Pese a que Cartagena se posesiona como una de las ciudades turísticas del Caribe, su resistencia a los proyectos de vida de las personas LGBTIQ+, la revictimización a la que son sometidos y el desprecio que sus autoridades sienten por su ciudadanía sexo-género diversas, son el primer obstáculo para decir que camina a ser una ciudad de derechos.
Terminaron otras fiestas más de la Independencia de Cartagena y con ellas ya suman 16 las veces en que en medio de esta programación festiva se abre espacio para lo que se ha denominado “el desfile de la independencia y las diversidades”, un espacio de movilización social de las personas LGBTIQ+ que habitan la ciudad y se reclaman como actoras de un proceso tan significativo para el distrito como sus fiestas y en ella la conexión con sus raíces libertarias y sus retos de consolidar la autonomía y la integridad social. Este año bajo el lema “las fiestas nos unen”, el Instituto de Patrimonio y Cultura —como lo viene haciendo desde la dirección de Gina Ruz, en el gobierno de Judith Pinedo— acompañó esta apuesta de la Mesa de la Diversidad sexual y las Identidades de Género de la Ciudad en el marco de un Plan de Desarrollo del gobierno que representan, que aprobado hace cinco meses atrás, asumió el compromiso de sacar adelante la política pública y garantizar mejores espacios de vida y de garantía de derechos a las personas en la ciudad pero que, a 11 meses de gobernanza, lejos de mostrarse común gobierno garante de derechos para este grupo poblacional, el mandato de Dumek, ha revictimizado a las personas sexo-género diversas, satanizado sus lugares de encuentro y cosificado sus demandas por la búsqueda de una ciudadanía plena. Tres hechos dan cuenta de ello:
- El 03 de enero de 2024 con pocas horas de mandato, emitió el decreto que dio origen a la operación “Titán”, que busca restablecer el orden público y la seguridad, situación más que necesario por la ingobernabilidad con la que recibió el gobierno, y entre los principales problemas, el delito de la trata de personas, que afecta entre muchas a personas trans mayoritariamente migrantes. Ahora, las medidas lastimosamente fueron hacia las víctimas y no a los victimarios y se decretaron cosas tan absurdas e inconstitucionales como prohibir el trabajo sexual, entregar a la policía la relación con quienes se dedican a esta labor, denotando ya un asunto cohersitivo.
- El secretario de Interior, inicio una cruzada contra establecimientos que podía ser promotores de delitos de violencia sexual y prejuiciosamente puso su lupa en los lugares de homosocialización y con el cierre arbitrario de muchos de ellos, profirió condenas más cercanas a un púlpito de un dogmático de la fe que a un garante de derechos.
- Previo a las fiestas, el alcalde sorprendió a la opinión pública, indicando que crearía una zona para adultos a las afueras de la ciudad para el ejercicio de las actividades sexuales pagas. Su presentación no solo desconoce las disposiciones del Plan de Ordenamiento Territorial y la normativa al respecto, sino que expresa una discriminación pura y dura hacia las personas dedicadas a las actividades sexuales pagas, pero en ningún lado se ve la estrategia por perseguir y reducir a los tratantes y los delincuentes.
Cartagena ha sido una ciudad resistente y resiliente; aquí se tejieron las prácticas libertarias de Colombia que el centralismo se niega aceptar. Desde sus callecitas coloniales, se promovieron actos de exigibilidad para los derechos de personas sometidas a la esclavitud y se proclamaron las libertades corporales y territoriales para quienes procedían de África, como región fundamental para la consolidación de la República. Cartagena fue lugar de acogida de personas venidas de la gran Bolívar y siempre, pese a sus murallas, había espacio para los de fuera. En las guerras con los vecinos y la crisis con Panamá, que terminó con su separación, fue lugar de acuerdos, espacio para el diálogo y su ciudadanía gran intermediadora de promover nuevas narrativas de integración. En el ámbito cultural, sus fiestas de la Candelaria fueron el primer epicentro de pensar una cultura caribe como espacio de cohesión social, donde incluso ya asomaban prácticas homoeróticas y de travestismo, en los últimos 40 años. Luego de esa calificación de “patrimonio de la humanidad” empezó a ser testiga, incluso contra su bienestar, del crecimiento desmedido del turismo, sin apostarle al desarrollo local, que fue arrebatando la ciudad a los cartageneros y cartageneras, poniendo en primera posición los turistas, en la actualidad la urgencia de sacarla de una crisis de gobernabilidad, corrupción y pobreza, demandan pensar una nueva ciudad, con lógicas propias y acciones que pongan en primer lugar a sus habitantes, que sea como dice el alcalde actual. “Una ciudad de derechos”, pero para que eso sea una realidad se debe garantizar que los derechos sean con base a libertades y no a limitaciones, que no se piense la ciudad como un monolítico comercial sino como un espacio para habitar y que en ella puedan ser posibles las vidas de las personas LGBTIQ+.
