28 de febrero de 2021. Alexa Villada[i] nació en la zona rural de El Carmen de Bolívar, estudió su secundaría y su técnica en auxiliar de enfermería en el mismo municipio. Si bien es cierto El Carmen de Bolívar es un municipio de la región de Montes de María que seguramente en el inconsciente colectivo de todos los colombianos y colombianas está referenciado en el mapa, pero tristemente no por su belleza y turismo si no por la violencia histórica que ha vivido durante décadas en el conflicto armado.
Basta escribir su nombre en algún buscador de internet y de inmediato aparecen en los resultados páginas de noticias y todo un archivo del Centro Nacional de Memoria Histórica[ii], dedicado a las experiencias de resistencia y construcción de paz de este municipio que pese a la crueldad que viven sus habitantes se ha reconstruido una y otra vez.
Alexa vivía con su papá en una vereda a veinte minutos del pueblo. Cuando tenía cinco años pasaba la mayor parte del tiempo sola ya que su padre se iba a trabajar. Ella cuenta que había presencia de la guerrilla (aunque no precisa exactamente cual) y su papá era uno de los lideres de su comunidad y el trato que recibían los campesinos de los actores armados era cordial, trabajaban como colaboradores evitando que entraran ladrones a la vereda o hubiese pandillas. Eso sí, si Alexa veía un soldado del ejército rondar su casa, y preguntaban por alguien de la guerrilla, ella debía negar su presencia, pese a que era muy chiquita con su papá ensayaban un parlamento para evitarse problemas con la fuerza pública.
Sin embargo, varias veces cuando se quedaba sola y sus papás estaban ocupados trabajando, los integrantes de este grupo armado iban a visitarla, a enseñarle sus armas y a seducirla de alguna manera a integrarse a sus filas. Comenzaron con llevarle dulces, galletas, hacerles cumplidos y a intentar de todas las formas posibles de convencerla de que las armas y la guerra podrían ser su proyecto de vida, pero ella detestaba las armas, desde muy pequeña supo que no tenía interés por manejar un aparato de esos, cargarlo y mucho menos usarlo.
Alexa actualmente es una mujer trans y desde los 8 años ya sentía atracción por personas de su mismo sexo, puntualmente por uno que otro niño de su escuela rural, como nació biológicamente de sexo masculino estos hombres alzados en armas la veían como una “presa fácil” para integrar a sus filas. Ella siempre tuvo mucho recelo, es decir, no los rechazaba del todo, pero mantuvo una distancia latente cuando ellos le llevaban dulces o le pedían favores, pues posiblemente ésta era su estrategia para reclutar niños, niñas y adolescentes en la región.
Según un estudio de la Pontificia Universidad Javeriana[iii] en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) se han atendido 5.619 niñas y niños durante el periodo del 16 de noviembre de 1999 al 30 de septiembre del 2012 y según la Secretaría Técnica de la Comisión Intersectorial el 90% de estos niños y niñas afirman haber estado vinculados a un grupo armado. Algunas investigaciones señalan que las FARC y el ELN han sido los responsables de este alistamiento y que las funciones que desempeñan estos infantes son mensajería, vigilancia, trabajo en cultivos de uso ilícito o transporte de sustancias psicoactivas.
Los padres de Alexa previniendo está situación consideraron a sus doce años sacarla de la vereda y llevarla a vivir al casco urbano del municipio. Allí ella inició su bachillerato y a los 16 años salió del closet, desde ese momento su expresión de género era visible, por su forma de caminar, de vestir, de hablar, de relacionarse con los demás y es cierto que en el pueblo el ambiente era un poco menos hostil, contrario a lo que podría a haber sido en la vereda donde nadie se reconocía como persona LGBT y la heternormatividad era la regla impuesta por la comunidad.
