Este fin de semana más de doscientas personas abiertamente LGBTIQ+, que han construido un proyecto de país desde territorios diferentes, participaron en las elecciones territoriales para incidir en la transformación del país.
Hace 31 años Villavicencio fue testigo de un hito histórico para profundizar la igualdad. Se trata de la primera candidata abiertamente LGBTIQ+ que conoció el país: Jennifer Alexander, que se postuló como concejala por ese municipio, en nombre de un movimiento político que ella misma fundó denominado Movimiento Gay del Llano. Su inscripción estuvo marcada por un ejercicio de discriminación sistemático por el registrador local, por el Consejo Nacional Electoral y la Registraduría General de la Nación, que finalmente le permitieron inscribir su candidatura, pero con la vergonzosa exigencia de que cambiara el nombre de su movimiento político porque era un atentado a la moral pública, según el registrador local. Finalmente, con el número 74 del tarjetón, se sometió a las elecciones en las que obtuvo 47 votos. No ganó, pero generó precedente. Semanas después se conoció la inscripción de la candidatura de Erika del Río, otra mujer trans, en esta ocasión en Popayán. A ella le obligaron a usar en el tarjetón (para esa época aparecían las fotos de los aspirantes al cabildo) la imagen que no correspondía con su expresión de género pero sí con el nombre de la cédula. Tampoco ganó, pero sumó 75 votos de esa ciudad conservadora capital del Cauca. Luego apareció un tercer candidato, un hombre abiertamente gay en Barranquilla llamado Pedro Fallah, que sumó para sí 63 votos luego de una campaña de desprestigio liderada por medios de comunicación del Caribe que usaron su orientación sexual como objeto de burla.
Ni Jennifer, ni Erika, ni Pedro conquistaron las curules, pero abrieron camino para la participación política de las personas LGBTIQ+ con cuatro características: 1. Dos de ellas eran mujeres trans y ello significaba un ejercicio más retador en la política, pues de entrada planteaba un reconocimiento —que no existía— a sus identidades trans, a sus enunciaciones y a sus cuerpos en la política; 2. Provenían de regiones, no de las grandes ciudades del país, y ello significó un reto a las policías parroquiales de los territorios de Colombia; 3. Los impedimentos que sufrieron, sobre todo Jennifer y Erika, dejaron constancia de que el sistema electoral es machista, patriarcal, heterosexista y que prevalecen en sus decisiones conceptos morales a la garantía de derechos; y 4. Que el fenómeno que inició en una peluquería (en el caso de los tres) le mostró al país otras formas y más creativas para hacer política.
Luego de ello, vinieron tres intentos que son importantes enumerar: 1. En 1994 en Bogotá el partido liberal, bajo la dirección colegiada de Piedad Córdoba, acompañó el ingreso y el apoyo a las candidaturas a la Cámara de Representantes de Manuel Velandia y Germán Rincón como hombres abiertamente gais que proponían, desde la diversidad sexual en los espacios políticos de la capital, formas de incidir en política. Además, ello permitió que Piedad hiciera del Partido Liberal el primer grupo político en Colombia en incluir a las personas LGBTIQ+ dentro de su militancia política; 2. En 1997 en Medellín, Bermúdez por el movimiento Alas Equipo Colombia construyó una bella y pedagógica candidatura en la capital de la Montaña, llamada “El ciudadano gay de Medellín”; y 3. En el año 2004 el naciente partido de izquierda ‘Polo Democrático Alternativo’ se convierte en la primera fuerza política de América Latina en incluir en su dirección colegiada a una mujer trans (como cupo LGBTI+) llamada Diana Navarro. Además, promovió la militancia dentro del partido, creando el colectivo “Polo de Rosa”, como lugar para la incidencia partidista de las personas LGBTIQ+. En el entretanto, el Partido Conservador, por reclamo de algunos de sus militantes, creó un grupo de apoyo interno a sus miembros que se reconocía a sí mismos como homosexuales, creando un proceso de apoyo llamado “Azul clarito”, pero que fungió como un grupo de apoyo y nunca para la incidencia política.
Fue precisamente el Polo Democrático Alternativo quien cultivó la primera candidatura ganadora LGBTIQ+ con el edilato de Sebastián Romero en Chapinero en 2008, que los medios cubrieron como ‘El Milk colombiano’. Fue antecedido porque ese mismo año ese partido puso el alcalde Mayor de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, que lideró la creación de la Política Pública LGBTIQ+, creó el centro comunitario y nombró a una mujer abiertamente bisexual, Angélica Lozano, alcaldesa de Chapinero. Durante estos años se fortaleció la participación política de las personas LGBTIQ+ en el partido liberal en los territorios, en el PDA con su proceso Polo de Rosa que fortaleció militancias regionales y con la creación del Partido Verde, que fue integrado por muchas personas venidas del PDA, entre ellas muy significativa Angélica Lozano, que dieron fuerza desde sus orígenes a la garantía de la participación para las personas sexo-género diversas.