Para ello y aludiendo a la buena voluntad del gobierno local, cuyo problema es la poca capacidad de identificar donde están los verdaderos problemas de la ciudad, hay cinco herramientas que pueden ser útiles para que su interés, hasta ahora solo verbal, de garantizar los derechos a la población LGBTIQ+ en la ciudad sean una realidad:
- El trabajo sexual o las actividades sexuales pagas en Colombia, que haga una personas mayor de edad, de manera libre y con otra persona mayor de edad sin cohersión no es ilícito, por tanto, su labor como indica la constitución es protegerles, no perseguirles.
- No pueden pensar a las personas LGBTIQ+ solo en el mundo del turismo y dentro de este en el trabajo sexual, hay una situación de desempleo, des-escolaridad, habitabilidad de calle y limitación a derechos básicos insatisfechos, sobre todo en las zonas más vulnerables de las tres localidades, en las islas y corregimientos que debe ser atendido por el gobierno para restituir derechos.
- Por décadas, la ciudad que parece amable y cosmopolita desde el turismo, es mojigata y excluyente con su ciudadanía en acciones racistas, sexistas, homofóbicas o transfóbicas que han expulsado a sus ciudadanos LGBTIQ+ a otras ciudades del país, se debe trabajar fuertemente la cultura ciudadana para el respeto y reconocimiento de sus derechos.
- Carácter de puerto y de alto nivel de ingreso de personas, también la hacen lugar de llegada de mucha ciudadanía migrante, que busca desarrollar aquí su proyecto de vida, entre ellas, personas sexo-género diversas, ello requiere una capacidad de acogida y plan de permanencia que les de las condiciones de desarrollar sus ideales, sin desmedro de sus derechos.
- La urgencia de abrir un gran dialogo social con su ciudadanía LGBTIQ+ de todas las localidades, dando vocería a una potente acción juvenil, feminista y antirracista que el movimiento social viene liderando en muchos barrios de la ciudad, buscando una participación efectiva en la construcción de ciudadanía.
Ahora, en una ciudad con tantos actores sociales y políticos que la determinan, este compromiso debe ser igual de ellos: un sector turístico que persiga los delitos de trata y comercio sexual y proteja a las víctimas, además que promueva espacios de vinculación laboral de personas LGBTIQ+ y que respete y garantice el libre desarrollo de la personalidad de sus empleados y clientes. También un sector industrial que ponga en su compromiso social como prioridad contribuir a la elimianción de practicas excluyentes, prejuiciosas, sexistas y racistas en la ciudad. Por otro lado actores culturales, que en la nutrida agenda de la ciudad, reconozcan el papel de hacedores culturales de las personas sexo-género diversas y le den su lugar, una academia con gran compromiso social que contruya de la mano de los activismos y liderazgos sociales LGBTIQ+ para proponer acciones concretas para una ciudad con derechos y una sociedad cartagenera que supere la indiferencia frente a la violencia cotidiana que viven cotidianamente las personas sexo-género diversas, y erradiquen expresiones verbales y simbólicas que contribuyen a esa violencia.
Hace más 16 años lo que promovió el primer desfile de la independencia y las diversidades, fue un acto de agresión a un grupo de mujeres trans, hacedoras de las fiestas, que intentaron participar de forma autónoma en el cabildo de Getsemaní, y fueron abucheadas y recibidas con insultos e incluso les lanzaron objetos contundentes. Una de las testigas de esa situación fue la entonces líder cívica Judith Pinedo, que cuando años después, llegó a la alcaldía, busco a esas valientes mujeres trans, lideradas por la Canela, y les invitó no solo a realizar la movilización, sino que las incluyó dentro de las fiestas de la ciudad, acción que aún hoy pervive y su objetivo es muy concreto. Si las fiestas de la Independencia de Cartagena, son la esencia de la ciudadanía que se construye aquí, las personas LGBTIQ+ deben participar para que sus vidas también cuenten en este proyecto de ciudad. Pero también hoy, hay retos que transformar como los que vivió Canela y sus compañeras años atrás: solo al principio de este año, en la estación de Policía de Chambacú, un grupo de policiales, agredieron, humillaron y golpearon a una mujer trans migrante de forma pública, ese acto de violencia institucional, que aún hoy no tiene sanciones, da cuenta que hay, muchas “murallas”, simbólicas en Cartagena que impiden la vida de las personas LGBTIQ+ y es de esas prácticas autoritarias y violentas de las que tenemos que gritar libertad y avanzar en diversidad.
En 2014, la ciudad recibió una nueva versión audiovisual de su himno, en el que una de las protagonistas era una mujer trans, Linda, que había participado en la primera marcha y que murió de una penosa enfermedad en 2017. Cuando se vio en el video y cantaba con orgullo la estrifa. “Suene trompas en honor a la noble e íncleta ciudad, que por patria se inmoló en sus gestas gloriosas de libertad…” Linda decía con gracia entre sus amigas: “parecía real que yo era una cartagenera más que orientaba a los estudiantes en las escuelas y colegios, que cantaban el himno viendo el video en el que yo salgo izando la bandera a vivir en libertad, sin miedo de ser lo que son y eso me incluía a mí”. En memoria de Linda, por el legado de Canela y de tantas personas LGBTIQ+ que no pudieron construir su proyecto de vida en esta ciudad que tanto amamos, avancemos por favor, para que Cartagena sea una ciudad para los derechos LGBTIQ+.
Wilson Castañeda Castro
Director
Caribe Afirmativo