Abril 28 de 2015.
Hace un par de semanas, un fotógrafo en Rio de Janeiro hizo un “experimento” social en la ciudad de Rio de Janeiro, que permitió develar los prejuicios e imaginarios de la sociedad contra personas de orientación sexual e identidad de género diversa: publicó en su cuenta de Facebook una foto que tomó en el metro de la ciudad en mención y en el que aparecen 4 personas caminando, 2 mujeres abrazándose y otras dos personas esperando el transporte público.
Lo interesante es la descripción que acompaña la imagen:
No tengo prejuicios, creo que cada uno hace lo que quiere de su vida. Pero me parece un absurdo ser obligado a presenciar una escena como esta. Lo que cada uno hace en particular es su problema, pero lo que se hace en público me afecta. Y yo me niego a ver una escena como esta y considerarla algo normal. No deseo el mal a nadie, pero las personas deberían cuidarse. Están desafiando las convenciones sociales, y eso puede ser peligroso.
El grueso número de las personas llegaron a creer que hacía referencia a la escena en primer plano de las dos mujeres abrazándose y con ello, los comentarios –que fueron cientos- llevaban cada vez más, expresiones homofóbicas y deshumanizadoras. Sin embargo, el fotógrafo sorprendió a muchos por el final de su descripción:
Si después sucede una tragedia, o peor, si alguien muere, ¿quién será el culpable? Lo peor de todo es el ejemplo para los niños. ¿Cómo va a quedar la cabeza de un niño que ve esa escena todo día, todo el tiempo? Los niños van a pensar que es normal esperar el subte sobre la línea amarilla. Entonces, no haga como ella, la que está al fondo de la foto. Espérelo antes de la franja amarilla, y sólo cruce la franja después que el tren esté parado y con las puertas abiertas.
Lo anterior, nos deja muchas enseñanzas. De hecho, en el contexto del Caribe Colombiano adquiere connotaciones mayores:
- Seguramente, la mayoría de las personas al ver esta foto destacaría a la pareja que en pleno ejercicio de su libertad, se dan un abrazo espontáneo. Enfatizar en esto último, es interesante porque no están haciendo nada indebido social o legalmente hablando, pero si, según los imaginarios y prejuicios de un groso número de personas, que motivadas por sus preconceptos, clasifica algunos hechos como más o menos reprochables.
- El verdadero acto condenable y que desde distintos puntos merece una sanción, es sobrepasar una norma de transito voluntariamente. No obstante, queda invisibilizada y opacada por un hecho que debería ser visto como normal entre dos seres humanos, indistintamente cuál sea su orientación sexual o identidad de género. Esto nos introduce a otro fenómeno bastante común: invisibilizar vulneraciones de derechos cometidas contra personas LGBTI y maximizar acciones que para la sociedad no son bien vistas, realizadas por personas LGBTI, aún en el marco de sus derechos.
- Con el paso de los años, las redes sociales han sido un canal mal utilizado para reproducir discriminación, prejuicios y violencia verbal contra personas LGBTI. La deshumanización que por este medio se observa es constante y nos lleva a pensar en la necesidad de una pedagogía que redunde en un mayor respeto, inclusión y aceptación de la diferencia.
Finalmente y aunque muchas cosas podrían extraerse del ejercicio hecho por el fotógrafo, sería bueno destacar una lección más: cuando hablamos de un estado liberal de derechos, debemos ser coherente con ello y eso implica, darle vida a aquellas palabras de Voltaire: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.”