Crónicas Afirmativas

La familia que elegimos: Colectivas LGBT, hogar y resistencia frente al conflicto armado

“El asunto de asumirse con respeto y dignidad transforma las maneras de interactuar con los demás”.

Los ojos de aquel niño que llegó cautelosamente a su oficina parecían que hubiesen visto el horror, sin embargo, el niño asustado le entregó un sobre y se fue corriendo lo más rápido posible. Miguel Ángel[i] se quedó impávido y el alma pareció salirse de su cuerpo en prolongados minutos cuando leyó la nota que contenía aquel sobre.

Miguel Ángel Osorio tiene 30 años, vive en Medellín, es activista y líder social en su comunidad, pues desde muy temprana edad se identifica como hombre gay. A los 16 años se armó de valor y les comunicó a sus padres lo que ya sentía y latía en su corazón, al principio fue duro porque no todas las familias saben cómo actuar cuando algún integrante “sale del closet”, y para Miguel fue un momento fuerte, pero no tan complejo como en otros casos, ya que no era la única persona cercana a su familia que vivía esta situación de autodescubrimiento.

No obstante, en el contexto escolar no fue así, muchos niños y niñas, como él lo describe, son acosados por expresar abiertamente su orientación sexual, de ahí que sea más complejo asumirse a nivel público que en el privado. Para Miguel, su comunidad inmediata como su vecindad siempre lo han percibido como un hombre homosexual, en especial porque con su activismo y en los diferentes procesos sociales LGBT que ha participado ha adquirido una visibilidad en su entorno.

Aunque Miguel Ángel vive en una zona urbana para él tiene un aire rural, porque su barrio se encuentra, como muchos otros, en la ladera de la ciudad y se ha conformado por asentamientos informales y ya es reconocido ante la planeación, pero aún conserva esas características que él enuncia como rurales que permiten intercambios comunitarios.

Su activismo inició en el año 2007 como un proyecto juvenil, que no tenía la intención de llegar a la población LGBT y convertirse en una colectiva de resistencia de la misma, pero para ese momento la mayoría de los integrantes eran personas con una orientación, expresión o identidad de género diversa. Fue así como de una construcción individual se fue enrutando un proceso hacia la representatividad de personas LGBT en sitios importantes de la comuna y en la ciudad. Miguel Ángel es diseñador de profesión, pero su proyecto de vida se ha formado en procesos sociales, liderazgos y la defensa de los derechos humanos, puntualmente los de la población LGBT. Actualmente su trabajo tiene un carácter interseccional, lo cual posibilita llegar a diferentes grupos sociales, siendo su activismo su gran sueño personal y colectivo.

Históricamente el conflicto armado ha afectado directa e indirectamente a todos los colombianos y colombianas y Medellín ha sido uno de los focos del mismo. La Comuna 8 ha sido epicentro de la violencia, en donde se ha vivido procesos de desmovilización de los paramilitares y la existencia de las Bacrim, que se estructuran como células de lo que quedó de los grandes grupos armados. Para él, el proceso de desmovilización de los paramilitares sólo dejó semillas para reconfigurar nuevos grupos armados ilegales dentro del territorio, donde se proliferaron nuevas formas de violencia y de ejercer control sobre las comunidades.

Por esta razón, ante la llegada de los actores armados su colectiva LGBT se convirtió en un objetivo militar, ya que ellos los veían como una amenaza para apoderarse del territorio, y esto desencadenó en una serie de violencias que incluyeron desplazamiento forzado, amenazas, violencia sexual y ver frenado el proyecto político de su organización. La intención de estos actores armados era conseguir el poder y ejercer presión sobre la población, un control económico que se alimenta de negocios ilícitos para financiar sus estructuras a costa de extorsiones, microtráfico, entre otras acciones.

De acuerdo con la descripción de Miguel, en la comuna ha ocurrido de todo. Desde atentados terroristas con artefactos explosivos: masacres, violencia sexual, desplazamiento forzado, torturas y secuestro, e incluso, si se pudiera hacer un recuento, varios hechos no están documentados, demostrando así el subregistro de los mismos.

