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El miedo de las personas LGBT tras la pandemia 

La pandemia dejó en evidencia las brechas de desigualdad, donde la población LGBTIQ+ no solo vulnerable en el impacto económico, sino también ante múltiples formas de estigma  social y discriminación.

Foto: Jorge Núñez. EFE.

30 de marzo de 2023. El miedo ha sido una manifestación imperiosa del poder que ha contribuido a controlar  y poseer decisiones y comportamientos de las personas en la vida cotidiana. Una  representación de ello, tiene que ver con la superposición de noticias o formas de  alarmar a la ciudadanía que utilizan los medios de comunicación sobre situaciones  que si bien, generan tensión, no deberían desbocar en la privación de las libertades. 

Pensar en el miedo y las libertades en la pandemia por COVID-19 fue quizás el lugar  más complejo para las personas con orientaciones sexuales, identidades y  expresiones de género diversas. El miedo apareció en las casas, en las familias, allí  donde para muchos y muchas el ocultamiento de las orientaciones  sexuales y expresiones de género significó incluso una gran forma de permanecer  bajo techo, pero precisamente fue también el lugar donde acrecentaron las violencias  hacia las personas LGBTIQ+  

En el contexto de las personas LGBTIQ+ en el marco de la pandemia por COVID-19, el  miedo infundido tuvo relación con los rumores generados sobre la supuesta  propagación rápida del virus en los cuerpos sexualmente diversos y en cuestionar las  formas de relacionarse como si estas fueran directas responsables del contagio o  variación del virus. Así mismo, los efectos de dichos imaginarios motivaron la  aparición de prejuicios que pusieron en cuestionamiento las experiencias de vida de  las personas LGBTIQ+ e incluso lecturas de la otredad como aquella que me pone en  peligro.  

En ese sentido, leer la otredad desde una posición de peligro posibilita la reafirmación  de imaginarios e ideas que no corresponden a la realidad de los sujetos. Lo que  permite reflexionar sobre si efectivamente las sensaciones experimentadas tienen  que ver con un asunto propio o si, por el contrario, están mediadas por la precaución  frente a las experiencias de vida o comportamientos que los otros pueden ejercer  sobre sus vidas, en otras palabras, eso que incomoda. 

Pero ¿Incomodar a quién? Incomodar a aquello que intenta someternos al miedo, a  ese que tras la pandemia nos encerró, pero no solo hacia un lugar físico, no solo a  nuestras casas, con nuestras familias, sino al ocultamiento, a ese lugar al que nunca  pensamos volver, por ello el miedo entonces, se convierte en un mecanismo de  contrariedad y en algunos casos de defensa; un cuerpo que se siente atemorizado  percibe las realidades y el entorno de una forma predeterminada, como una reacción  casi que automática frente a situaciones de peligro. 

La pandemia del Covid-19 dejó en evidencia las falencias de los Estados del mundo,  las brechas de desigualdad cada vez más visibles, dejando a la población LGBTIQ+  no solo vulnerable en el impacto económico, sino también múltiples formas de estigma  social y discriminación, pero al mismo tiempo enfrentarse a una lucha contra aquellas  consecuencias, contra la violencia, la exclusión y el prejuicio. El miedo no será más  una excusa u opción para volver, el miedo nos hizo y nos hará libres.