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En los últimos días, los presidentes de la región han declarado la guerra al movimiento LGBTIQ+. El discurso de Milei en Davos, donde los llamó “pederastas”, y la afirmación de Trump en su toma de posesión sobre la existencia de solo dos sexos han abierto la agenda de su cruzada contra la igualdad real. A esta se suman otros mandatarios en el mundo que buscan devolvernos al clóset de la indignidad.
Las recientes declaraciones del presidente Milei en el Foro Económico de Davos, donde llamo al movimiento LGBTIQ+ promotor de la ideología de género y ha esta la hizo responsable del incremento del delito de la pederastia en el mundo. Esto generó movilizaciones masivas de rechazo a tales acusaciones claramente homofóbicas y transfóbicas que desde la plaza de mayo en Buenos Aires y en otros lugares públicos en más de 16 países. El movimientó percibió que dichas acusaciones no solo son mentirosas, sino que aumentaban los niveles de violencia contra las personas sexo-género diversas en el mundo, por el aumento de los prejuicios motivados por la orientación sexual, identidad o expresión de género diversa y que encuentra en estos discursos de odio las motivaciones para propagar sus prácticas lesivas a las vidas de las personas diversas. Pero ese rechazo contundente no sólo no consiguió una disculpa pública del presidente de Argentina, sino que, luego de ello, salió a decir que eran marchas financiadas por promotores de propagar la ideología de género, que incluso la gente había marchado por dinero o engañada y se reiteró en su argumento que las personas lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex y no binarias con sus prácticas “en extremo” promueven el delito de la pederastia y ponen en riesgo a la niñez y la familia.
De la misma manera Trump, en lo que será su alocución más importante y escuchada en el mundo –su posesión—, determinó la existencia de sólo dos sexos y la negación total al género y su reconocimiento, dando inicio a unos días que con cuatro decisiones ejecutivos fallo 17 normativas que, de un momento a otro, dejaron sin sustento los derechos de las personas trans y no binarias en ese país y en el mundo entero por su nivel de cooperación. Este discurso que han enarbolado estos dos líderes en su ejercicio político, les es común con otros mandatarios del mundo, de izquierda y derecha, que se inscriben en el autoritarismo, populismo, la economía liberal e incluso en el comunismo, para proponer unas formas de gobierno que desde una orilla u otro ponen en jaque la democracia, que tanto se ha esforzado por garantizar la igualdad, libertad y bien común. Esa es la constancia de que hoy está más vivo que nunca el fascismo como práctica política y que quienes lo lideran han enarbolado las banderas contra la diversidad sexual y de género como una de sus campañas clave de posicionamiento, al lado de la persecución a la lucha de las mujeres, la conquista de los derechos sexuales y reproductivos y el reconocimiento de los pueblos originarios con base a un comunitarismo basado en el control de los cuerpos y la limitación a la autonomía personal por el privilegio al sofisma de soberanía estatal y la validez de la vigilancia y prohibición como mecanismos de relación entre los gobiernos y las sociedades, que es la mejor expresión de totalitarismo.
El fascismo tiene un uso político promovido por el totalitarismo, que tuvo su caldo de cultivo en la extrema derecha, que ve como peligroso todo proceso participativo y con vocación de integración, busca construir una sociedad de desigualdades donde hay superiores e inferiores y valida el uso de la violencia contra quienes se consideran enemigos de las formas de vida que se pretenden establecer. En él han contribuido actores políticos, militares y corporativistas con el propósito de fortalecer el autoritarismo con ínfulas mesiánicas y que no permite la oposición. Luego del nacismo, que ha sido la expresión más inhumana de la historia reciente, el fascismo —que es su reinvención luego de la segunda guerra mundial— con el falso dilema de controlar con autoridad, es un vehículo que busca echar atrás las conquistas de los derechos humanos y la inversión social. Allí la patria es más importante que las personas y el rango de superioridad de la autoridad, le llevan a pretender imponer por la fuerza sus convicciones. Prueba de ello es que en la Alemania nazi, los asesores de Hitler, cuando ya perdían la guerra, por falta de hombres armados, le propusieron que si corregía con fuerza la homosexualidad, conseguiría nueva, vigorosa y joven manos de fuerza para fortalecer al ejército. Ello le condujo a llenar en la última etapa de los campos de concentración, de gais que con torturas y marcados con un triángulo rosa, buscaban ser reformados o aniquilados.
