León ZuletaA   23  años  del homicidio del filósofo León Zuleta, la  impunidad  no sede terreno.

Un 23 de agosto de 1993 la sórdida mañana del barrio Loreto de Medellín, después de una convulsionada  noche de ruido y rumba, dejaba constancia de otra víctima de homicidio en  una ciudad que en ese entonces estaba en la cumbre  de la violencia.  En este caso la víctima era un hombre que  sumaba la inteligencia de la filosofía, el empeño del cambio de la realidad del movimiento sindical  y  la ilusión de que  la sociedad  sería  verdaderamente un espacio de  igualdad: se trataba de León Benhur Zuleta  Ruíz, fundador  junto con Manuel Velandia del movimiento LGBT colombiano, quien ese día encontró la muerte en su  propia  casa, a manos de una personas que  horas antes lo contactó en un lugar de divertimento de la ciudad y  luego lo acompañó hasta su casa , donde le propinó múltiples impactos de arma blanca hasta dejarlo  sin  Vida.

León había dedicado los  últimos años de su juventud a estudiar filosofía,  gozaba de los textos de  Hegel y Marx y  ello lo acercó a las  corrientes más fieles, al movimiento de los  trabajadores, que  le permitirán  poner al servicio de la  entonces naciente Escuela  Nacional sindical de  Medellín,   todo su conocimiento para  acompañar desde el  análisis  crítico todo el  movimiento  naciente de  trabajadores en la ciudad y  en el país;  interrumpió por algunos años  su  ejercicio de análisis sindical,  para  instruir en la  Universidad  de Nariño, en  pasto, a  estudiantes de filosofía.  Y entre uno  y otro  oficio  aprovechaba  los escenarios para reivindicar su postura como un hombre  “pensador de izquierda y  homosexual”, indicando que  era urgente la revolución de las  sexualidades para emancipar hacia un mundo de iguales, donde la orientación sexual no sea motivo de opresión, sino de liberación.

Esta acción de León en  Medellín, particularmente,  se  empezó  a  tomar los escenarios públicos y  conferencias donde era invitado como experto sindical y profesor de  filosofía y el aprovechaba para  hacer incidencia y   dar las primeras  pinceladas de lo que será el activismo político LGBT del país. Que encuentra su experiencia más genuina en  actividades como estas, de orden más  discursivo de León y otras de orden  más artístico y cultural como las que proponía Velandia en Bogotá, en la década de los 70.

En su  natal  Medellín y en su  ciudad adoptiva, Pasto, León fue impulsor desde su militancia por los derechos humanos y los derechos de los y las trabajadoras, de espacios públicos, incluso dentro de las mismas reuniones sindicales  para poner en la mesa los derechos de los homosexuales,  abrirles espacios en las agendas políticas de varias organizaciones de trabajadores, cuando incluso todavía destilaba  a “delito” por el código penal; a  promueve las primeras marchas del “orgullo” junto con Manuel en Bogotá y dar origen a la primera publicación ‘homosexual’ en el país, que se llamó El Otro y que fue y es fuente de  consulta obligada para entender  cómo  se construían las personas  gais y lesbianas en un contexto tan  adverso de la historia del país.

León Zuleta hoy se le reconoce como el primer líder del movimiento  homosexual en Colombia, junto con Manuel Valandia, ambos perseguidos por la violencia que hasta el día de hoy sigue siendo la mayor enemiga de la “liberación homosexual”: León asesinado y Manuel expatriado a causa de amenazas y atentados contra su vida.

Su trabajo por desestigmatizar la homosexualidad como enfermedad, para entender que es un asunto de derechos y para comprometer a los sectores más  radicales de la izquierda sindical con que  la revolución es ante todo “liberación sexual”, logró  abrir caminos para  que  en el país el movimiento LGBTI tuviese una profunda vocación social, se legitimara en las acciones colectivas e hiciera de la agenda de los derechos humanos su mayor derrotero en  sus acciones cotidianas.

León, líder homosexual, filósofo y sindical, dejó un legado  para el activismo y la acción social de las personas LGBT en un momento de tensiones morales y conservadoras donde el closet parecía el lugar destinado para quienes asumían una orientación sexual por fuera de la norma establecida; pero sus acciones lograron unos primeros pasos en dichos escenarios para lograr una visibilidad y participación política; no en vano sus reivindicaciones se han convertido en referentes significativos para las futuras luchas y acciones colectivas que en las décadas subsiguientes asumiría el movimiento LGBTI en Colombia.

Su muerte aún en la impunidad, hace de éste día la ocasión perfecta para rendir tributo a cientos de victimas que  luego de su muerte ha dejado la  homofobia en el país, asesinatos selectivos a líderes  LGBT, persecución y  violencia  extrema contra mujeres trans, violencia policial y   expresión de persecución por parte el estado a las expresiones de afecto a parejas del mismo  sexo  y  un alto estado de indefensión de las  víctimas por orientación  sexual o identidad de  género, nos hacen pensar que el legado de León es  la fuente de inspiración de nuestro  trabajo cotidiano y su lema: “sin liberación sexual, no habrá liberación política”, la convicción de que  la revolución  pacífica es nuestra  bandera.

Corporación Caribe  Afirmativo