8 de febrero de 2021. El pasado 3 de febrero de 2021, CARIBE AFIRMATIVO publicó un comunicado denunciando el homicidio de un líder social LGBT en Arauca y 16 desplazamientos forzados de la población, como consecuencia de las amenazas que han recibido por parte de grupos armados en los departamentos de Nariño, Cauca y Valle.
En el comunicado se hizo alusión a la información publicada por Noticias Uno con la que dieron a conocer estos hechos. El noticiero decía que “La homofobia se volvió un rasgo característico de las bandas criminales que están sembrando el terror”. Sin embargo, consideramos que la “homofobia” no alcanza a nombrar todo el entramado de violencias que ejecutan los grupos armados contra las personas LGBT como estrategia para controlar los territorios a través del establecimiento de un orden moral.
La homofobia podría entenderse como el miedo o el rechazo hacia personas gays o lesbianas, dejando por fuera a bisexuales y trans, y anulando el propósito de las acciones violentas que sería dominar, castigar o aniquilar a quienes se salen de la cisheteronormatividad. Así mismo, entraría también la palabra “transfobia” y términos como “crimen de odio”, los cuales reducen las explicaciones y motivaciones por las que se cometen estas violencias, dejando por fuera los prejuicios que las motivan, los beneficios que llevan consigo, la sistematicidad de las violencias y los factores socioculturales que lo posibilitan.
Para ampliar la perspectiva, enriquecer la discusión y darle fuerza a las denuncias, hemos expuesto en informes y en distintos espacios formativos y de socialización la categoría violencia por prejuicio, la cual puede dar cuenta del funcionamiento de un ciclo de acciones con el que los grupos armados y la sociedad han perpetrado y han replicado las violencias contra las personas LGBT. Las violencias por prejuicios son aquellas que están movidas por actitudes valoradas como negativas hacia la víctima en razón de su pertenencia a un grupo social determinado, con el fin de racionalizarlas y justificarlas.[1]. Además, la legitimación o justificación de las violencias permiten que quienes las cometen no se responsabilicen ni asuman las consecuencias.
Si bien quienes ejecutan las violencias tienen unos motivos prejuiciosos, estos actúan con la ayuda de una sociedad que de manera cómplice permite, ignora y a veces apoya estas violencias. De este modo, las violencias no sólo generan impactos en las víctimas directas sino también en las demás personas LGBT que habitan el territorio, despertando miedo e incertidumbre sobre sus vidas, las de sus familias o personas cercanas. Este ciclo de violencia también tiene la función de reforzar los estereotipos y los prejuicios contra las personas sexo-género diversas.
Cuando las personas se fugan de los “marcos morales tradicionales”, cuando no son lo que se espera que sean y no cumplen los mandatos de actores armados y grupos sociales sobre lo que se les exige y se les permite hacer, su existencia se torna más visible, y la visibilidad siempre conlleva señalamiento. Un señalamiento que sufren líderes y lideresas sociales LGBT de formas particulares porque defienden la vida en sus territorios. Poner estos temas en discusión será siempre para CARIBE AFIRMATIVO un llamado de atención al Estado para detener la guerra contra la diferencia y la diversidad.
[1] La categoría de violencia por prejuicio propuesta por María Mercedes Gómez en: Gómez, M. (2008). Violencia por prejuicio. En Motta C. y Saénz M. (eds.), La mirada de los jueces: Sexualidades diversas en la jurisprudencia latinoamericana. Tomo 2. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, American University Washington College, Center for Reproductive Rights