11 de julio de 2021. Como era usual todos los domingos en el parque principal del pueblo, debajo del árbol del samán un hombre anunciaba a gritos los titulares del semanario. Isaac Pérez[i] con tan solo 12 años salía de misa con su familia, y procuraba no dar tantas monedas en el momento de la limosna, para que le alcanzara para comprar un periódico de esos. El niño salía corriendo a comprar un periódico, se sentaba y lo leía en un parpadeo y en una de esas enamorado del periodismo, de escribir, de leer y de conocer el acontecer de los días le propuso a aquel hombre que lo contratara como vendedor.
Así empezó su historia de amor con el periodismo, porque años después Isaac Pérez se entregaría en cuerpo y alma a este oficio, y haría del ejercicio comunicativo una herramienta de liderazgo y transformación social. Con tan sólo 12 años, Isaac sabía que no era igual que los demás, que su forma de amar sería cuestionada y rechazada por un mundo machista en el que creció, su mamá lo amó y apoyó incondicionalmente, pero en el caso de su papá y su hermana mayor no fue así.
Ante eso Isaac decidió irse de su casa para Santander de Quilichao y su primer trabajo fue de ayudante de panadería, allí decidió enfrentar la vida y trabajar en lo que le saliera para tener un sostenimiento diario, aunque en medio del olor a pan en la madrugada soñara con ser periodista. Puede que Isaac no haya estudiado en la universidad más prestigiosa, pero la experiencia, los cursos, talleres y el amor por la lectura lo convirtieron en uno de los periodistas más destacados de su comunidad y lo más importante, la comunicación comunitaria se convirtió en una forma de contar la verdad y visibilizar las problemáticas de su región.
Isaac Pérez, actualmente ronda la mediana edad, su piel es morena, sus ojos parecen contar una historia a gritos, pero es su amor por el periodismo es su tema de conversación más frecuente, de sólo hablar de lo que hace, de su historia con el mismo, de cómo empezó en emisoras comunitarias y periódicos regionales y ahora en medios de comunicación digitales potenciados por las redes sociales, se le ilumina el rostro y comienza a nombrar a los referentes del periodismo colombiano, que empezaron en este oficio como él, desde la fuerza de sus experiencias.
La historia de Isaac Pérez se desarrolla en tres territorios, Timba, Santander de Quilichao y Buenos Aires, todos pertenecientes al Cauca y que se comunican con el norte del Valle del Cauca. Tal cual lo recuerda Isaac estos tres territorios han sido epicentro de todo tipo de actores armados, en más de medio siglo que tiene de vida puede nombrar con detalle la inmersión de grupos al margen de la ley comenzando por el M-19, el grupo Quintín Lame, que fue un movimiento armado indígena, que según el Centro Nacional de Memoria Histórica era único en América Latina[ii] y que entre los años ochenta y comienzos de los noventa tuvo presencia en varios municipios del Norte del Cauca.
Años después, los territorios del Cauca fueron disputados por las FARC y las AUC, como también hay o hubo presencia de otras guerrillas como el ELN y el EPL y actualmente como lo describe Isaac, las disidencias de las FARC conforman la Nueva Marquetalia, presente en el Cauca. Sin embargo, Isaac hace una diferenciación, entre las FARC y el Bloque Calima de los paramilitares que estuvieron en su territorio, para él la guerrilla ejercía un control social sobre la convivencia y las decisiones importantes de la comunidad, y su ley y democracia consistía en hacer juicios, en caso de que alguien robara algo, como ganado, una gallina, entre otras cosas, aunque dichos juicios tuvieran desenlaces fatales e inquisitorios. Mientras que el Bloque Calima de los paramilitares sembraba miedo y terror con acciones violentas hechas con sevicia y sadismo contra cualquiera que contradijera sus dinámicas de poder. No obstante, siendo Isaac Pérez un hombre LGBT visible en su territorio, que ejerce el periodismo y además tiene un liderazgo social, solo por esos tres motivos fue objetivo militar para todo tipo de actores armados en su departamento.
