15 de mayo de 2020. Los días de pandemia han venido develando el mayor problema de la sociedad, que si bien no es un descubrimiento nuevo, si esta dejando constancia de sus efectos devastadores en los seres humanos: “la pobreza”. Imágenes cotidianas de sus secuelas en la cuarentena mundial demuestran que estamos atrapados en la agonía de una crisis profunda, no solo porque cada día son más los que ven comprometidas sus condiciones de salud, pierden espacios laborales, tienen dificultad de acceder a los alimentos y experimentan debilidad en el bienestar mental; sino porque la respuesta y la atención del Estado y las instituciones que asumieron la promesa del progreso de la humanidad es desigual e inequitativa, pues está siendo planeada para garantizar la seguridad y la recuperación de unos pocos, -los mismos que crearon la dialéctica de la opresión-, mientras dan paliativos distractores al resto de la sociedad que no les ofrecen bienestar sino que profundiza su precarización.

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