05 de julio de 2021. Los días 24, 25 y 26 de junio en Caribe Afirmativo nos encontramos con líderes, lideresas y colectivas LGBT de distintos territorios del país, tales como: Arauca, Caquetá, Cauca, Cesar, Casanare, el Sur de Bolívar y el Magdalena Medio. Durante tres días conversamos sobre palabras que hacen incidencia en su activismo y organización, sobre la noción de paz y aprovechamos el encuentro para construir memoria a través del arte y la expresión oral.
El primer día a través del juego y de actividades psicopedagógicas discutimos temas relevantes en sus historias y territorios, por ejemplo, como sus luchas se han visto afectadas por el conflicto armado y las situaciones de violencia que aún persisten en sus regiones. A su vez este espacio fue un intercambio de experiencias constante entre personas de distintos territorios, ya que estuvimos en continua reflexión sobre los patrones de violencia que coinciden o distan en ocasiones en las diferentes regiones del país.
No obstante, fue el arte y la música el protagonista de esta jornada, porque en el segundo día de nuestro encuentro a través de un pequeño taller de composición y sensibilización hacia la música tradicional o aquella sonoridad que identifica a cada persona o idiosincrasia del municipio ellos y ellas compusieron una canción con aquellas palabras que identifican sus subjetividades, como resistencia, libertad, sueños, amor, entre otras.
Todo esto fue gracias a un taller orientado por Orito y Jenn del Tambo, pertenecientes a la Red de Tamboreras de Colombia, en que, a través de la composición sonora y una breve y clara explicación sobre las rimas, los sonetos y la creación poética que antecede a la creación de la canción se logró componer una canción titulada “Aquí estoy yo”, que narra sus sentimientos, resistencias, luchas e historias de los colores LGBT que opacó el conflicto.
Gran parte del segundo día se dedicó a la composición de esa canción, a que ellos y ellas explorarán sus sensibilidades y recordarán las bandas sonoras de su vida y pensaran en esas palabras claves, versos y metáforas que condensan su resistencia en su región, su habilidad de amar en libertad y libres de prejuicios en cada uno de sus territorios. De igual manera este segundo día finalizó con ejercicios de confianza frente al mar, lo cual posibilitó interiorizar sobre sus relaciones interpersonales no sólo con sus familias y parejas, si no con las personas que tejen colectividad, organización y equipo en el accionar político y social en los municipios donde hacen incidencia.
Durante el último día se dialogó sobre la amistad y se evidenció que la sensación de seguridad o el confiar ciegamente en el otro se quebró como consecuencia de la guerra, que es muy difícil reconstruir estos lazos en el territorio, aunque se coincidió en que las relaciones fraternas y generar prácticas de cuidado y autocuidado también son formas de protegerse en colectivo. Además, acciones tan sencillas como estar pendiente de la salud de sus compañeras o compañeros o ser empáticos ayuda a cultivar relaciones interpersonales basados en el respeto y la amistad, a pesar de la complejidad de sus realidades.
Finalmente, como esta jornada se dio en el marco del mes del orgullo LGBT se invitó a que desde el arte cada uno conectara con su territorio, el poder de la bandera arcoíris y dibujara un símbolo que representara sus luchas, para luego plasmarlo en una camisa y que esta fuese su emblema en la pequeña marcha por el Orgullo que haríamos después en las instalaciones del lugar donde sucedió el encuentro. En este ejercicio artístico de nuevo la música se hizo presente ya que a través de instrumentos representaron sus territorios, por ejemplo, el arpa llanera con cuerdas de colores que identifica el joropo y en consecuencia a Arauca, el tiple llanero acompañado de una bandera trans o el acordeón arcoíris que representa el vallenato típico del Cesar y el Magdalena.
En algunos casos fue aquello que alude al patrimonio como lugares turísticos y de iconografía cultural, como la torre del reloj de Popayán intervenida por el azul, rosado y blanco trans, o los puentes y ríos de colores o incluso aquellas coronas indígenas con tocados de plumas propias del Caquetá. Por territorios cada uno describió su creación y aunque puede que hubiese una uniformidad en las camisetas se resaltó como sus vidas y activismos dan un aporte esencial a su región, es decir, aludiendo a la metáfora de que los colores enriquecen los valores culturales de cada uno de los lugares donde provienen las personas que integraron este evento.
Durante la marcha final donde se cantó a viva voz la canción “Aquí estoy yo”, compuesta el día anterior en el taller de sensibilidad musical y arengas sobre la resistencia LGBT y la reivindicación de las palabras “marica”, que más que un insulto es una palabra que significa orgullo, el orgullo de ser, sentir y amar en libertad. Para finalizar se dieron palabras de agradecimiento y sobre todo de los aprendizajes, experiencias y recuerdos que fabricaron estos tres días de encuentro que fortalecieron sus liderazgos en sus regiones y además tejieron red a nivel nacional entre ellos y ellas.
Para Caribe Afirmativo estos escenarios son esenciales para el intercambio de subjetividades, para la escucha, el diálogo y los ejercicios de confianza tanto entre las personas que integran las colectivas LGBT como para generar conexiones a nivel nacional y conformar red que posibiliten una resistencia nacional y movimiento LGBT que surge desde el común denominador de las víctimas LGBT, que es el conflicto armado, pues es desde lo colectivo es que se resiste, se hace incidencia y se logran transformaciones sociales.