70 años después estas prácticas violentas de gobernar, se consolidan en el mundo, investidos con la modernidad que les da el liberalismo económico, pero con las mismas expresiones de violencia, articulando un escenario donde la ciudadanía tiene miedo de que su autonomía y el deseo de un proyecto de vida autónomo le cueste la vida. Esto, entre un discurso que, por provenir de la autoridad, está cargado de legitimidad, así su propósito sea discriminador y excluyente. En este, amplios sectores, mayoritariamente privilegiados por el sistema, con proyectos hegemónicos, siente legitimidad de sus expresiones de desprecio, subordinación y humillación para quienes consideran diferentes.
Esto da lugar al escenario perfecto de naturalización de la violencia como un ejercicio legítimo del Estado, donde la dificultad, el desadaptado al que hay que aniquilar es a quien recibe la violencia y no el hecho en sí, y las causas que alimenta a quien la propicia. En este escenario, el fascismo ha graduado a las personas diversas como el enemigo que hay que quitar de en medio por que su demanda es degenerada y provoca un problema social. Todo ello, liderado por un discurso popular de quien ostenta el poder, para quien cada palabra es una agresión y la agresión se materializa en violencia física, verbal y simbólica. Los fascistas van diciendo y haciendo cosas que se llevan por delante la vida de la gente, promoviendo el odio generalizando la persecusión de todo lo que suene diferente e interpele.
La expresión más clara de que existe el fascismo es la percepción de un ambiente de miedo y ese es el escenario más antidemocrático, pues ni la igualdad, libertad y solidaridad son posibles, pues se cambian por segregación, presión y división. Dividiendo las sociedades, entre malos y buenos, ellos y nosotros, donde ellos se creen legitimados para acabar con nosotros, donde nosotros tenemos miedo de lo que nos puedan hacer ellos con un discurso que legitima su violencia, llenando espacios de símbolos y expresiones que propagan su desprecio por nosotros y lo peor, en su imaginario que están en lo correcto, los posiciona como líderes por exterminar la diversidad y hacer de la aniquilación algo normal. Pero en esta campaña de desprecio a la diversidad sexual y de género Argentina no está sola. Es muy recurrente en los últimos años de los gobiernos populistas. Por ejemplo, estos cuatro casos:
En Nicaragua, la mayoría de activistas LGBTIQ+ han huido del país, y quienes se han quedado han sido capturados bajo el cargo de “inmoralidad”, lo que ha dejado al movimiento en un estado de orfandad y zozobra. Daniel y Rosario Ortega han promovido la persecución contra lideresas y líderes LGBTIQ+ de este país centroamericano. Aunque en su círculo cercano hay personas sexo-género diversas, han prohibido las manifestaciones, los procesos de organización y las iniciativas impulsadas por la agenda de la diversidad sexual y de género. Además, han amenazado a los liderazgos de las pocas organizaciones existentes y a sus familias, les han negado el registro legal y han restringido el acceso a cooperación internacional para su fortalecimiento. En los últimos años, organismos internacionales han documentado más de 70 presos políticos LGBTIQ+, quienes han sido víctimas de tortura física y psicológica, así como de lesiones y daños físicos. Las mujeres trans, en particular, sufren violencia sistemática por parte de agentes del Estado, son retenidas ilegalmente y, en su privación de libertad, enfrentan altos riesgos al ser recluidas en cárceles de hombres, donde han sido revictimizadas, con estos abusos presentados como “heroísmo” por parte del servicio policial.
