21 de julio de 2021. Hubo un tiempo que los medios de comunicación decían que Colombia es el país más feliz del mundo, pero ¿un país que ha vivido más de 60 años de conflicto armado interno puede considerarse feliz? La verdad es que no. Si bien es cierto, el tema de la salud mental se ha normalizado aún más en los medios de comunicación, pero pocas veces nos hemos preguntado por la herida histórica que dejó el conflicto en el inconsciente colectivo de todos los colombianos y colombianas y a su vez no se ha indagado sobre las necesidades en cuando a salud mental y reparación emocional que requieren las personas LGBT víctimas del conflicto armado.
Las orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas, han sido censuradas y discriminadas a lo largo de la historia la sociedad. En el contexto del conflicto las personas LGBT vivieron violencias diferenciadas y sistemáticas que buscaron aniquilar su orientación sexual o identidad de género.
De ahí que, desde nuestro trabajo en Caribe Afirmativo, a través de los testimonios de las víctimas se han identificado distintos tipos de violencias entre las que se que se encuentran torturas, secuestros, amenazas, lesiones físicas, violencias sexuales, desplazamientos forzados, hostigamientos, detenciones arbitrarias, intentos de reclutamiento, reclutamiento forzado, trabajo forzado, homicidios, feminicidios, entre otros.
Estos hechos, la sistematicidad y la sevicia con las que fueron ejecutados, muestran las evidentes intenciones por parte de actores armados de propagar terror y consolidar un control sobre los cuerpos de las personas LGBT en las distintas regiones del país. Es por eso que estas han desencadenado en las personas LGBT distintos impactos y daños psicosociales, físicos y socioeconómicos.
Caribe Afirmativo ha estado brindando acompañamiento psicosocial a víctimas LGBT de algunos territorios del país. Con esto se busca posibilitar y recuperar la autonomía, la juntanza y la participación. Así como la escucha de sus verdades, la narración de sus historias, sus dolores y sus luchas personales y colectivas, para reconstruir memorias y resignificar las experiencias que han tenido en el marco del conflicto. Como explica Bohórquez (2014), “el punto de partida en la reparación es el reconocimiento de la dignidad de las víctimas, al ser esta una forma de legitimar sus historias y vivencias” (p.86).
Es por todo lo anterior que el acompañamiento psicosocial nace del querer recuperar a las personas partiendo de la realidad de sufrimiento, violencia, aislamiento e invisibilidad en la que desafortunadamente se han visto envueltas. Se busca ayudar a las personas y a sus entornos para afrontar problemas psicosociales, por lo que brinda herramientas para adoptar un rol transformador de la realidad, donde se aborden no sólo las necesidades inmediatas, sino las vulnerabilidades sociales que vivencian las personas y sus territorios (Mujika, 2018; Flóres, 2019).
A su vez el acompañamiento psicosocial también puede ser preventivo, especialmente cuando se brindan herramientas a las personas LGBT víctimas del conflicto armado para enfrentar sus realidades, acompañar a quienes aún viven todo tipo de duelos, y tener conversaciones más asertivas en cuanto a salud mental se trata. Su objetivo es la restauración de la cohesión y el tejido social, y se basa en la idea de que las personas se ven emancipadas para cuidarse a sí mismas y entre sí. (Mujika, 2018; Caribe Afirmativo, 2018).
En Colombia, las víctimas LGBT del conflicto armado continúan enfrentándose a retos que dificultan la garantía de sus derechos, y el acceso a la justicia y la reparación integral. De ahí que la razón para hacer un acompañamiento psicosocial diferencial obedezca a la necesidad de comprender cómo las violencias afectan de formas particulares las vidas de personas LGBT, lo que genera la necesidad de crear procesos de atención que no repliquen prejuicios e ideas heteronormativas o discriminen a las personas por su orientación sexual, identidad de género y/o expresión de género diversa.
No se trata entonces de cuantificar el dolor y competir hasta ser el país más feliz del mundo, se trata de que a través de posibilidades como el acompañamiento psicosocial se puedan tener conversaciones más asertivas y se legitimen las experiencias e historias de las víctimas, para resignificarlas y honrarlas. En este sentido, concebimos el acompañamiento psicosocial como una forma de resistir a las violencias, entendiendo qué desde la construcción de vínculos de confianza, apoyo y solidaridad, también estamos construyendo paz.