22 de mayo de 2020. Cuando se intenta hablar de garantías para las personas LGBTI, debemos partir de las actuaciones de la institucionalidad que son deficientes, en muchos casos, debido a las barreras creadas por el estigma, el estereotipo y, en los peores casos, la negación al acceso por prejuicios que impactan de manera negativa; ésta situación repetitiva y normalizada es el diario vivir, trascendiendo como costumbre de generación en generación arraigándose como tubérculo en las fibras y tejidos sociales de este territorio.
Si, aquellos y aquellas denominadas como maricas, areperas, machorras, entre otros sin número de descalificativos con los que se habla cotidianamente (cuyo valor en el movimiento LGTBI que anteriormente eran eufemismo, hoy símbolos lingüísticos reivindicativos), desconocen la integridad de las personas sin evaluar los valores principios, historias y esfuerzos; y ese olvido sistemático, se convierte en una invisibilización que crean círculos de pobrezas, los cuales hasta el momento aún no son fáciles de superar; por lo cual, las garantías a derechos sociales, económicos y culturales, tales como: el acceso a la educación, a los servicios de la salud, al trabajo e inclusive al ejercer plenamente ciudadanía son casi imposibles.
La grave afectación de las fobias a los derechos de las personas LGBTI ha conllevado a fortalecer una sociedad injusta que junto a la indiferencia, el olvido, el irrespeto, tiene como resultado la perpetración de la desigualdad. Aun así, en medio de todas las dificultades las personas LGBTI se toman el tiempo para brillar entres sus características lentejuelas y canutillos, quienes a través de arte y su resiliencia exigen respeto, requiriendo por vía legal el terreno para alcanzar la igualdad y la inclusión social.
Lo que es cierto es que la sumatoria de situaciones ha traído consigo episodios nebulosos para todos los casos de personas LGBTI bajo sus propias connotaciones y situaciones particulares, lo cual, en muchos casos están bajo el amparo de doble revictimización. Hoy, en el marco del COVID-19 y durante la semana de la lucha contra cualquier forma de discriminación hacia las personas LGTBI, las brechas de desigualdad son tan inmensas y profundas, denotado en la cantidad de personas sin techo, obligadas a salir a las calles, omitida por el gobierno nacional. Sin lugar a dudas, una odisea para lograr sobrevivir en un contexto de amplio maltrato, en donde a ciencia cierta se desconoce los grados vulnerabilidad.
Hablar de personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas implica elevar una exigencia a todo un aparato, pero especialmente al Estado colombiano de exacerbarse en contra de LGTBIfobia, una de las causales que germinan las dificultades que día a día viven la población LGBTI. Construir una sociedad incluyente implica realizar reflexiones profundas de los imaginarios, pero lo único claro de este asunto radica en que las personas OSIGEG diversas se caracterizan por su resiliencia, y sobre todo están para “resistir, persistir y nunca desistir”.