En Venezuela, a inicios de 2023, se hizo célebre la captura de un grupo de hombres gais en un espacio de homosocialización, quienes fueron criminalizados y perseguidos abiertamente por su orientación sexual, tratándolos como si fueran una banda criminal transnacional. El fiscal general, Tarek William Saab, ha calificado las identidades trans como “aberraciones humanas” y ha encabezado detenciones ilegales de hombres gais en lugares de esparcimiento, exhibiéndolos públicamente como si fueran delincuentes. En eventos internacionales, su despacho ha descalificado la lucha del colectivo LGBTIQ+, tachándola de “agenda internacional que tiene que ver con lo transgénero, lo transexual y lo transespecie”. Ha afirmado que, por orden del presidente Maduro, se han implementado programas para “combatir estas aberraciones humanas” y ha vinculado las identidades trans con la “traición moral, espiritual y mental”. En un discurso, incluso afirmó que las personas trans formarían parte de un supuesto “nuevo orden mundial” que, según él, busca la legalización de la pedofilia.
En El Salvador, el actual presidente, quien en su época como alcalde de San Salvador promovió compromisos heredados de los Acuerdos de Paz, ha cambiado radicalmente su postura tras llegar al poder, impulsando un discurso de odio contra las personas LGBTIQ+. Ha perseguido especialmente a las personas trans y no binarias, desmantelando programas del Ministerio de Cultura y persiguiendo a sus funcionarios tras apoyar un espectáculo cultural trans, acusando a las instituciones gubernamentales de promover la llamada “ideología de género” y de poner en riesgo a las familias. En consecuencia, ha prohibido de forma arbitraria actividades educativas y culturales con contenido de diversidad sexual y de género. Ha sido tajante en eliminar de los espacios educativos cualquier material relacionado con estos temas y ha desmantelado entidades gubernamentales dedicadas a esta población. Una de sus últimas decisiones fue el despido masivo de 300 funcionarios del Ministerio de Cultura en junio de 2024, acusándolos de promover acciones “incompatibles con la visión de su gobierno”. Además, ha declarado que “El Salvador es provida y profamilia tradicional” y que la agenda 2030 “no tiene cabida” en su administración.
En Costa Rica, el país que más había avanzado en derechos de diversidad sexual y de género en Centroamérica, el presidente Rodrigo Chaves derogó la figura del Comisionado LGBTIQ+ la semana pasada. Asimismo, anunció el inicio del desmantelamiento del decreto que establecía la política para erradicar la discriminación contra las personas LGBTIQ+ en las instituciones del Estado y prohibió el izado de la bandera arcoíris en lugares públicos. Su justificación fue: “Dios nos hizo uno en diversidad, y esa es la única diversidad que celebramos. Necesitamos volver al camino correcto”. También ordenó la suspensión inmediata de las guías educativas sobre salud sexual y salud reproductiva del Ministerio de Educación. Estas medidas han sido impulsadas y respaldadas por grupos ultraconservadores que han permeado la política costarricense y la de países vecinos, con el objetivo de revertir los avances logrados, especialmente tras la implementación de la opinión consultiva sobre diversidad sexual y de género que Costa Rica presentó ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y que comenzó a aplicarse en 2015.
En un show de esos que suele hacer la Casa Blanca, esta semana, para justificar el desmonte de la cooperación –USAID— pusieron cuatro ejemplos de lo que la rígida funcionaria llamó “corrupción”; 2.5 millones de dólares para promover la diversidad en Serbia, 70 mil dólares para apoyar un musical LGBTIQ+ en irlanda, 47 mil para promover la presentación de una ópera trans en Colombia y 32 mil para un Comic trans en Perú. Parece que entre los miles de millones de la cooperación solo vieron las pequeñas inversiones (proporcionalmente hablando) que dieron a la agenda de la igualdad. Tal información luego fue corroborada como falsa, pero alcanzó a hacer daño. Fortalecer la campaña fascista contra los derechos de las personas sexo género diversas en el mundo que hoy tiene miedo de esta nueva persecución, pero la imposibilidad de pensar que volverán al closet les impulsó a llenar las calles y reclamar en redes sociales respeto por su vida y exigir a los gobiernos que nuestros derechos no son negociables. Y claro, preocupa el espacio que se abre en escenarios de altísimo poder, pues, como decía Bertrand Russell el fascismo, primero fascina a los tontos y luego amordaza a los inteligentes.
Wilson Castañeda castro
Director
Caribe Afirmativo