Año tras año recordamos a Rolando Pérez, cuyo homicidio es la razón de existencia de Caribe Afirmativo: la indignación traducida en activismo.
Desde que el cuerpo de Rolando Pérez fue encontrado en su casa de Cartagena, un 24 de febrero hace 12 años, estamos esperando respuestas.
Él homicida entró a su domicilio con su consentimiento (así lo indicaban el estado de las cerraduras); sabemos que vecinos escucharon insultos en la madrugada; sabemos que a Rolando, un hombre de 1.80m, lo mató a golpes con una “mona” de construcción un día antes de su cumpleaños; sabemos que por esos días había sido escopolaminado y víctima de hurto. Sabemos que la Fiscalía omitió todo esto.
También sabemos que la Universidad Jorge Tadeo Lozano Seccional Caribe, donde era profesor, estuvo de luto y que sus amigos más cercanos lo recuerdan como un cubano alegre, amante de la música salsa, amiguero, agradable y profesional, que no ocultaba su orientación sexual. “No se mata lo que no se olvida”, le dijo a un par de amigos cuando estos le pidieron que se cuidara días después de haber sido víctima del hurto.
No hay claridad es quién o por qué lo mató; ni siquiera sabemos quién lo había drogado y atracado días antes de morir. Han pasado ya 12 años de investigación preliminar por parte de la Fiscalía. Lo único claro es la impunidad procesal y moral que ronda este caso.
Vale la pena recordar las palabras sin retracto rendidas en medios de comunicación por parte del homófobo director de la Policía de Cartagena él entonces, Coronel Carlos Mena Bravo:
“Es un crimen pasional, lo mataron por maricón (…) los móviles fueron absolutamente pasionales por cuanto este ciudadano llevaba una vida desordenada, era promiscuo y, en su condición de homosexual, tenía varias personas como pareja”.
De nuestra investigación interna ha salido información más reveladora que del expediente empolvado que reposa en la Fiscalía:
Mientras Mena figuraba en la televisión lanzando comentarios prejuiciosos, el C.T.I estuvo 2 veces en el apartamento de Rolando supuestamente “recaudando material probatorio”. No sólo omitieron recaudar evidencia física imparajitable en casos de homicidio y presunta violencia sexual, si no que rompieron con la cadena de custodia al permitir que terceros entraran y manipularan la evidencia. Aunque, de no ser por estos terceros que advirtieron de la omisión del C.T.I, los funcionarios no hubieren regresado al domicilio de Rolando a recoger las toallas llenas de sangre, o revisar las huellas, colillas de cigarrillo, vasos con saliva, los preservativos usados, la cámara fotográfica golpeada, el celular sin simcard, entre otros.
Además de realizar las entrevistas abusando de la memoria de los testigos, un par de años luego de la muerte de Rolando, la Fiscalía no recopiló todas declaraciones pertinentes, ni siquiera se tomó el trabajo de realizar un careo para confrontar las posiciones rendidas en indagatoria sino que se limitó a hacer preguntas de rutina sin ningún ánimo relacional. 12 años después se hace definitivo: el caso de Rolando será estudiado en la CIDH.
Medicina Legal, no se queda atrás, su incapacidad para cotejar y analizar lo precariamente recaudado por el C.T.I y la Policía Nacional, terminó desestimando cualquier material con vocación probatoria. La responsabilidad institucional, moral y política del Estado colombiano en el caso de Rolando, además de demostrar una excesiva desidia, evidencia un profundo sesgo funcional por las víctimas LGBTI. Si los cuerpos LGBTI en la práctica no importan, entonces los cuerpos muertos mucho menos.
Desde Caribe Afirmativo enviamos al Estado colombiano el siguiente mensaje: la impunidad procesal en victimizaciones de personas en razón de su orientación sexual e identidad de género no acabará con nuestra lucha. La verdad, la memoria y los derechos humanos de las personas LGBTI, son nuestra razón de ser y Rolando, el inicio de una causa.
Caribe Afirmativo.