Un día madrugó a las cuatro de la mañana a sacar una cita médica pues en el hospital del pueblo atendían por orden de llegada. Al lado de la EPS habían unas garitas y en ese momento un policía le indicó que se acercará, al ser una figura de autoridad, una persona dentro de un uniforme que se supone debe representar cuidado y protección Alexa se acercó sin prever algún riesgo. El policía le hizo una propuesta sexual que Alexa rechazó contundentemente, pero este hombre no aceptó un no por respuesta, no le importó no tener su consentimiento y se aprovechó de su figura de poder, sus gritos y su fuerza para llevarla a un sitio oscuro y abusar sexualmente de ella, obligándola bajo el dominio que le otorgaba su investidura.
Ella quedó destrozada del que sería su primer hecho victimizante por parte de alguien de la fuerza púbica. Lo que siguió a esos días fue un silencio doloroso, Alexa no era la misma en el colegio, su rendimiento académico empezó a bajar mucho y recibió atención psicológica por parte del psicólogo de su centro educativo, pero ella no decía nada, ni daba razones, ni explicaciones, por el contrarío se sentía muy culpable por haber acudido a la indicación de su agresor.
Comenzó a evitar ciertas calles del pueblo para no encontrárselo y pese a que ella se ocultaba por el miedo y desconfianza que desató este hecho, puntualmente frente a la Policía Nacional como institución se lo topó un par de veces y este monstruo la saludaba con cinismo y descaro. Ella recuerda todo, hasta el más mínimo detalle como si hubiese ocurrido ayer, no obstante la desconfianza y el temor ante estas instituciones siguen vigentes ¿cómo es posible que personas cuya profesión indica cuidado, seguridad y protección perpetúen el sistema de violencias ya vividas? Es decir, ¿acaso no se puede confiar en nadie?
Las estadísticas de agresiones por parte la fuerza pública hacia personas LGBT son alarmantes, de acuerdo con el último informe de Caribe Afirmativo titulado “Vidas confinadas: situación de derechos humanos de personas LGBT en el Caribe Colombiano durante el 2020”[iv]tan sólo en el año anterior se presentaron 15 casos de violencia policial hacia personas LGBT, de los cuáles 12 fueron hacia mujeres trans. Son ellas quienes se ven más vulneradas por actores armados de la institucionalidad puesto que se extralimitan en sus funciones y marginalizan más su condición, especialmente cuando se desempeñan como trabajadoras sexuales.
Cuatro años después de este suceso y de haber culminado su bachillerato, Alexa tenía 20 años y era un chico abiertamente homosexual, era de noche y debía cruzar una calle que daba a un arrollo para llegar dónde una de sus amigas. Este sitio era conocido en el pueblo por la presencia de consumidores y vendedores de drogas y ahí permanecía un grupo de la SIJIN haciendo controles.
“El que nada debe, nada teme”, recuerda Alexa cuando menciona que paso por esa calle sin temer algún acercamiento o pregunta de la autoridad, como nunca le gustaron las armas mucho menos las drogas pues no sentía curiosidad por consumir alguna sustancia de uso recreativo. Ella cargaba unos papeles cuando un grupo de uniformados se le acercó y le preguntó que llevaba, ella negó portar algún elemento ilegal y mostró lo qué cargada, pero estos cinco hombres sacaron sus armas y empezaron a apuntarle y a exigirle que se desnudará que mostrará todo, que no le creían. “Muestra lo que tienes ahí” repetían con vehemencia, la hostigaron tanto que Alexa tuvo que desnudarse y sentir de nuevo ese miedo de ser violentada por quienes se suponen deben cuidar y proteger a la ciudadanía.
“Me sentí como lo peor” narra y su mirada parece que vuelve a ese recuerdo. Ella empezó a temer por su vida, sin embargo, la presencia de un señor que estaba una casa más abajo observando todo le dio la esperanza de que dicha humillación no pasaría a peores. Entre risas y ademanes de un juego cruel, la policía se fue y la dejo ahí tirada en la calle. Conmocionada por el momento traumático que acaba de vivir empezó a llorar, por fortuna el señor que llevaba un rato observando este episodio se acercó a ella, le dio agua y le dijo que se tranquilizará, alguien de su comunidad a quién ella no conocía le dio un trato amable frente la horrible circunstancia que acababa de suceder.
