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La positivización de la sociedad da lugar a índices más altos de malestar: una reflexión sobre la prevención del suicidio y la vida colectiva.

En Caribe Afirmativo le apostamos al apañe colectivo, a la proximidad y a la construcción de redes como estrategia para estar juntas, crecer y acompañarnos, en medio de lógicas sistemáticas que a menudo buscan que estemos solas.

14 de septiembre de 2023. El pasado 10 de septiembre se conmemoró en el planeta el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, iniciativa motivada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta fecha tiene como finalidad crear conciencia sobre el suicidio con un enfoque de prevención. Esta ocasión permitió que distintas organizaciones, sociedad civil, colectivas y ciudadanía en general se pronunciaran de manera masiva en redes sociales difundiendo mensajes en positivo que invitaron a la valoración de la vida, la identificación de síntomas y escenarios de vulnerabilidad, y las invitaciones a compartir sensaciones de vacío, desesperanza o desesperación buscando ayuda profesional, médica y humanizada.

Estos mensajes en positivo han priorizando a distintos grupos poblacionales, teniendo en cuenta estadísticas que dan cuenta que la conducta suicida es más habitual en determinados sectores sociales, particularmente en la población joven y los hombres, así como en las personas LGBTIQ+ y la población migrante y refugiada. Ahora mismo en Colombia preocupa el aumento de casos, toda vez que entre enero y julio de 2023 Medicina Legal reportó 6.959 suicidios en el territorio nacional, de los que casi 5.400 corresponden a hombres. El mismo reporte indica que son Medellín, Bogotá y Cali las tres ciudades con mayor número de casos, con edades que se ubican entre los 20 y 29 años de manera generalizada. Esta cifra indicaría que, en el país, un estimado de ocho personas deciden suicidarse diariamente.

Las dificultades económicas y financieras, las violencias psicológicas, la discriminación o el acoso, la sensación de soledad, la pérdida de redes de apoyo, las dificultades en las relaciones interpersonales y sexo afectivas e incluso la misma dificultad para reconocer las propias emociones figuran como circunstancias vitales en las personas que motivan la ideación y la conducta suicida. Es por eso que, si consideramos el panorama de las personas LGBTIQ+, situaciones como la violencia estructural, cotidiana y multiactor, la falta de oportunidades y garantía de derechos, la discriminación en contextos educativos, laborales, sociales y familiares, la naturalización del desprecio, las crisis económicas, entre otros motivos, han dado lugar a que al menos el 55% de la población LGBTIQ+ del país reporte haber tenido ideaciones suicidas en distintos momentos de la vida, según el informe de Estrés, salud y bienestar de las personas LGBT en Colombia (2020).

Por otro lado, en perspectiva de población migrante, refugiada o retornada en Colombia, situaciones como la separación de familiares, el desarraigo, la pérdida de reconocimiento y condiciones socioeconómicas, la incertidumbre cotidiana, las dificultades de acceso a empleos decentes, las barreras de acceso a todo tipo de derechos, las lógicas del rebusque y hasta la criminalización de la migración, ha dado lugar a que al menos 163 personas venezolanas migrantes en el país se hayan suicidado en los últimos dos años, según datos del Proyecto Migración Venezuela (2022).

Estos complejos entramados de inequidad, así como las dificultades para acceder a trabajos dignos, viviendas o hasta servicios de salud, deben ser analizados de manera estratégica, con especial atención en la responsabilidad del sistema neoliberal y los efectos que este surte en la población. Existen malestares existenciales en la vida de las personas que están estrechamente relacionados con las condiciones de vida que impone este modelo económico y no logran superarse “echándole ganas” o pensando en positivo; por el contrario, esta ‘positivización’ de la sociedad origina índices más altos de malestar al generar inconformidad en las personas que no sienten que cumplan con estándares impuestos, desencadenando depresiones, ansiedades y otras condiciones cerebrales y neuronales.

Es por eso que hacemos un llamado al cuidado colectivo, al autocuidado, al autoconocimiento y a la construcción de redes apoyo, siendo estas trincheras posibles, a nuestro alcance, que permiten superar escenarios complejos en la mente individual mientras aunamos esfuerzos que permitan fisurar las estructuras neoliberales, apostándole a modelos de atención en salud mental especializada, gratuita y de calidad para todas las personas con enfoques diferenciales.

Por otro lado, no puede normalizarse la ideación suicida, pues esta empieza ser síntoma de malestares irresueltos y de trastornos que afectan la vida cotidiana. Por esto, desde Caribe Afirmativo invitamos a construir redes de afecto y cuidado, donde sea posible expresar cómo nos sentimos y apañarnos en busca de alternativas a la idea de la muerte como solución. La aparición de la idea de muerte y su manifestación inicial a través de autolesiones, son señales que debemos detectar inmediatamente para tomar acciones que nos permitan vivir en condiciones de dignidad.

Invitamos a las personas LGBTIQ+ que necesiten de un lugar seguro para expresar sus emociones a contactar a profesionales en psicología y/o salud mental, acercándose a las instituciones distritales, municipales y locales o consultar las líneas 123. En Caribe Afirmativo le apostamos al apañe colectivo, a la proximidad y a la construcción de redes como estrategia para estar juntas, crecer y acompañarnos, en medio de lógicas sistemáticas que a menudo buscan que estemos solas, desconectadas las unas de las otras y laboriosamente responsables, alimentando la máquina que crea el capital y acentúa las fronteras.