21 de octubre de 2020. Hoy es un día significativo para la erradicación del reproche social, en consecuencia, para el reconocimiento de los derechos de las personas LGBT. Mediante el largometraje del cineasta, Evgeny Afineevsky, se conocieron palabras del Papa Francisco, máxima autoridad de la iglesia católica sobre el lugar de la comunidad LGBTI, este manifestó: ” los homosexuales tienen derecho a ser parte de la familia” donde agregó “son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello”.
Estas afirmaciones se acompañan del incitamiento de crear leyes que garanticen el uniones civiles entre parejas del mismo sexo/género, en razón a la necesidad de desprotección legal y en múltiples entornos sociales y culturales. Las declaraciones aparecen en “Francesco”, un documental sobre la vida y el ministerio del papa Francisco que se estrenó este 21 de octubre en el Festival de Cine de Roma y se estrenaría en América del Norte este domingo, al mismo tiempo, el Papa toca temas sobre los migrantes y refugiados, los pobres, su trabajo frente al tema del abuso sexual por parte de clérigos, el papel de la mujer en la sociedad.
Es importante tener en cuenta que este anuncio significa un golpe certero a los convencionalismos de la Iglesia Católica, evidentemente, una manifestación de la transformación ideológica de una institución, en la cabeza sumo pontífice. Antes de ser elegido, Francisco fue arzobispo de Buenos Aires, en aquel momento frente a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina, el entonces cardenal Jorge Bergoglio llamó al hecho un “ataque destructivo al plan de Dios”.
Sin lugar a dudas, estas nuevas afirmaciones realizadas por el Papa Francisco traen consigo una realidad innata y discutida desde hace años: la separación del Estado y la Iglesia. Aunque, sea un tema controversial, notablemente el representante de la Iglesia deja constancia de la necesidad de establecer limites en los principios de una moralidad asociada a la religiosidad y los conferidos a los seres humanos desde el derecho natural, por tanto, inalienables como los derechos humanos. Bajo ese entendido, en una sociedad construida desde la democracia y formada en valores que buscan el reconocimiento del otro desde el amor y la dignidad humana, no es dable que se desprotejan, muchos menos “ser expulsado o sentirse miserable por ello”. En consecuencia, los asuntos del Estado de la órbita de las jerarquías religiosas; de otra parte, los poderes de formulación de las leyes de aquellos que deben aplicarlas. Así como, “despersonalizar” el poder, para atribuirlo a instituciones diseñadas en abstracto.
Por otro lado, este es un momento crucial puesto que una lección aprehendida de esta transformación del pensamiento consiste en el uso del discurso religioso para la aceptación basada en el amor y la tolerancia sobre las formas de ser, de vivir, y sentir, es decir, es posible respetar como se construyen las personas con orientaciones sexuales e identidades de género. Si bien es cierto, la Iglesia Católica NO es la primera iglesia en el reconocimiento de los derechos y la necesidad de protección de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, debido que Universidad Reformada y la iglesia Anglicana se dan el espacio de pensar y articular la fe y la diversidad, de eso hay avances muy significativo.
Bajo ese entendido, NO es aceptable que lideres religiosos y de otros movimientos sigan empleando criterios religiosos y morales para discriminar, incurriendo en falacias y generando prejuicios que obstaculizan los derechos de las personas, a través de la segregación y polarización.
Notablemente, desde el movimiento LGBT somos muy enfáticos en clarificar que la lucha NO es religiosa sino civil, por el reconocimiento de los DD. HH, no obstante, se celebra con entusiasmo estas nuevas afirmaciones de aceptación y del respeto de la diversidad sexual y de género, porque en esta sociedad se necesitan mensaje de busquen el respeto de todos, todas y todes, y se fortalezca el autoreconocimiento de las personas para que vivan plenamente. En varias iglesias entre ellas la Católica, hay grupos internos de personas lgbt que están buscando ganar espacio en sus iglesias, siendo este un argumento para defender la posibilidad de tener un fe religiosa y ser sexualmente diversa.
Según el Superintendencia de Notariado y Registro para el 31 de marzo del 2020 en Colombia se han celebrado 1087 matrimonios de parejas del mismo sexo, de ellos 389 fueron en el Caribe. Está tendencia demuestra el gran compromiso que tienen las personas LGTBI por el ejercicio de los derechos civiles.
Eventualmente, está nueva manifestación toma gran relevancia teniendo en cuenta las dinámicas sociales que se han dado en Colombia por el desconocimiento de los matrimonios civiles por algunos operadores de justicia motivados por sus criterios religiosos. Claramente, las religiones y los credos religiosos deben ser respetados y requieren una protección, porque hace parte de la autonomía personal y de los pueblos, empero, esto nos deben ser excusa para excluir, segregar y disminuir los derechos de las personas.
Cómo miembros de las personas LGBT guardamos la esperanza que la manifestaciones de la máxima autoridad de la iglesia catolica traiga consigo reformas estructurales de la ideologia de la iglesia Catolica plasmada en documentos permanentes para que se sigan reconociendo valía de las personas, y en vez de retroceder se siga avanzando. Claramente, la esperanza también recae que la promoción de las denominadas uniones civiles por el Papa, implique el reconocimiento pleno de los derechos de las personas LGTB, no solo un “paquete de derechos”, puesto que se abrirá el campo a qué se sigan extendiendose barreras que legitimen la discriminación.