Según Isaac Pérez Timba ha sido epicentro de actores armados por su ubicación geográfica, porque aquí se encuentra El Naya[iii] que es un paraje natural y que se ubica justamente entre la zona limítrofe entre Cauca y el Valle del Cauca y conecta el océano con la selva del Pacífico. Esta es una extensa región que abarca por lo menos 163 mil hectáreas y está conformada por más de 60 pequeñas poblaciones, entre grupos indígenas y afrodescendientes. Para poder llegar hay que adentrarse, por el río que lleva el mismo nombre, de ahí que los grupos armados ingresaran a Cauca por considerarlo un punto estratégico como corredor ideal para los negocios ilícitos
El activismo de Isaac comenzó involucrándose en espacios de participación ciudadana, como la Junta de Acción Comunal en Timba. Aquí el ejercicio periodístico desde un enfoque comunitario fue en una manera de denuncia y visibilización de las problemáticas de los municipios, como por ejemplo el no contar con acceso a servicios públicos como el gas, el agua o con vías de acceso a los mismos. En estos procesos comunitarios ha vivido una interseccionalidad, porque en su ejercicio como periodista y líder social se han articulado proyectos en beneficio de comunidades indígenas y afrodescendientes que habitan el departamento del Cauca.
Gracias a su gestión y organización con fundaciones Isaac decidió lanzarse a cargos de elección popular, como el concejo municipal en dos oportunidades, en la primera perdió y en la segunda ganó. Sin embargo, Isaac recuerda que en ambas ocasiones su orientación sexual fue motivo para que las personas decidieran si votar por él o no, como hubo comentarios que lo rechazaron por ser un hombre homosexual, otros se convencieron de darle su voto de confianza por ser un líder LGBT y por el compromiso con su comunidad fue elegido concejal en una segunda ocasión.
Los primeros hechos victimizantes empezaron siendo amenazas por paramilitares del Bloque Calima, a Isaac le llegaron panfletos y aparecía en listas de líderes sociales. Por parte de las FARC ellos lo amenazaban constantemente con no sacar información sobre sus operaciones en los periódicos en los que escribía y mucho menos nombrarlos en la emisora comunitaria que ejercía como director.
¡Yo nunca voy a dejar de escribir y si muero, muero escribiendo, porque es mi trabajo! Estas son las palabras que exclama Isaac cuando recuerda las múltiples violencias que vivió por parte de los grupos armados, en especial porque su manera de enfrentar esas amenazas fue resistiendo a través de su escritura periodística. Al enterarse que se encontraba en las listas de amenazados Isaac decidió irse de Timba un tiempo y permanecer en Santander de Quilichao. No obstante, él reconoce el poder que tenían los actores armados en aquel entonces, ya que iba más allá de los toques de queda, si no sus decisiones influían en la identidad de las personas, es decir, Isaac describe como ellos decidían si alguien llevaba aretes, se maquillaba o incluso como se vestía y si estás estéticas rompían con el sistema patriarcal o iban en contra de su ley era puesto entre ojos y hostigado, tal cuál ocurría con las personas LGBT que tuviesen una expresión de género opuesta a su sexo biológico.
Cuando Isaac narra estos hechos y como su orientación sexual, liderazgo y trabajo periodístico lo convirtieron en objetivo militar de todo tipo de actor armado, ubica sus pupilas en el horizonte y parece recordar todas las formas de resistencia que opuso contra cada uno de ellos. ¡Estoy vivo de milagro!, exclama continuamente al recordar todos estos hechos en los que su vida estuvo en riesgo por querer contar la verdad y cambiar la realidad de su pueblo.
El ejército también fue un actor armado que actuaba en complicidad con los paramilitares, porque en esos años de juventud Isaac creía que no, que la fuerza pública obedecía a su fin esencial que es cuidar y proteger a la población de todo tipo de violencias. Isaac Pérez al enterarse de la sospecha de una masacre, quiso contarlo a uno de los comandantes del ejército para frustrar este ataque en contra de la población civil, sin embargo la respuesta del militar fue que se callara, que no se le ocurriera publicarlo en su periodismo y que guardara silencio si quería conservar su vida.
Históricamente el municipio de Buenos Aires[iv] ha sido epicentro de masacres por distintos actores armados en diferentes años. Una de ellas ocurrió en el 2001 cuando paramilitares llegaron a la vereda La Silvia, en Buenos Aires y asesinaron a cinco personas. De acuerdo con la investigación del Cinep, solo se pudo identificar uno de los cadáveres que pertenecían a las personas que fueron desplazados de la masacre de El Naya que ocurrió en ese mismo año y en la que asesinaron a más de 100 personas.
Otro de estos escabrosos hechos ocurrió el 1 de agosto de 2010[v] cuando un grupo de hombres armados ingresaron a Timba, y dispararon varias veces contra cinco mineros que se dirigían a la zona del Alto Naya. El Cinep, afirma que esta masacre tuvo que ver con asesinatos a hombres mineros que se presentaron en días anteriores a la misma. También en el 2011 guerrilleros de las FARC del Frente 30 del Bloque Alfonso Cano, llegaron al Naya y asesinaron a cinco personas en esta zona rural. Las víctimas eran integrantes de una misma familia y sus cuerpos fueron encontrados a orillas del río Naya.
