El reciente fallo contra Tomás Maldonado por el feminicidio de Brenda Pájaro abre la posibilidad de que la Fiscalía indague sobre su responsabilidad en crímenes por prejuicio y que genere antecedentes para prevenir las violencias basadas en género en el Caribe.
Dos situaciones ocurridas en los últimos días en el departamento del Atlántico han puesto sobre la mesa una solicitud que no da espera: investigar, sancionar y prevenir con celeridad la violencia que, en este departamento, afecta a las personas LGBTIQ+ motivada —presuntamente— por su orientación sexual, identidad y/o expresión de género diversa. En el último informe de Caribe Afirmativo, con corte a 31 de julio de 2023, ya se contabilizaban en el departamento 10 asesinatos contra personas sexo-género diversas, el conocimiento de la circulación de por lo menos tres panfletos amenazantes y cinco casos de violencia policial. Esto, sumado a expresiones de discriminación en el espacio público, la precarización laboral y el matoneo que enfrentan muchas personas de este grupo poblacional en los establecimientos educativos.
Los hechos a los que hago mención son, en primer lugar, la condena de 46 años de prisión contra Tomás Maldonado Cera por el feminicidio de Brenda Pájaro, ocurrido en 2018 en Barranquilla. Este se convierte en una condena ejemplarizante por usar la Ley 1761 de 2015 (también conocida como la Ley Rosa Elvira Cely, por la cual se creó el tipo penal de feminicidio en Colombia como un delito autónomo) y, con la alta condena, demuestra la gravedad de la pena. Del mismo modo, dejó constancia de la existencia de otros homicidios y feminicidios cuya presunta responsabilidad está en cabeza de Maldonado; entre estos, cinco hombres gais cuyos casos, si bien ocurrieron 16 años entes que el feminicidio de Brenda, aún no han sido investigados y no logra despertar el interés de celeridad por parte de la Fiscalía, de aplicar el móvil de prejuicio ante las evidencias encontradas con claridad de detalles en el caso de asesinato de Brenda Pájaro, de discriminación frente a lo que la víctima representa, animadversión por su género, interés de borramiento de su existencia y el desprecio que siente el victimario por sus víctimas como condición previa a cometer el delito. Este ejercicio se aplica también como explicación de motivos de la violencia contra las personas LGBTIQ+.
Los casos de asesinatos de hombres gais que, presuntamente, habría cometido Maldonado, son cinco en total. Cuatro de ellos ocurrieron en 2002 y uno en 2018. De los cuatro primeros, ya hay procesos de investigaciones en curso con responsabilidad presunta y el último apenas está en proceso de indagación. Sobre las víctimas, hemos recopilado los siguientes datos.
- Roberto Antonio Bolaño, hombre gay, cosmetólogo de profesión, según información de sus amigos, había conocido a Maldonado en el centro de Barranquilla, en un encuentro casual, y continuaron en comunicación. Esta, al principio, fue vía telefónica y, luego, se dieron cita en el mismo centro de la ciudad. La víctima alcanzó a decir a sus amigos que estaba en proceso de construir una relación. El 26 de junio de 2002, luego de llevar varios días desaparecido, apareció el cuerpo de Roberto en el sector de Punta Roca, desnudo, con marcaciones en su cuerpo que corresponden a signos atribuidos a prácticas satánicas, realizadas con un objeto cortopunzante que, según la autopsia, fueron practicados luego de su muerte, que se dio por asfixia mecánica.
- Rolando Romero fue encontrado sin vida en una zona enmontada de la localidad Norte-Centro Histórico de Barranquilla, luego de llevar varios días desaparecido. Fue asesinado por degollamiento y su cuerpo, al igual que el de Roberto, tenía marcas con arma cortopunzante que indicaban tratos crueles, inhumanos y degradantes sobre la víctima y daban cuentas de violencia ejercida sobre el cuerpo, luego de su muerte. Su familia no solo sabía de una supuesta relación de este con Maldonado, sino que aseguraron que fue con la última persona que habló antes de su desaparición y que, incluso, salió de su lugar de trabajo el 3 de septiembre, ubicado en el barrio La Paz, a una cita con él, de la cual nunca regresó.
- Yeison Ariza Banquez, de 25 años, fue encontrado sin vida 12 días después del hallazgo de Rolando, en la vía que comunica a Barranquilla y Puerto Colombia, a la altura de Salgar. Al igual que los dos anteriores, su cuerpo estaba desnudo con múltiples heridas de arma corto punzante y con las mismas marcas atribuidas a ritos satánicos. Si bien el asesinato de Yeison de inmediato dio como sospechosos a Ever Foltalvo y Luis Delgado, quienes lo buscaron para servicios sexuales meses atrás y siguieron en relación con él, en videos registrados en Metrocentro, que era, para la época, un lugar de homosocialización en donde las dos víctimas anteriores tuvieron encuentros con Maldonado, la Fiscalía ha identificado que los dos sospechosos fueron vistos varias veces departiendo allí con Maldonado.