Luego se fortalecieron las candidaturas al Congreso de la República, con apuestas jóvenes, feministas y en partidos comprometidos con los derechos humanos y la igualdad, que si bien no lograron materializar sus curules, hicieron una excelente campaña política, incidieron en las transformaciones de sus partidos y lograron promover cambios significativos. Un ejemplo de esto son los casos de Ricardo Montenegro, candidato a la Cámara de Representantes por el Atlántico, Elizabeth Castillo y Dunca Rojas, candidatas al Senado; tres apuestas por el partido liberal a finales de los 90 y en la primera década del 2000 que forjaron la participación política y electoral como un escenario para incidir desde el movimiento social. Acciones que en la segunda década de este siglo se van a ver materializadas con el triunfo de los tres primeros Congresistas abiertamente LGBTIQ+ en el periodo 2014 – 2018 con Claudia López como senadora y Angélica Lozano como representante a la cámara y en 2018 – 2022, con Angélica Lozano como senadora y Mauricio Toro como representante a la Cámara. Tres congresistas con un paso brillante por el Congreso, liderando propuestas estratégicas para la transformación del país en materia de medio ambiente, políticas contra la corrupción, economía, trabajo, urbanismo, economía del cuidado y paridad, entre otras, que les valió las mejores calificaciones y el reconocimiento del liderazgo en las respectivas cámaras del congreso.
En el año 2015, las elecciones a alcaldías, gobernaciones, asambleas, concejos y JAL, contaron con 34 candidaturas de personas sexo-género diversas que dieron como resultado la elección del primer alcalde gay de Colombia, Julián Bedoya, en Toro Valle, del partido Centro Democrático que, al final de su período, fue reconocido como uno de los mejores alcaldes del país. En Chaparral, Tolima, fueron elegidos dos concejales del partido Mais y Liberal respectivamente, un hombre gay, Javier, y una mujer trans, Juliana. Del mismo modo, en Pereira, Carolina Giraldo ganó una curul como concejal, siendo abiertamente bisexual del Partido Verde. En 2019, las primeras elecciones territoriales después del acuerdo de paz, fueron una oportunidad para el florecimiento de los liderazgos LGBTIQ+ en Política: 60 candidaturas de personas sexo-género diversas se apostaron en los tarjetones, de las cuales finalmente fueron elegidas 25 en corporaciones ubicadas en los departamentos de La Guajira, Magdalena, Sucre, Antioquia, Risaralda, Valle, Tolima y Bogotá, quienes, por estos días, terminan sus períodos con resultados significativos, que para muchas permitirán ganar nuevamente las curules.
En las contiendas electorales del 2022, de un grupo de 43 candidaturas abiertamente LGBTIQ+ al Congreso, siete terminan siendo elegidas; de estas, seis como representantes a la cámara de los departamentos de Putumayo, Risaralda (2), Antioquia, Bogotá (2) y una senadora, siendo Angélica Lozano, que repite curul, constituyéndose por primera vez una bancada LGBTIQ+ en el Congreso, que ellas mismas han constituido y llamado “bancada arcoíris”. Esta se convirtió en la bancada más numerosa de personas sexo-género diversas de América Latina y la segunda más grande en la región, luego de la de EE.UU. Dicho grupo de congresistas no solo está liderando acciones muy significativas para sus regiones y por sus agendas políticas, sino que su agrupación en bancada les ha permitido liderar proyectos de ley como la prohibición de las mal llamadas “terapias de conversión” y abrir caminos para el próximo proyecto de Ley Integral Trans. Además, han promovido acciones de control político como la política pública LGBTIQ+ y la exigencia de prevenir la violencia motivada por prejuicios.
Este domingo tenemos 201 candidaturas LGBTIQ+ a lo largo y ancho de todo el país en 13 de los 37 partidos y movimientos políticos, que buscan ser elegidas en alcaldías (7), concejos (146), asambleas (9) y Juntas Administradoras Locales (38) en diversos partidos y en muy variados territorios, con propuestas cercanas a sus comunidades y, muchas de ellas, con altas posibilidades de ganar una curul este domingo para contribuir a las acciones que, en los territorios, corporaciones y gobiernos, tendrán que liderar entre 2024 y 2027 para profundizar la democracia, consolidar la paz y avanzar en materializar un desarrollo con equidad. Lamentablemente, estas contiendas se han visto amenazadas por múltiples escenarios de violencia política que también han afectado las candidaturas sexo-género diversas: 13 casos de violencia directa contra ellas, el uso de discursos homofóbicos y transfóbicos en los discursos políticos, la destrucción de material de campaña con fines vandálicos y las dificultades para hacer su proselitismo tanto de los mismos partidos como de los medios de comunicación, han sido particularmente representativas en esta ocasión. Además de ello, las candidaturas a alcaldías y gobernaciones en su gran mayoría no han considerado propuestas concretas en sus programas de gobierno en materia de derechos LGBTIQ+, como si sus vidas no importaran o como si no fuera su responsabilidad trabajar por su bienestar. Su ausencia puede ser una dificultad para materializar en los planes de desarrollo de quienes ganen.
Con los resultados que vamos conociendo y que se concretarán al final del escrutinio, esta semana sabremos qué personas, por los próximos cuatro años, deberán profundizar la democracia y, entre ellas, cuáles, siendo abiertamente LGBTIQ+, lograron, por sus propuestas, ganar las elecciones. Esperamos que las personas sexo-género diversas ganadoras puedan desempeñar un gran papel y ser corresponsables con el apoyo de la ciudadanía, que en las corporaciones y en los espacios de gobierno no exista ningún impedimento a su ejercicio político motivado por prejuicios hacia su orientación sexual y de género y que todas las personas elegidas en todos los cargos, más allá del partido de procedencia de su orientación sexual, identidad y expresión de género, se dediquen con esfuerzo, honestidad y de frente a la ciudadanía a cumplir el mandato ciudadano que se resume en garantizar la igualdad real, profundizar el desarrollo, promover espacios seguros y acceso efectivo a derechos que permitan la vida digna de todas las personas, entre ellas, lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex y no binaries, porque la política es la llave para garantizar la igualdad real y la democracia participativa el escenario para vivirla.
Wilson Castañeda Castro
Director Caribe Afirmativo