6 de Noviembre de 2021. Después de 14 años viviendo en Venezuela, Steven José Moreno se vio obligado a abandonar familia, amigos, sueños e incluso, su gran pasión, el baile, todo a raíz de la crisis económica y social que vive hace varios años su país, viéndose precisado a migrar del lugar donde había vivido días felices de su infancia y adolescencia. Llegó a Colombia en 2017, donde ha sobrevivido gracias a su seguridad y confianza en un futuro mejor.
“Yo migré por la situación económica de mi país; la falta de alimentos, educación y estabilidad. Yo desde muy joven me he proyectado y las oportunidades que necesitaba para crecer personal y profesionalmente no las encontraría en Venezuela”, menciona.
Con 19 años, Steven ha soportado el dolor de dejar atrás su tierra y el desafío de llegar a un país diferente que pronto se convirtió en su nuevo hogar. “Aunque Colombia siempre fue el país donde quise migrar, porque lo conocí gracias a mi familia, aún extraño Venezuela. Siento que falta un pedazo de mi ser, pero debo entender que este es el precio que tuve que pagar para buscar una vida mejor lejos de mi país”.
Radicado actualmente en Cartagena, capital del departamento de Bolívar, este joven venezolano cuenta que el baile le ha permitido integrarse con la cultura colombiana y conocer no solo a otros migrantes sino hacer nuevas amistades que han ido perdurando con el tiempo. “Bailar es una manera de expresarnos. Podría decir que es expresión en movimiento, ya que con ella puedes comunicar sentimientos y sensaciones. Cuando bailo me desconecto de las preocupaciones y sufrimientos del día a día, puedo ser yo”.
Cuenta que al principio adaptarse a ciertos ritmos y géneros que se bailan en Colombia fue complicado, por lo cual, tuvo que dedicarse durante días a aprender sobre las expresiones artísticas que le permitieron aplicar a un grupo de baile en la Heroica. “La dedicación y el empeño que he puesto para aprender nuevos bailes me ha permitido sobrevivir a las adversidades sociales que han surgido con el tiempo. Ser migrante venezolano no es fácil, se sufre discriminación. Pero el baile me ha llevado a salir adelante”.
Por otra parte, Steven destaca que el baile puede convertirse en símbolo de resistencia para la población LGBTI, “Cuando nos movemos hacemos que el mundo nos vea tal y como somos. El arte nos lleva a conectarnos con lo que sentimos, es una manera de resistir y decir que estamos inconformes y queremos una transformación. Además, puedo gritarle al mundo: Soy gay y no me importa lo que digan los demás”, expresa.
Así pues, entendiendo que el arte puede ser un lienzo para el desarrollo personal y comunitario, CARIBE AFIRMATIVO, a través del proceso Casas Afirmativas del cual hace parte Steven, le ha proporcionado herramientas para mejorar su calidad de vida. Las Casas Afirmativas son espacios de acción e intervención social que se encuentran ubicadas en Cartagena y Medellín que buscan fortalecer acciones de movilidad humana LGBTI+ en las ciudades mencionadas, con el fin de visibilizar las experiencias de diversidad sexual en el proceso migratorio.
Las Casas son espacios amigables y seguros lo que garantiza un entorno libre de prejuicios, xenofobia y violencias hacia personas migrantes y refugiadas LGBT+. Desde su acción con enfoques de género, interseccional, derechos humanos, comunitario y de construcción de paz; posibilitan el acceso a derechos, la formación, la construcción de redes de apoyo y la deconstrucción de imaginarios prejuiciosos.
Oriundo de Maracaibo ciudad del Estado de Zulia en Venezuela, Steven señala que ha sido un soporte para su familia y que desde pequeño ha velado por el bienestar de su abuela. “Cuando tenía siete años perdí a mi madre y a los ocho años a mi padre. Así que siempre que salía del colegio ayudaba en una panadería cuya propietaria era mi tía y además en los quehaceres cotidianos de la casa de mi abuela paterna, quien siempre ha estado pendiente de mi”.
Escuchar su historia llena de innumerables anécdotas relacionadas principalmente con su familia, llevaría a pensar que expresar su orientación sexual al interior de la misma fue fácil, pero la realidad es que no es así. Steven solo se sentía seguro y libre con sus amistades.
“Salir del clóset no fue para nada fácil. El único lugar donde podía expresarme libremente era en una academia de baile a la cual yo pertenecía. Yo a veces quería comentarle a mi familia, pero no sabía cómo hacerlo. Un día mi abuela se acercó a mí y nos encerramos en mi cuarto. Me pregunto sobre lo que sentía y si era gay, pero como yo había experimentado mucho maltrato y discriminación, preferí decirle que no. No quería que también ella me rechazara, no me sentí con el valor para contarle”.
Steven agrega que ese mismo día dialogó con una amiga y le narró todo lo acontecido, él no sabía qué hacer y necesitaba un consejo. Recuerda que ella solo dijo: “vas a migrar, vas a estar en otro país, pues allá sé libre sin importar que digan tus familiares. Además, allá nadie te conoce y los que lo van a hacer es mejor que sepan que eres gay”. Aun así cuando llegó a Cartagena las cosas no fueron sencillas. En el colegio al cual ingresó para completar sus estudios fue víctima de violencia por prejuicio y ciberacoso.
Solo hasta el 2019, pudo dialogar con un tío y decirle sobre su orientación sexual diversa. “Yo le tenía miedo, pensé que no me aceptaría. Él comenzó a preguntarme sobre si era gay, si me gustaban los hombres… yo le decía ¡NO!, con lágrimas en los ojos. Él me decía no llores, no te voy a maltratar, yo te voy a apoyar. Así que le dije que ¡Sí! me atraían los hombres. Después mi tío se reunió con la familia y conversó con ellos tratando de hacerles entender mi condición, pero la noticia no fue bien recibida. Todo fue un caos. Mi abuela llegó a decirme: prefiero un ratero en mi casa, antes que una persona gay. Esas palabras aún suenan en mi cabeza, las llevo marcadas en la piel y el corazón. En esos momentos extrañé a mis padres”, recuerda.
Actualmente, su familia ha respetado y aceptado su manera de amar y de ser. “Yo me puedo poner tacones, llevar mi bandera arcoíris y sentirme libre con ellos. La discriminación no es tan fuerte, ellos han ido aceptando como soy”. En esto último, indica que “a través de redes sociales soy muy abierto. Caribe Afirmativo me ha enseñado a aceptarme como soy y no tener miedo de eso. Es grato hoy leer mensajes de viejas amistades de Venezuela que se sorprenden, pero que envían su apoyo desde la distancia y me esperan con los brazos abiertos”.
Hoy, ante el constante flujo migratorio es necesario contar la historia de Steven, que muestra el nuevo rostro de la migración en América Latina y el Caribe. Cientos de miles de personas a lo largo del continente americano seguirán buscando protección, oportunidades, una vida mejor y aportando a la economía y a la sociedad que las recibe. Está en nuestras manos contribuir para que su potencial se desarrolle y sus historias sean alentadoras a pesar del dolor que guardan.
Este artículo fue posible gracias al generoso apoyo del pueblo de Estados Unidos a través de USAID. Los contenidos son responsabilidad de Caribe Afirmativo y no necesariamente reflejan las opiniones de USAID o del gobierno de Estados Unidos.