El Vuelo del Turpial

Los retos de vivir desde la diversidad sexual en una familia migrante y religiosa

18 de septiembre de 2021. El tema de ser una persona diversa en una familia religiosa sigue siendo, hasta el sol de hoy, muy controversial. Y esto no es solo en países estrictos del oriente medio, sino también de occidente. En Colombia, aún para muchos padres y madres no es fácil asumir que su hijo o hija sea lesbiana, gay, bisexual, trans o intersex (LGBTI), mucho menos públicamente, ya que décadas de prejuicios y discriminación han dejado huellas imborrables en la sociedad. 

Se debe entender que la diversidad sexual y de género es parte de la riqueza de la humanidad y de su historia. Arkangely Barreto, una joven venezolana de 21 años, hija de pastores evangélicos, recuerda que decirle a su familia sobre su orientación sexual no fue fácil. “Mi mamá y mi papá no lo aceptaban y trataban de hacerme cambiar. Decirles que era bisexual fue definitivamente lo más difícil que he hecho en toda mi vida”.  

Narra que esa confesión a sus padres fue un poco amarga, ya que hubo una situación que adelantó esa conversación, muchas veces pospuesta. “Yo estaba saliendo con una chica y por más que intenté que esa relación fuera privada, mi padre notó un día algo en mis redes sociales que para él no era normal y me dijo que era momento de hablar. Y fue en esa conversación que, por primera vez ante él, acepté que me sentía atraída por otras mujeres. En ese momento fui libre, pero experimenté tristeza al ver su rechazo, el cual, argumentaba con algunos pasajes bíblicos que para él veían mi orientación sexual como algo pecaminoso”. 

Es por lo anterior, que debemos comprender que para que una hija o un hijo “salga del armario” hay que enfrentar y sobreponerse a muchos miedos y tabúes heredados a lo largo del tiempo. Recordemos que la visibilidad social de ellos y ellas en cuanto a su sexualidad también repercute en toda la familia. De ahí que escuchar y respetar ese momento sea muy importante. Claro, esto no significa que, como madres y padres, y como familia, se deba evitar sorpresa frente a la noticia. 

En este aspecto, aunque muchas familias continúen valorando negativamente la diversidad sexual, no se debe desconocer que existen muchos espacios de fe que dan la bienvenida a las personas LGBTI. Además, como familia se tiene la obligación de apoyarlos y defenderlos ante cualquier burla o insulto. Se debe fomentar el respeto y el trato justo, evitando así la discriminación o el rechazo. 

Oriunda de Caracas (Venezuela), Arkangely llegó a Colombia en 2017 con sus padres, cuando tenía 17 años. “Fue muy difícil dejar mi país, parte de mi familia, amigos y la iglesia donde asistía, porque desde muy pequeña me gustaba ir. Un día tienes todo lo que te gusta cerca y al otro eso está a una gran distancia de ti. Aun cuando se inicie una nueva vida en otro país, no se puede olvidar lo que ya anteriormente has experimentado y vivido”, expresa. 

En Colombia, ha podido vivir su sexualidad sin miedo y ha contado con apoyo de organizaciones sociales como Caribe Afirmativo que la han motivado a no encerrarse en sí misma, sino a salir a la sociedad con dignidad. “He aprendido que me debo querer como soy, sin límites, sin condiciones y sin excepciones, y no permitir ser apartada y humillada. Además, he conocido maneras para compartir con mi familia, aunque a veces la convivencia con mis papás no sea fácil, ellos deben entender que vivo mi fe y mi sexualidad a mi manera. Ya no hay discusiones, pero aún no apoyan totalmente mi manera de ver el mundo y lo que forma parte de él”. 

Actualmente, se encuentra estudiando inglés y apoyando a sus padres en unos pequeños negocios de venta de fritos que decidieron dar apertura en diferentes lugares de Cartagena, para que las ganancias les permitiera sostenerse en el país. “Mi papá y mamá vendían fritos en Venezuela y después de mucho pensarlo, abrieron tres puestos para la venta de empanadas, arepas y muchas cosas ricas que sabemos preparar. Yo manejo mi propio punto de venta”, comenta. 

Al igual que otros jóvenes de su país guarda el deseo y la esperanza de volver a Venezuela y retomar aquello que hace parte de su esencia. “Yo cierro los ojos y pienso en los buenos momentos que viví antes de estar en Colombia. Las cosas ya han mejorado, pero ser de otro país hace que no puedas sentirte cien por ciento a gusto, porque siempre te ven como alguien diferente. Sé que pronto volveré y ese día llegaré como una persona distinta y con muchos deseos de contribuir con la recuperación del país. Los y las venezolanas debemos buscar maneras de recobrar aquello que la crisis, de la cual huimos, nos arrebató”; destaca.

Sin embargo, retornar a Venezuela significa encontrarse con una realidad aguda, por cuenta de la crisis sanitaria y la falta de garantías para el acceso a alimentación, salud y transporte. “Junto con mi familia no creo que la crisis de Venezuela vaya a ser eterna. El deseo de volver se mantiene. No perdemos la esperanza de regresar a disfrutar de los lugares, olores y sabores que algún día se vivieron”, cuenta. Por último, ella espera reencontrarse con sus amistades y parte de su familia en el país en el que creció.

 

Este artículo fue posible gracias al generoso apoyo del pueblo de Estados Unidos a través de USAID. Los contenidos son responsabilidad de  Caribe Afirmativo y no necesariamente reflejan las opiniones de USAID o del gobierno de Estados Unidos.