Salir del clóset puede ser una situación liberadora para las personas LGBTIQ+, pero también puede implicar riesgos en sus experiencias de vida. Es necesario mitigar estos retos hasta que vivir la diversidad sexual y de género de forma libre y segura sea la norma.
10 de octubre de 2023. En un contexto de acciones anti-derechos LGBTIQ+ en 1988 en Estados Unidos, Robert Eichberg y Jean O’Leary, líderes LGBTIQ+ de Los Ángeles en esa época, decidieron lanzar una iniciativa positiva para contrarrestar los discursos de odio, basada en celebrar la salida del armario. Desde entonces, en el mundo hemos conmemorado el Día internacional para salir del clóset durante 35 años. En el marco de este día, surge la pregunta entre nuestros amigos, amigues y amigas sobre qué significa para ellas el hecho de salir del clóset y, también, cuáles son sus percepciones respecto a este concepto y momento importante en las vidas de la mayoría de las personas LGBTIQ+. Alrededor de esta reflexión, hemos encontrado diferentes posturas y posiciones políticas de vida.
En primer lugar, como se mencionó previamente, este concepto fue creado con una carga positiva, que pretendía incentivar el respeto y visibilidad de las experiencias de vida de personas LGBTIQ+. En muchos casos, el hecho de salir del clóset puede proporcionar posteriores sensaciones de libertad y reafirmación del autorreconocimiento de la orientación sexual, identidad y/o expresión de género, marcando un antes y un después en las vidas de quienes deciden hacerlo. Estas sensaciones en sí mismas son el anhelo de quienes deciden hablar con sus familiares y demás círculos sociales sobre su orientación sexual o identidad de género. No obstante es importante reconocer que vivimos en una sociedad que aún se resiste a reconocer y respetar de manera integral los derechos de las personas LGBTIQ+. Aún en el mundo hay personas que condenan nuestras formas de ser, sentir y amar, lo cual representa un riesgo para quienes deciden vivir su diversidad sexual y de género en libertad.
Estos tipos de violencias coartan el anhelo de las personas LGBTIQ+ a poder reconocer libremente su diversidad sexual y de género, sembrando miedo en ellas y dificultando su proceso de autorreconocimiento, que es uno de los sentires más importantes en sus experiencias de vida. Es necesario reconocer que la experiencia de cada persona es única, y los riesgos pueden variar según factores como la ubicación geográfica, la cultura, el entorno social y el apoyo familiar. Para algunas, sus entornos pueden acoger y abrazar su diversidad sexual y de género, pero otras suelen enfrentar barreras como las siguientes: 1. Discriminación y estigma en entornos familiares y sociales; 2. Violencias y acoso; 3. Aislamiento social por pérdida de amistades y redes de apoyo; 4. Problemas de salud mental; 5. Situaciones de riesgo y seguridad en lugares en donde aún es prohibido ser una persona LGBTIQ, entre otros factores.
Es por eso que, más allá de promover la salida del clóset, es necesario seguir promoviendo la garantía de derechos para las personas LGBTIQ+, el respeto a sus libertades, diversidad de expresiones, de sentires y de corporalidades. Es necesario construir un mundo en el que salir del clóset ya no represente incertidumbre en las personas con orientaciones sexuales, identidades y/o expresiones de género diversas, sino que el autorreconocimiento en sus círculos sociales sea recibido por familias y amistades con respeto y amor, incluso desdibujando del todo el concepto del ‘clóset’. Cuando el amor y el respeto sean la costumbre, el miedo y la incertidumbre dejarán de ser la constante en los procesos de autorreconocimiento como una persona LGBTIQ+. De esta forma, será posible pensar en un futuro en donde el concepto de salir del clóset sea recordado como una práctica, en ocasiones liberadora, que funcionó en épocas complejas para la diversidad sexual y de género, pero ya no necesaria porque la norma será que ninguna persona sea tratada como diferente por su forma de ser, amar o vivir.