- Miguel Alonso Gil, un joven gay menor de edad, reconocido por sus amigos y conocidos, fue encontrado el 29 de noviembre del mismo año en alto estado de descomposición en el sector de Lagos del Caujaral, a las afueras de Barranquilla. Si bien en su momento este homicidio no se relacionó con Maldonado (porque la alta descomposición del cuerpo no permitió identificar detalles y, de entrada, no se encontró ninguno vínculo cercano con Maldonado o su círculo) meses después, la investigación arrojó que era un cobro que hacía hacia él por asuntos pendientes de su hermano mayor, que sí era cercano a Maldonado y a los dos responsables del crimen de Yeison.
- Finalmente, 10 años después, el 21 de marzo de 2012, fue encontrado sin vida en Punta Roca, en una casa abandonada, Osneider Gutiérrez Ortiz, de 13 años, quien también se reconocía como un joven gay. Su cuerpo estaba desnudo, tenía una herida en el cuello y en el antebrazo izquierdo, ocasionada por arma corto punzante, y con marcas de violencia ocasionadas después de su deceso. Por el lugar de ocurrencia y las particularidades del crimen, las autoridades, si bien no terminan con esta investigación, tienen serios indicios de la autoría de Maldonado en este asesinato.
Roberto, Rolando, Yeison y Miguel, en 2002, y Osneider en 2012, fueron asesinatos contra hombres con prácticas homosexuales en la ciudad de Barranquilla, que dejó constancia de que los prejuicios hacia la diversidad sexual en la ciudad aniquilan la vida de las personas sexo-género diversas. Por las particularidades de sus homicidios, marcados por sevicia, crueldad y que dieron cuenta del estado de indefensión de las víctimas, logra entreverse el nivel de monstruosidad del victimario para cometer estos asesinatos, que guardan todas las particularidades con un asesino en serie, que busca eliminar a un grupo poblacional específico. Situación que, incluso, es motivo de discusión en los últimos días en la Fiscalía, por hechos ocurridos en Medellín en mayo del 2022, con el asesinato de ocho hombres gais en circunstancias similares (asesinatos cometidos con arma blanca, en fines de semanas y horas de poca circulación de personas, ocurridas en la comuna 10 de esa ciudad, las víctimas contactadas por aplicaciones, o en lugares de homosocilización, crímenes cometidos en los domicilios o moteles y con expresiones de desnudez y prácticas previas de actos sexuales), y luego uno en Bogotá en iguales circunstancias, cuyo victimario fue capturado y, por información preliminar, parece guardar relación con las ocurridas en la capital de Antioquia.
El tener ya una condena contra Maldonado y unas investigaciones en los asesinatos, presuntamente atribuidos a él, con avances significativos, y los avances que, en Medellín, se han tenido con la creación de un grupo especial de la Fiscalía para investigar con priorización los casos del 2022, le ofrece al ente investigador —en ambos casos— aplicar la guía de investigación de violencia por prejuicio y determinar si el desprecio hacia la orientación sexual, identidad y/o expresión de género de las víctimas les motivó a hacer de hombres gais, jóvenes y en posición de vulnerabilidad, sus víctimas para cometer estos actos. De esta manera no solo se podrían dictar sentencias ejemplarizantes como en el caso de Brenda Pájaro, sino que, dando cuenta de las motivaciones de estos horrendos crímenes, indagando no sólo si lo hizo, sino por qué lo hizo, permitirá, a futuro, prevenir este tipo de violencia y lograr reducir los homicidios y feminicidios contra las personas LGBTIQ+, que siguen siendo muy altos en el país.
El segundo hecho de estos días en la ciudad fue el primer aniversario de la muerte de Diana Navarro, una mujer trans barranquillera a la que la hostilidad de la ciudad la expulsó hacia Bogotá pero, desde allí, acompañó muy de cerca a la región y, con sus estudios y conocimientos en prevención de violencia, denunció y documentó sistemáticamente actos de prejuicio contra las personas LGBTIQ+ en el país. Precisamente, en su memoria, el pasado 22 de agosto se hizo un análisis de sociedad civil del Atlántico, donde la ciudadanía manifestó que el incremento de homicidios y feminicidios, acompañado de la impunidad y ausencia de investigación por parte de la Fiscalía, el mantenimiento de la violencia policial en el espacio público a las personas trans y la revictimización de prácticas erróneas del Estado, como la Unidad de Protección, o la inactividad de las Alertas Tempranas de la Defensoría, que han advertido sobre los riesgos de las personas sexo-género diversas en la región, hacen que hoy siga siendo un riesgo vivir para las personas LGBTIQ+ en este departamento.
Wilson Castañeda Castro
Director
Caribe Afirmativo