El Vuelo del Turpial

Innovar y emprender: el sueño de una pareja de lesbianas venezolanas en Cartagena

11 de septiembre de 2021. Apretujar nuestra vida en un par de maletas y salir, casi huyendo, del país que nos vio crecer no es una decisión fácil, porque cuando te marchas no sabes si podrás volver, así que tu ida estará rodeada de incertidumbres y miedos. 

Desde 2016, la migración de Venezuela ha sido el desplazamiento de personas vulnerables más numeroso y rápido del continente. Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V), hasta agosto de 2021, 4.621.562 era la cantidad aproximada de venezolanas refugiadas y migrantes en América Latina y el Caribe, siendo los principales países receptores Colombia, Perú, Chile, Ecuador y Brasil. 

El escapar de la crisis económica, social y política que mermó la seguridad ciudadana, la economía y los estándares de vida del país, sumió al pueblo venezolano en la pobreza, privándolo del acceso a servicios básicos de salud, educación e infraestructura. Por otra parte, el proceso migratorio hizo que un sinnúmero de noticias inundase los medios de comunicación masiva, no solo reportando la entrada de personas venezolanas a Colombia, sino también relatando historias con un aspecto tanto positivo como negativo de la situación, contribuyendo a formar imaginarios y representaciones sociales sobre la población venezolana. 

En este sentido, se ve la necesidad de escuchar de viva voz historias de migrantes con el propósito de conocer de manera directa por lo que pasa toda persona que desea tener una mejor condición de vida. A su vez, es una forma efectiva de obtener lecciones que permitan convertir una crisis humanitaria en oportunidades de desarrollo tanto para los países receptores, en este caso Colombia, como para la población venezolana. 

Roxana Leal y Karelis Zambrano, una pareja de mujeres lesbianas venezolanas, ante los retos de migrar, y confiadas en sus sueños, talentos y habilidades decidieron emprender para sobrevivir, y así asegurar su sostenibilidad en Colombia

“El mundo está cambiando rápidamente, quién no se adapte puede sufrir graves consecuencias. En Colombia debimos ver la manera de prepararnos para hacer frente a los cambios que estaban llegando y poder recibirlos sin ningún contratiempo. Además, por ser migrantes venezolanas no nos daban empleo, así que nos arriesgamos a trabajar por nuestra propia cuenta. Era lamentable recibir solo $20.000 por todo un día de trabajo, no era rentable y a veces muy injusto”, destaca la joven pareja. 

Enfrentadas a nuevos retos y conscientes de las dificultades de encontrar un trabajo en el país, reflexionaron sobre la posibilidad de emprender un proyecto nuevo. “Siempre hemos sido unas mujeres soñadoras, con muchas ideas y proyectos en la cabeza. Nos gustan los desafíos, así que vimos la manera de tener un emprendimiento, en el cual, pudiéramos poner nuestra creatividad al servicio de los demás, es así como nació: K & R Piñatas, una idea de negocio que busca crear y fabricar piñatas y sorpresas de cumpleaños”, destaca Roxana.

La joven pareja participando en un evento de emprendimientos verdes en Cartagena.

Este proyecto les ha permitido fortalecer sus destrezas manuales y ver en el reciclaje una fuente de emprendimiento, ya que las piñatas son elaboradas con icopor, cartón, papel periódico, entre otros materiales, después de un cuidadoso proceso de selección. “Hemos entendido el desarrollo de una economía verde o sustentable. Preocupadas por nuestro entorno vimos la oportunidad de contribuir con el desarrollo social a través de una idea de negocio que fuera amigable con el medio ambiente. Basta solo con identificar los productos que necesitamos y luego generar una estrategia para recogerlos de manera ordenada y limpia”, destaca Karelis. 

Entendiendo que reciclar es indispensable para combatir el calentamiento global y el cambio climático, Karelis y Roxana, además de la creación de Piñatas, fabrican sillas y muebles con llantas usadas. “Cuando decides emprender debes avanzar un paso más e ir más allá de donde ya has llegado. Con el ánimo de favorecer el progreso y ampliación de la industria del reciclaje, vimos que las llantas tienen un gran potencial para ser reutilizadas, logrando así disminuir sus impactos ambientales ya que representan problemas ecológicos a causa de su tiempo de degradación”, destacan. 