Las personas LGBT en la Comuna 8 tenían dos opciones: primero el chico o chica asumía un comportamiento validado por el grupo armado, es decir, un joven o una mujer estaban obligados a actuar conforme a los roles binarios de la sexualidad y el género, donde las mujeres tienen que ser delicadas y “femeninas” y los hombres fuertes y viriles, conforme a la noción tradicionalmente arraigada de lo que se codifica como femenino y masculino; pero por otro lado estaban los disidentes y los rebeldes, quienes asumían su orientación sexual e identidad de género sin miedo a nada, en donde ser un hombre amanerado y usar vestidos o faldas, o ser una mujer que use ropa ancha y masculina se considera una traición, una transgresión que se convierte en amenaza para ellos, por eso los grupos armados convierten esto en motivos de persecución y se creen con la autoridad moral para aplicar acciones violentas que sirvan de correctivos a estas “desviaciones”.

A pesar de que la violencia contra las personas LGBT por parte de grupos armados tanto legales como ilegales es una violencia diferenciada y por prejuicio en razón de su identidad, expresión de género u orientación sexual, y que además sea legitimada por la sociedad en la mayoría de los casos, Miguel Ángel y su colectiva han transformado esa visión, ya que gracias a los proyectos que han desarrollado y su labor comunitaria han logrado una visibilización en su comunidad. De ahí que se sientan más protegidos y amados, aunque aún hay taras por superar, como que las personas LGBT transgredan la noción de una familia tradicional y sean mal ejemplo para los niños, conceptos que han cambiado con el tiempo, pero que siguen arraigados en los imaginarios de varias comunidades.

Por esta razón, el activismo de Miguel Ángel y sus compañeras y compañeros se convirtió en un fuerte de resistencia ante las amenazas, hostigamientos e intimidaciones de todo tipo de personas de diferentes esquinas. No obstante, esta resistencia se ha convertido en algo político porque ellos fueron la primera Mesa LGBT territorial, lo cuál les permitió ser diseñadores, consultores y gestores de proyectos relativos a temas de políticas públicas y de diversidad sexual y de género.

Así empezaron yendo a eventos públicos a tener una participación política dentro y fuera de la ciudad, en donde poco a poco fueron ganando espacios de interlocución con los demás desde el respeto, la diversidad y la alegría, ambientes que siguen conquistando y que desde el activismo continúan en transformación.

Mientras tanto, las amenazas contra Miguel empezaron a llegar a través de mensajes de texto en la que le decían que debía irse del barrio que lo estaba “mariquiando”, fueron tres mensajes en una semana con intimidaciones en sus contenidos. El más fuerte fue aquel día que llegó un niño con los ojos aterrorizados y le dejo el sobre y salió corriendo, ahí decía que las amenazas no eran un juego, que debía irse ese mismo día que si no ellos no iban a responder. El horror y el miedo invadieron el cuerpo de Miguel Ángel, porque al principio se mantuvo en el lugar e hizo caso omiso a esos hostigamientos, pero en esa ocasión, embargado por el temor, fue a presentar una declaración para la Unidad de Víctimas, que rechazaron inicialmente alegando que él era un hombre en edad productiva y no tenía familia, lo que se entiende como una clara estigmatización a personas LGBT, pero gracias su liderazgo y el contacto con varios funcionarios públicos pudieron darle un cupo en un albergue para su seguridad.

Sin embargo, permanecer en dicho lugar no fue un alivio, significó todo lo contrario porque además de que esta ruta de atención carecía de un enfoque diferencial y de atención especializada a personas LGBT, no contaba con atención psicosocial para víctimas del conflicto armado, ignorando las afectaciones a la salud mental y el trauma que implica sobrevivir a una de estas situaciones o desplazarse con el miedo a perder la vida en cualquier momento.

