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Los estándares racistas y transfóbicos de la Federación Mundial de Atletismo actúan de nuevo: la atleta dominicana Fiordaliza Cofil no podrá participar en el Campeonato Mundial de Atletismo.

La agenda transfóbica ha avanzado acompañada de desinformación respecto a la participación de mujeres trans y postulados biologicistas que también afectan a mujeres cis que se salen de la norma blanca y europea que ha impuesto las regulaciones de participación deportiva.

4 de abril de 2023. Las agendas antiderechos contra las personas trans han avanzado en los últimos años, situación que tiene que ver con el aumento de sectores transexcluyentes del feminismo que se han asociado con movimientos políticos de derecha y ultraderecha para mermar los avances en leyes y políticas que buscan atender, prevenir y reparar el impacto diferenciado de las violencias y vulneraciones de derechos sobre personas trans. Esto ha llevado a que, en muchos ámbitos de la sociedad, se generen prácticas solapadas de transfobia que buscan prevenir el “borrado de mujeres”, discurso artificial como bandera para la lucha contra los derechos de las personas trans. 

Uno de estos ámbitos ha sido el deporte de alto rendimiento, donde la agenda transfóbica ha avanzado acompañada de desinformación respecto a la participación de mujeres trans y postulados biologicistas que también afectan a mujeres cis que se salen de la norma blanca y europea que ha impuesto las regulaciones de participación deportiva. En los últimos días, este tema ha tomado atención de nuevo debido a la prohibición de la participación de la atleta dominicana Fiordaliza Cofil en el Campeonato Mundial de Atletismo en Budapest, Hungría.

Esta decisión obedece a los parámetros discriminatorios de la Federación Mundial de Atletismo (World Athletics) de tomar medidas para “regular” la participación de mujeres con “condiciones congénitas que causen desarrollo sexual diferenciado”, denominadas DSD por sus siglas en inglés, en las categorías femeninas de las distintas competiciones de este deporte. El criterio aplicado para las mujeres cisgénero DSD y mujeres trans es el de mantener la concentración de 2.5 nmol/L3 de testosterona por un periodo de 24 meses. Por otro lado, los criterios para mujeres trans excluyen de plano a cualquier atleta que haya transicionado después de la pubertad, criterio que no aplica para la participación de hombres trans.

Esta división se encuentra sustentada en la idea de que los niveles de testosterona son determinantes biológicos en el desempeño deportivo de las personas. De acuerdo con la científica transgénero Joanna Harper, en un estudio realizado con 8 mujeres trans que han tenido terapias de remplazo hormonal (TRH) para reducir los niveles de testosterona, no presentaron ninguna ventaja sobre las mujeres cisgénero deportistas. Por ejemplo, cuando Laurel Hubbar, pesista transgénero, participó en los juegos olímpicos en la categoría “femenina”, se pensaba que superaría por creces a las mujeres cis; sin embargo, no logró si quiera superar la etapa clasificatoria.

La desinformación difundida por grupos antiderechos es tendencia cada cierto tiempo al publicar fotografías de atletas que supuestamente son trans, por lo cual tienen una ventaja competitiva, pero resultan ser mujeres cis que se salen de la expresión normativa de género femenino, como ha sido el caso de la boxeadora argelina Imane Khelif. El caso más representativo del origen racista y colonial de estas medidas transfóbicas es el de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien también fue excluida de las competencias de atletismo por sus niveles de testosterona. Los impactos sociales que tienen estos estándares refuerzan los postulados biologicistas de las personas transexcluyentes y refuerzan argumentos transodiantes que además tienen un origen profundamente racista, pues están hechos a la medida de mujeres blancas europeas.

Entonces, ¿qué se puede hacer para proteger el derecho de las personas trans a participar en los deportes y frenar el avance de las agendas transexcluyentes y los sectores transodiantes? Se debe tener en cuenta que las medidas que buscan limitar la participación de mujeres trans y cis en el deporte está relacionada sobre el control del cuerpo de las mujeres. El imaginario de que hay un sexo fuerte – masculino, asociado a la testosterona – y un sexo débil – femenino, asociado al estrógeno – alienta la idea de que las mujeres deben ser protegidas de aquellas que transgreden la concepción binaria y blanca del género y del deporte, donde las mujeres deben seguir cumpliendo estándares hegemónicos de feminidad.

Desde Caribe Afirmativo, hacemos un llamado a superar las categorías binarias del deporte y promover la participación de personas trans en el deporte desde edades tempranas e incidir en las federaciones deportivas y gobiernos nacionales para la investigación científica de este tema. Además, consideramos que los estándares de participación deportiva deben ser consensuados con organizaciones de base LGBTIQ+ y de lucha antirracista, pues el origen colonial y racista de los estándares actuales sigue vulnerando el derecho a la recreación de de mujeres trans y mujeres cis afro.