, historias de vida y en las economías colaborativas que incomodan al sistema capitalista y patriarcal.
[1] SERVICIO JESUITA A REFUGIADOS, Manual Medios de Vida (en línea), Bogotá, 2003, 19 p. (Consultado el 24 de agosto de 2022). Disponible en Researchgate, https://www.researchgate.net/publication/322628295_Manual_Medios_de_Vida