También fue un choque fuerte, porque la mayoría de personas que habitaban en el albergue eran rurales y les fue muy extraño encontrarse con un hombre abiertamente gay, de ahí que Miguel viviera tratos ofensivos y no pudiera tener relaciones interpersonales con ellos, a causa del rechazo que les producía su orientación sexual. Tenía tan sólo 24 años cuando esto ocurrió, su pareja de aquel entonces le dio asilo en su casa y ya cuando uno de los cabecillas, quién lo había amenazado, fue asesinado, Miguel Ángel pudo regresar a su hogar, a su barrio y territorio para continuar con su formación académica y social.

En retrospectiva, Miguel Ángel ve este hecho victimizante en razón de que la Mesa LGBT de la Comuna 8 no sólo es una organización social, si no que está integrada por población LGBT y que otras organizaciones sociales juveniles que hacen presencia en su territorio no fueron perseguidas y amenazadas, mientras que ser “maricas” y ver y sentir la vida diferente en oposición a la heternorma para los paramilitares convierte a las personas con una orientación sexual, identidad y expresión de género diversa en un objetivo militar.

Miguel también ha vivido otros hechos victimizantes de manera indirecta, es decir, vio a muchos de sus amigos y amigas ser desplazados, asesinados, torturados y perseguidos. Cada persona que llega a la casa busca refugio, acogida, sentirse como un igual y acompañado de una familia, porque en sus hogares han sido señalados y rechazados, se ha ganado su corazón. Por eso, cuando se entera que alguno de ellos o ellas que acudió en busca de ayuda y orientación a la Casa Diversa fue violentado y vulnerado algo en su interior se quiebra.

Uno de los casos más tristes le ocurrió a uno de los integrantes que estaba iniciando su tránsito. Esa persona tenía una identidad de género muy femenina y en uno de esos momentos, cuando salió, fue interceptado por seis hombres que abusaron sexualmente de él, a raíz de eso esa persona dejo la comuna y no volvió a transitar. Un impacto en la vida de las personas trans que han sufrido un abuso sexual puede ser la pérdida de su identidad y detención de sus tránsitos, esto se irradia en su salud mental porque por miedo a recibir una agresión o verse vulnerados de nuevo pierden esa identidad, viven en duelo por lo mismo, lo cual altera su calidad de vida.

Pese a que ya se firmó un Acuerdo de Paz en el 2016 y que la Mesa LGBT de la Comuna 8 de Medellín fue reconocida como un sujeto de reparación colectiva, el 25 de enero de 2016[ii], siendo el primer caso en Colombia en el que una colectiva LGBT fue reconocida por el Estado como víctima del conflicto armado, las agresiones y violencias contra población OSIGEG en la Comuna 8 no paran. Todavía hay asesinatos a mujeres trans, tentativas de homicidio y feminicidio a hombres gay y mujeres lesbianas, especialmente a quienes ejercen liderazgos sociales visibles en el territorio. No se sabe con certeza quienes ejercen estás violencias, pues existen agresiones verbales por parte de la comunidad vecinal y la institucionalidad, que carece de un enfoque diferencial y de una capacitación de temas de derechos humanos de personas LGBT y los ataques a todos aquellos y aquellas que sean disidentes de una cultura heteropatriarcal inserta en su inconsciente colectivo.

Como las estrellas que nacen del caos, así ha sido la historia de Miguel Ángel Osorio y su compromiso social con la Mesa LGBT de la Comuna 8 de Medellín, debido a que a raíz del conflicto armado esa familia elegida, ese hogar de acogida tangible o intangible en numerosas ocasiones ha enfrentado las fauces de la violencia, encarado los horrores de crímenes llenos de odio y prejuicio, y muchas veces esa familia, esa calidez que generan los lazos de los amigos y los liderazgos, ha sido separada, desmembrada y desarticulada por las infamias del conflicto armado, a pesar todo eso renacen en la transformación social y en las ganas de cambiar su realidad.

En su historia han acogido a jóvenes y adolescentes que son rechazados por sus propios parientes por su orientación sexual, expresión o identidad de género. Cada que alguien tocaba a su puerta buscando ayuda, su familia crecía y en ocasiones han logrado que padres y acudientes venzan ese prejuicio por el amor que les tienen a sus hijos e hijas y decidan apoyarlos y acogerlos de nuevo.