Todas y cada una de estas masacres fueron documentadas por Isaac, pues el ejercicio del periodismo también le ha permitido construir memoria histórica a detalle de estos hechos para que no se olviden. De igual manera él piensa que mientras no se acabe el narcotráfico la guerra no terminará, ya que su territorio sigue siendo escenario de masacres y hechos de violencia.
Para Isaac la masacre más fuerte y dolorosa en la que desaparecieron a uno de sus amigos fue la de El Naya, él cuenta que la guerrilla mataba a quienes hacían más daño, pero en cambio los paramilitares atacaban a quien consideraran sospechoso. Él recuerda como en el trayecto entre estos pueblos paramilitares bajaron a 15 personas de una chiva y los mataban a quemarropa en frente de todos, en una de esas masacres desaparecieron a uno de sus amigos, a quién según él lo describe lanzaron al río, ya que era usual que abrieran los cuerpos de las personas y los llenaran de piedras para no encontrarlos fácilmente entre los caudales del río Naya. Doce días después, de una búsqueda intensa en el río encontraron el cuerpo de su amigo.
La masacre de El Naya fue una de las más dolorosas. De acuerdo con el portal Rutas del Conflicto[vi] un grupo de más de 100 paramilitares del Bloque Calima en cabeza de José Herbert Veloza, alias “HH” hicieron un recorrido entre el 10 y 13 de abril por los territorios aledaños al río Naya y en el trayecto entre las veredas Timba, San Antonio y Puerto Merizalde asesinaron a campesinos que eran tildados como colaboradores de la guerrilla. Luego de la masacre los paramilitares se enfrentaron al Frente 29 de las FARC hasta el 16 de abril. La fuerza pública llegó sólo hasta el día 26 de ese mismo mes.
Según reportes de Medicina Legal los cuerpos presentaban signos de tortura, heridas con arma cortopunzante y algunos habían sido descuartizados, por lo que no todos pudieron ser identificados. La comunidad asegura que fueron más de 100 personas las asesinadas en esos días del horror, pero para el año 2019 sólo se habían recuperado 27 cadáveres y más de 3 mil personas salieron desplazadas hacia los municipios de Santander de Quilichao y Jamundí. El Consejo de Estado ordenó al Ministerio de Defensa pagar 6 mil millones por la omisión de la masacre por parte de la fuerza pública.
Mientras toda esta barbarie ocurría Isaac Pérez era un joven que se hacía adulto en medio de sangre y violencia, aunque no sufrió ninguna herida directa y física en estos cruentos sucesos, con el tiempo pasaría algo que lo marcaría para siempre. En el 2002, un año después de la masacre de El Naya a Isaac los citan paramilitares con engaños, para una supuesta reunión, en la que se aprovechan de él y ellos buscan la manera de que pierda la consciencia y lo agreden y abusan sexualmente de él.
Meses atrás, Isaac había denunciado ante la Cruz Roja las amenazas que había recibido y con el tiempo entendió que este hecho victimizante que vivió fue por su labor como periodista, porque varias veces en la emisora comunitaria de la que en ese entonces fue director mencionaba las problemáticas, asesinatos y la responsabilidad de los diferentes actores armados en cada uno de ellos. Otro motivo que además de su liderazgo lo convirtieron en amenaza para los paramilitares, fue que Isaac solía intervenir cuando agredían o ultrajaban a alguien frente a sus ojos ya que en varias ocasiones defendió y opuso resistencia cuando amenazaban con matar a alguien en su presencia.
Su familia le aconsejó no denunciar la agresión sexual que vivió, por temor a que tomaran represalías contra su vida. Aunque recordar esa noche de horror le dejó una herida emocional profunda, fue su liderazgo y amor por trabajar por su comunidad lo que lo ocuparon, logrando que con el tiempo fuese mucho mayor el número de personas que confiaban en él y reconocían su liderazgo. Por este motivo en el 2008 y sin un peso en el bolsillo para invertirle a la campaña electoral se lanzó al concejo y ganó, logrando ser concejal y teniendo una participación política en un cargo público desde ese año hasta el 2011.
