Editorial

El enfoque de género es el camino que debe transitar la implementación del acuerdo de paz

4 de octubre de 2020. La discusión desafortunada, que hace cuatro años se dio en el marco del plebiscito que manipuló al electorado en Colombia para votar NO en la validación de la firma del acuerdo de paz, giró, sobre todo, en torno a tres temas: a) la negativa a que miembros de las FARC participaran en política sin resolver sus asuntos pendientes con la justicia; b) la falta de interés de los sectores ganaderos y especuladores del campo frente a la reforma rural integral; y c) la presencia del enfoque de género en el acuerdo, primero de este orden en un acuerdo de paz en el mundo, que buscaba responder a la evidencia de los efectos desproporcionados del conflicto motivados por el género. Este último fue fruto de la participación de los colectivos de mujeres y LGBTI, que convocaban a revisar y reparar esos efectos diferenciadores de la guerra, que naturalizaron y perpetuaron el machismo y el patriarcado como prácticas de autoridad y gobierno, la violencia basada en género como acciones de confrontación que marcaron los cuerpos abyectos, y la urgente superación de la invisibilidad de las mujeres y la feminidad en los territorios, donde todo estaba siendo copado por hombres quienes promovían prácticas sistemáticas de violencia física, verbal y simbólica contra ellas.

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