Las dinámicas de violencia se exacerban con el sistema patriarcal y control moral que ejercen los diferentes actores armados que hacen presencia en los territorios, sean grupos al margen de la ley o personas de la fuerza pública. La organización Temblores[v] advierte qué de los 39.613 casos de violencia cometidos por la Policía Nacional, sólo el 2,2% de ellos ha terminado en investigación y de acuerdo con la Procuraduría General de la Nación menciona que de los 8.167 casos que tienen reportados sólo el 1% ha recibido una condena disciplinaria. Es evidente que la impunidad cuando se trata de miembros de las instituciones que deben “garantizar seguridad” sigue vigente y que por esa razón muy pocas víctimas se atreven a denunciar.
Para entonces Alexa Villada se había convertido en líder e inspiración para las mujeres trans y personas LGBT en su territorio, pues fue la primera mujer en recibir el cambio de cédula con su identidad de género gracias al decreto 1227 del 4 de junio del 2015[vi] que permite a las personas trans su cambio de sexo en la cédula de ciudadanía. Ella nunca denunció estos hechos victimizantes pero tiempo después a ella y a sus amigas empezaron a llegarles panfletos amenazándolas por su vida, aparentemente firmado por un grupo paramilitar.
Ella y sus amigas decidieron tomar acciones al respecto, porque las amenazas pasaron de ser panfletos a llamadas anónimas hostigándolas y presionándolas, decidieron entonces ir a la Fiscalía e interponer una denuncia por lo acontecido, pero se encontraron con un panorama desolador. La persona que las atendió de nuevo se valió del discurso de culpar a la víctima para hacerlas desistir del trámite y les preguntaba “¿qué hicieron para que las estén amenazando?” Alexa intentó contar su historia, pero se encontró con lo usual, que si no había un testigo que comprobará los hechos no había manera de reconocerla como víctima en el Registro Único de Víctimas.
No obstante, no todo fue tan decepcionante, un funcionario de la Fiscalía amigo de ellas las ayudó con la denuncia y a registrarlas como víctimas del conflicto armado por las amenazas recibidas. Aunque Alexa recibió una reparación económica ella insiste que el número es mínimo comparado con los daños psicológicos, que si en el pasado hubiese tenido conocimientos de sus derechos hubiese enfrentado estas violencias sin temor a esconderse, sin sentir culpa cuando quienes deberían sentir vergüenza son quienes le hicieron tanto daño.
“Lo hecho, hecho está. No hay como cambiarlo de manera psicológica o administrativa”, afirma ella con resignación, aunque reconoce que la atención psicosocial que ha recibido le brinda un poco de calma a su presente.
Alexa Villada es una mujer valiente que no teme contar su historia, cuando describe lo que lo ocurrió lo hace con la firme intención de sentirse escuchada para que otras personas no pasen por lo mismo y conozcan que hay rutas de atención y denuncia, que puede que no tengan un resultado inmediato, pero que sus derechos deben ser reconocidos y hacerse valer.
“Somos humanos, también debemos ser escuchados, también sufrimos y hay todo tipo de violaciones en derechos desde la fuerza pública. A mí me paso por falta de conocimiento, pero sé que alguien con la asesoría adecuada podrá encontrar la manera de enfrentarlo”. Estas son las palabras que enuncia Alexa cuando finaliza su relato, ella es consiente del liderazgo e inspiración que representa para sus amigas, es el reflejo de una lucha que lleva años enfrentando pero que con el paso del tiempo la ha fortalecido mucho, aún desconfía de la fuerza pública, pero se mantiene en seguir adelante con su carrera y proteger a las personas que le han brindado apoyo y hogar: sus amigas.
[i] Nombre cambiado por seguridad de la persona.
[ii] Tomado de https://centrodememoriahistorica.gov.co/tag/carmen-de-bolivar/
[iii] Tomado de https://revistas.javeriana.edu.co/files-articulos/VJ/138%20(2019-I)/82559799002/
[iv] Tomado de https://caribeafirmativo.lgbt/wp-content/uploads/2021/02/Informe-Derechos-Humanos_web.pdf
[v] Tomado de https://pares.com.co/2021/02/26/una-sociedad-cansada-de-la-brutalidad-policial/
[vi] http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Decretos/30019850