Una de sus primeras luchas y discursos políticos es lograr que las personas LGBT habiten los espacios públicos sin miedo a ser juzgados, violentados o excluidos, es cierto que han ganado visibilidad, pero no es lo mismo estar en la periferia de la Comuna 8 que en el centro de Medellín. Aún genera escozor ver a una pareja del mismo sexo tomarse de la mano o darse un beso en público, de ahí que los espacios públicos se reserven su derecho de admisión solo para personas que tengan una estética heteronormada.

La Mesa LGBT no sólo tiene actividades de política, también el arte y la cultura han sido herramientas de expresión para posicionar su visibilidad, de ahí que muchos de estos encuentros se trataran de bailes, grafitis, montajes teatrales, conversaciones académicas y las calles, las instituciones educativas y las organizaciones comunitarias que tienen sus puertas abiertas para que se realicen talleres e intercambios de experiencias se conviertan en espacios por excelencia de transformación social para las personas LGBT. La juntanza con otros grupos poblacionales como afros, mujeres, adultos mayores, niños y adolescentes, incluso de diferentes sectores del país, son esenciales en estos procesos de cambio social y del compartir subjetividades y experiencias que se piensen una sociedad más igualitaria.

La violencia por parte de distintos actores del conflicto armado retrasó su posicionamiento social y actividades en su territorio, pues solo hasta el 2019 pudieron regresar y empezar de nuevo con sus luchas políticas. No se puede hablar de Miguel Ángel sin hablar de la Casa Diversa y de los procesos políticos como la Mesa LGBT de la Comuna 8 de Medellín, su vida, su historia, los que es y lo que sueña están arraigados a los sujetos colectivos a los que pertenece y lidera, su vida no sería lo misma sin estos procesos, sin su gente y su familia elegida, su familia de lucha.

Miguel reflexiona y a pesar de que pudo retomar su vida a nivel profesional y continuar con sus liderazgos, desde su visión como líder, ser víctima del conflicto armado le dejó varios aprendizajes: primero comprender que no solo se es víctima por habitar el territorio colombiano y vivir en espacios golpeados por la violencia, también se es víctima por no hacer parte de la heteronorma y no cumplir a cabalidad con los estereotipos de género impuestos por el patriarcado; en segundo lugar por su experiencia se ha dado cuenta que las rutas de atención y protección del gobierno no aplican un enfoque diferencial y a veces son más efectivas las acciones de autoprotección, por está razón él piensa que para garantizar la no repetición de estos hechos es vital pensarse políticas de prevención y protección, en lugar de atención.

Miguel Ángel sabe que desde su experiencia la población LGBT ha sido perseguida, aniquilada y atacada por el simple hecho de ser como son, esto implica una responsabilidad como colectivo y mantenerse investigando y apoyando a personas LGBT que son vulneradas y dejar insumos para los próximos sujetos de reparación colectiva, y decirle a la institucionalidad que los asesinatos y amenazas no son hechos aislados, sino que por el contrario son sistemáticos porque a diario matan personas por su orientación sexual, identidad o expresión de género diversa. A él le preocupa que para el Estado la reparación se entiende como una indemnización económica y no como algo profundo e integral que debe abarcar todos los sentidos en los que una persona fue violentada, y hace énfasis en la ausencia de una atención psicosocial o preocupación por la salud mental de las víctimas LGBT del conflicto armado.

La historia de Miguel Ángel Osorio, sus luchas, su amor por su territorio y su compromiso con mejorar la calidad de vida de las personas LGBT desde el activismo y en la defensa de sus derechos humanos sigue vigente. Él cuenta con una familia que lo apoya, pero también con esa familia elegida que crece a diario, que genera proyectos, juntanzas, espacios para compartir e intercambiar ideas y convertir realidades hostiles en territorios donde se respeta y se ama la diversidad.

[i] Nombre cambiado por seguridad de la persona.

[ii] Tomado de https://www.unidadvictimas.gov.co/es/la-mesa-lgbt-comuna-8/37227