Actualmente, el mundo cambia diariamente de manera profunda y a una velocidad sorprendente, Roxana cuenta que esta iniciativa guarda relación con su familia, debido a que en Venezuela tuvo la oportunidad de aprender a elaborar piñatas desde muy pequeña viendo a sus padres, aunque no fue una tarea fácil. “Muchos años tenía sin hacer una piñata, pero teníamos ganas de trabajar en algo que nos gustara y que, por lo menos, conociéramos. Además, la pandemia hizo que nuestros ingresos disminuyeran en gran medida, así que no podíamos sentarnos a esperar, debíamos actuar. Recordé que cuando era una niña mis padres hacían piñatas y hacían muy felices a familias enteras con sus creaciones, así que tomamos unos cuantos papeles de colores, cartulinas, icopor y papel periódico para elaborar lo que sería nuestra primera piñata”, expresan. 

Ambas mencionan que ellas ven arte donde otros ven basura, es así como han podido dar vida a un gran número de piñatas, que han servido para alegrar fiestas infantiles y de adultos, “Esto ha sido el arte de reciclar y transformar lo que consideramos basura en artesanías. Entre las curiosidades de este emprendimiento nos ha sorprendido como las personas piden piñatas personalizadas para sus fiestas, en especial, para despedidas de solteras. La que ha sido más difícil fue una con motivo de Transformer. Nunca pensamos que hacer un robot requiriera tantos detalles, pero lo logramos hacer y entregar a tiempo”.

Aproximadamente tres días demoran en la elaboración de las piñatas. Esta fabricación posee unos breves pasos, por ejemplo: “primero, se elabora el molde de las figuras; segundo, se coloca el periódico y el engrudo, esperando que se seque y endurezca; tercero, se inicia con el proceso de decoración”. Con relación a las llantas se dirigen a los talleres de neumáticos, “las recolectamos, limpiamos, desinfectamos e iniciamos rápidamente el proceso de decoración para la realización de los muebles. Esto nos toma 4 días aproximadamente”.  

Sueños que arrebata la migración 

Karelis y Roxana, radicadas actualmente en Cartagena (Bolívar), se describen a sí mismas como dos jóvenes emprendedoras, valientes guerreras y con los “pies bien puestos sobre la tierra”, relatan que aún cuando su emprendimiento toma fuerza, la situación no es fácil. Ambas tenían metas que debido a la migración y su travesía a Colombia no fueron posible ni alcanzar ni retomar. 

Karelis, llegó hace casi cuatro años a Colombia; ella laboraba en una empresa de lácteos. Quizás y como menciona: “no ganaba lo suficiente”, pero Venezuela lo era todo para ella, “la grave situación del país me obligó a salir, a tomar a mis hijos para buscar una mejor calidad de vida, yo quería verlos crecer allá. Cuando llegué a Colombia, no pude conseguir trabajo, sentía que no había espacios para nosotros”. 

Se debe entender que aun cuando Venezuela ha tenido que enfrentar la pobreza y el hambre de su pueblo, las personas que han migrado tenían su hogar, familia, profesiones y proyectos. Y, hoy su realidad es otra: han llegado a dormir en la calle, su condición de migrantes hace que algunas empresas los descarten, el día a día es incierto y no saben si mañana podrán pagar la pieza donde se encuentran. 

“Salir a la calle es duro. Acompañada por el sol salía a buscar el sustento diario. Para mí era primordial que mis hijos pudieran comer. Una madre lo da todo por ellos”, señala. 

Por su parte, Roxana llegó en 2020 por problemas de salud, “ante la precaria atención en las clínicas de Venezuela y la falta de medicamentos decidí venir a Colombia. Mi salud estaba en riesgo. Ya en Colombia he recibido las atenciones necesarias y mi salud va mejorando”, dice. 

Además, agradece el apoyo que ha recibido de Karelis a quien conoció en Colombia, “ella ha sido mi soporte y apoyo. Cuando veo que todo se complica, me ayuda a buscar soluciones. Nos llevamos muy bien, ya ha sido más de un año juntas. Hemos podido vivir nuestra relación como pareja, expresarnos libremente sin prejuicios, sin pena. Hemos mantenido nuestra frente en alto sin permitir que comentarios negativos u ofensivos afecten lo que tenemos y hemos logrado juntas. Sentirme libre y sin ataduras es lo que me permite hacer caso omiso a las ofensas”.

Desde otro punto de vista, Karelis ha enfrentado los episodios de xenofobia o violencia hacia su orientación sexual pacíficamente, “los prejuicios de las personas me dan igual, simplemente los ignoro y sigo mi camino. Considero que si les presto atención me enveneno y estreso, así que prefiero dejarlos a un lado”. 

Finalmente, y pensando en su futuro ambas señalan que no desean estancarse ya que esperan, en los próximos meses, registrar su emprendimiento y abrir un local que les permita seguir llevando alegría a más familias. Ellas creen en la transformación de sus vidas, apostando por lo único que siempre es permanente; “el cambio”, y que de ellas dependerá adaptarse de la mejor manera.