Aunque tener un cargo político le dio confianza con la comunidad y su territorio, Isaac pasaba sus días entre Timba y Santander de Quilichao. Él reconoce que estas violencias no hubiesen ocurrido con la misma intensidad si no fuese una persona LGBT, que dichas agresiones ocurrieron por tres razones poderosas, su orientación sexual, su ejercicio como periodista comunitario y su liderazgo social.
En esos años los paramilitares se creían dueños de los cuerpos de las personas, en especial de las mujeres y población LGBT, Isaac cuenta cómo llegaban a los bares y abusaban de las mujeres y niñas que se encontraban allí siendo explotadas sexualmente. Por eso en su resistencia buscaron la manera de hacer respetar a su pueblo, junto con el respaldo de un grupo de personas que reconocían su liderazgo, pues en varias ocasiones en los que veían que actores armados tenían la intención de agredir a alguien, ellos hacían resistencia que se caracterizaba por ser netamente pacífica. Isaac piensa que oponerse en colectivo ante las crueles acciones de los grupos armados les daba la sensación de que se sintieran controlados, por eso cuando no los enfrentaban con palabras y miradas contundentes en espacios públicos, hacían centenares de banderas para protestar en las calles, sobre todo por los asesinatos de los líderes y lideresas sociales, en particular porque en alguna ocasión que mataron a un líder reconocido en la zona, Isaac sabía que él y otro compañero eran los siguientes en la lista y fue por medio de la protesta pacífica y la resistencia colectiva que lograron dilatar estos crímenes.
La violencia exacerbada en este territorio del Cauca contra las personas LGBT no sólo se agravó con la presencia de actores armados, si no que la sociedad legitimaba estas violencias. Isaac evoca sus años de la infancia en Timba, y cuenta que la gente rechazaba a las personas LGBT, que en Santander de Quilichao al menos había un reconocimiento de sus orientaciones e identidades y no una serie de violencias perpetradas por las acciones discriminatorias de la sociedad. Él recuerda el caso de un niño de 12 años con una orientación sexual diversa, y que acabó con su vida por decisión propia, debido a las continuas agresiones y exclusiones que vivió.
Con la presencia de las disidencias de las FARC en su territorio, Isaac dice que no se puede confiar, que esta nueva reconfiguración de grupos armados lo mantiene en una sensación de alerta constante, porque continúan habiendo masacres y asesinatos a líderes y lideresas sociales. Aunque con los años Isaac se ha capacitado en derechos humanos de personas LGBT y como periodista se ha formado cada vez más en las oportunidades que se le presentan, él evidencia que su liderazgo y los procesos colectivos que ha acompañado se han hecho solos, pues la relación de la institucionalidad con la población LGBT es casi que inexistente y la respuesta del Estado ante al situación de las víctimas del conflicto armado se limita a una transacción económica, Isaac afirma que si está registrado en el Registro Único de Víctimas y que sólo ha recibido un par de ayudas financieras, pero nada más, la reparación integral por todo lo que vivió como líder, periodista y persona LGBT no se ha hecho real.
Ahora que reflexiona sobre toda esta historia, piensa que en materia de derechos para personas LGBT el Estado debería brindar apoyos económicos para la creación de emprendimientos, que en su caso bien podrían estar relacionados con los medios de comunicación. A nivel general piensa que estos territorios que han padecido el conflicto de manera directa con todos sus horrores, y aún lo viven es porque no hay presencia del estado y la mayoría son zonas rurales que no cuentan con acceso a servicios básicos. Así las cosas, la ausencia de estos recursos, sumada a la inexistencia de instituciones del Estado los hacen vulnerables ante las ambiciones, crímenes e injusticias perpetradas por actores armados.
Al final de esta conversación que reconstruye la memoria histórica de sus pueblos y lo que ha ocurrido en su vida Isaac acaricia a su gato a quien llama Juan y es prácticamente su familia. Él piensa que aún tiene mucho que hacer como periodista, que seguirá haciendo un periodismo reaccionario, que denuncie y visibilice no sólo a las personas LGBT si no a las comunidades vulnerables y a los territorios olvidados de este país.
[i] Nombre cambiado por seguridad de la persona.
[ii] Tomado de https://centrodememoriahistorica.gov.co/quintin-lame-la-primera-guerrilla-indigena-de-latinoamerica/
[iii] Tomado de https://semanarural.com/web/articulo/el-naya-violencia-en-valle-y-cauca/583
[iv] Tomado de https://rutasdelconflicto.com/masacres/buenos-aires-2001
[v] Tomado de https://rutasdelconflicto.com/masacres/buenos-aires-2010
[vi] Tomado de https://rutasdelconflicto.com/masacres/el-naya