02 de mayo de 2021: Arenal es un municipio que queda al sur del Bolívar, cuyo territorio se extiende desde la Serranía de San Lucas, en el sur, hasta la zona pantanosa del Cerro de Gómez en la Vereda Sereno en el norte. Es un municipio que históricamente ha vivido el conflicto en su territorio, pues en la madrugada del 2 de octubre de 1999, paramilitares del Bloque Central Bolívar[i] asesinaron a más de 8 campesinos en la zona urbana de Arenal, el hecho ocurrió luego de que paramilitares ingresaran a la zona el 4 de septiembre del mismo año y aún se desconoce el nombre de las víctimas.
Esta fue una de las numerosas masacres ocurridas en esta zona donde el ELN y las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia, que se disputaron el territorio del sur de Bolívar. Se calcula que entre 1996 y 2005 más de 2000 personas fueron asesinadas en esta zona del país, de acuerdo con informes de la Fiscalía. La mayoría de estos actores armados ejercieron un control en el territorio no sólo para instaurar sus negocios ilícitos si no también obtener el control de la minería, de los puertos del Rio Magdalena y comenzar los cultivos de Coca.
Entre este ambiente de tensión creció Amanda Márquez, una joven afro, hija de un hombre negro y una mujer blanca y rubia de ojos claros. Amanda desde los 8 años supo que le gustaban las niñas y desde entonces se reconoce como una mujer lesbiana y afrodescendiente, en homenaje a la diversidad que corre por su piel y por sus venas.
Contrario a lo que se espera al contar su orientación sexual a su familia, siempre tuvo el apoyo de su mamá; pero su papá al principio se resistió a aceptar su forma de amar, pero con el tiempo cambió de opinión. En cuánto a la comunidad, que tampoco manifestó alguna actitud agresiva hacia ella directamente, porque de todas maneras cuando Amanda tuvo sus primeras parejas y salía a la calle con ellas tomada de la mano sentía que todas las miradas se clavaban en ellas y que las personas susurraban comentarios poco agradables sobre su sexualidad.
A finales de los 90 la presencia de actores armados en el Arenal se incrementó, aunque eran vistos con respeto y había un trato cordial entre ellos y la población civil, hubo dos hombres en particular pertenecientes a los “paras” que empezaron a perseguirla a ella y a su pareja de ese momento. Uno de ellos no la agredió pero el otro se obsesionó con la idea heteronormativa de que el amor entre dos mujeres no es posible y lo consideraba una aberración. Por eso un día mientras Amanda caminaba por el pueblo, precisamente en una zona boscosa. sintió que algo la mirada, aunque al observar por el rabillo de ojo no pudo detectar que era, pero justo antes de que el hombre paramilitar la interceptara un soldado que ya había notado que ella corría peligro le advirtió de la presencia de su agresor.
Amanda, en vez de sentir miedo, sintió rabia, para entonces era una adolescente y horas después de que esto paso se lo encontró en una cantina del pueblo departiendo con una amiga suya. En ese momento la ira que sentía al ver que un hombre integrante de un grupo armado la había amenazado a ella y a su parejas se le reflejaba en su mirada, porque según él en su delirio patriarcal las mujeres deben ser cosificadas y un objeto para el disfrute masculino, en particular porque nunca antes nadie la había cuestionado su sexualidad o la había hecho sentir mal por la mismo. Fue así como enfurecida enfrentó a su agresor, pero no encontró mayor respuesta que la de un tipo borracho dejándose llevar por sus impulsos instintivos.
Ella siempre fue una chica reaccionaría, sólo hizo la primaría porque sus compañeros solían acosarla, Amanda no recuerda exactamente porqué, si por su color de piel o su orientación sexual, pero ella nunca se dejó de nadie, fue muy firme frente a cualquier agresión y supo ponerle límites a quienes se metieran con ella. Por eso desde muy niña prefirió dedicarse al trabajo del campo, a cercar fincars, abrir huecos, recoger frutas, cultivar e incluso en medio de la necesidad de obtener un ingreso propio trabajó cultivando y raspando coca.
Desde muy pequeña vio frente a frente a la guerra. Recuerda que hace diez años, en el 2011, la guerrilla sacaba a las personas de sus casas con el objetivo de que vieran como asesinaban a otras personas del pueblo, dichos hombres y mujeres eran quienes habían cuestionado o desobedecido sus órdenes. Esta era una estrategia bélica para sembrar terror en la población y mantener su régimen autoritario basado en el miedo y la represión. Por eso Amanda tomó la decisión de alejarse de su territorio y paso esos años en Montecristo y Granada, Sucre, por miedo a perder su vida. Aunque ella no lo considera desplazamiento forzado, lo fue porque el miedo la motivó a salir huyendo del lugar que conoció como su hogar.
Entre esos enfrentamientos que alguna vez presenció Amanda, las agresiones no sólo provenían de actores armados ilegales, si no de la fuerza pública, porque un policía disparó a quemarropa a un joven y nadie lo auxilió. Incluso dicho crimen quedó en la impunidad pues la persona quien disparó contra el civil al parecer no recibió ninguna sanción por eso y todo quedó como una confusión.
Aunque en el Arenal las personas LGBTI no tienen ningún tipo de censura en los espacios públicos, según lo describe Amanda, pues pueden salir con sus parejas y expresar su afecto sin ningún tipo de recriminación, la presencia de grupos armados retrasó, limitó y eliminó los espacios colectivos y la posible organización de personas LGBT en movimientos políticos y de activismo.
Una de las afectaciones causadas por el conflicto armado en Amanda fue su salud mental, ya que además de la tentativa de feminicidio que vivió en su adolescencia también lo fue el ser testigo directo de amenazas y agresiones hacia otras personas de su pueblo, porque aunque logró salir de allí una sensación de alerta y paranoia la acompaña todo el tiempo, como si siempre tuviese la sensación de que algo malo va a suceder.
Amanda Márquez actualmente vive con su pareja en el Arenal y con su hija. Como víctima de desplazamiento forzado y tentativa de feminicidio con razón de su orientación sexual ella recalca que el apoyo de sus amigos fue fundamental para salir de su pueblo y empezar de cero en Sucre. Comenzó trabajando en lo que le saliera y no denunció por miedo a que tomaran represalias contra ella, pero también por resignación ante la inoperancia del sistema judicial colombiano. Pese a que pasó su documentación para ser registrada en la Unidad de Víctimas nunca obtuvo respuesta, más que la generación de un Sisbén, que le permite contar con gratuidad en el acceso al derecho de salud.
Cuando ella reflexiona sobre los hechos ocurridos en su pasado y los avances en el cumplimiento de los acuerdos del Proceso de Paz, desea que lo que vivió ella no le pase a nadie más. De ahí que considere fundamental contar su historia y la de su pueblo para que nadie más la repita, como también recuperar ese tiempo de comunidad, de fiestas municipales y de la tranquilidad rural que se vive en el Arenal, un pueblo tantas veces violentado por la guerra, pero que se reconstruye una y otra vez frente la adversidad de un conflicto, que a veces pareciera nunca acabar.