2 de septiembre de 2021. En la lengua awá, Wacha traduce La verdad y significa sinceridad, confianza, es una palabra que se dice desde el sentir, el corazón y la espiritualidad. Esta compromete desde lo que se piensa hasta lo que se siente, y debe pronunciarse con lealtad pues es una expresión de mucho respeto y confianza. Decir Kurisia jarayu, en lengua Embera chamí, es decir El pensamiento como lo más cercano a la verdad. En lengua palenquera, Chitiá kujuisio traduce La verdad, que significa el orden y el principio máximo del respeto, procurando hablar con sinceridad plena ante el otro. Tradicionalmente, la verdad ha permitido resolver conflictos internos. El pueblo Yanacuna (o Yanacona) relaciona la verdad con hechos colectivos porque lo que afecta a una persona, las afecta a todas.
Estos significados, colgados en cuadros simples con palabras profundas, están en la sede de la Comisión de la Verdad, donde el 25 de agosto del 2021 surgió una confluencia de vivencias sobre la construcción de paz en Colombia. Al edificio de la Comisión, en el centro de Bogotá, llegamos distintas organizaciones sociales del país para darle espacio al Encuentro nacional de experiencias de convivencia ¡Más razones para creer!, organizado por la Comisión y que tuvo como objetivos: 1. Profundizar en el valor, las lecciones y las claves que dejan las experiencias de convivencia para la vida, la paz y la democracia. 2. Analizar los retos actuales del contexto en relación con la continuidad y la repetición de las violencias (en el marco del conflicto armado) que amenazan gravemente la vida, la paz y la convivencia, y extraer recomendaciones para la no repetición. 3. Construir una narrativa y unos mensajes claves para movilizar a la sociedad hacia un compromiso y acción a favor de la vida, la paz y la convivencia democrática.
Para esto, desde el centro de la ciudad, pero recordando a todas las periferias, Caribe Afirmativo se ubicó en un espacio con el propósito de dialogar sobre la estigmatización y el reconocimiento de la diferencia. Allí, personas con OSIGEG diversas, mujeres, víctimas, reincorporados de grupos armados, líderes y lideresas, pusieron a circular la palabra en torno a las acciones clave y los retos para la convivencia en un país que no para de arder por la guerra. Quienes participamos tuvimos presentes las verdades y las experiencias que han sido puerta para luchar y resistir en la multiplicidad de formas personales y colectivas. Verdades que atraviesan cuerpos y existencias, y que impulsan a preguntarse constantemente ¿Cómo superar la estigmatización, la discriminación, la violencia por prejuicio en el contexto actual del país? ¿Cómo convivir entre las diferencias? ¿Cómo lograr que el conflicto armado y socio-político no siga repitiéndose?
Las respuestas, que resultan tan contundentes y al mismo tiempo tan frágiles e inacabadas, serán siempre colectivas, así como su materialización. Para aportar a esta construcción, en este encuentro se plantearon varios llamados a la acción con el que se conformará un Gran Acuerdo por la Convivencia, el cual será presentado a todo el país el 8 de septiembre de este año en la Semana por la Paz. Estos llamados que contienen acciones, principios y argumentos son un compromiso con la defensa de todas las formas de vida, con el reconocimiento de la diversidad y con la ruptura de todos los tipos de violencia. Este Acuerdo nos invitará a movernos desde la pluralidad que somos, a acoger la verdad, a sanar el dolor y a transformar las relaciones, porque todas las personas y las organizaciones sociales que allí estuvimos, creemos que la verdad, la convivencia y la paz son posibles.