26 de diciembre de 2021. Llega el fin del año 2021 y en este ejercicio que nos ha convocado a trabajar juntas por el reconocimiento de la diversidad sexual y de género, quiero proponerte una reflexión desde la agenda LGBTIQ+, sus aciertos y desaciertos. Estos 13 años de trabajo de Caribe Afirmativo, de los cuales tanbién has participado, por su hacer comunitario y articulación con la ciudadanía, nos han brindado para nuestro crecimiento personal y de equipo, herramientas para analizar porqué, a pesar de tanto trabajo, perviven fenómenos de desigualdad y opresión.
Nancy Fraser propone mirar las acciones activistas en clave de: distribución, reconocimiento y representación, variables que ante un mundo que agudiza el capitalismo y crea espejismos de igualdad, requiere un ejercicio de agudeza de nuestra parte. Cerrar este año, coincide también, en nuestro territorio, con el ocaso de la democracia creado por prácticas politiqueras que han dejado malherido el bienestar; crisis no solo ética debido el descredito de las instituciones, sino también moral, por la creciente pérdida de confianza de la ciudadanía en seguir buscando sueños y un deterioro del entorno que se refleja en la precarización ecológica, social y cultural del territorio que habitamos.
Este año, en términos sociales y políticos, bajo la excusa de salir de la crisis económica dejada por el COVID-19, pasamos de un neoliberalismo globalizante a uno progresista que quiere asumir como válida la explotación y la marginación de amplios sectores sociales, que finalmente consolidan su interés de mantener una estructura que aliena proyectos de vida y destruye ideales de libertad. Allí la “otra”, como un objeto de consumo, aparece como una más que no me interpela y a la que puedo ignorar. Allí el riesgo de las agendas LGBTIQ+ es que bajo la astucia del neoliberalismo, termine siendo útil en términos del progresismo y le de la patina de aceptación necesaria para una revitalizada hegemonía. Por ello, con un espíritu crítico, es necesario hacer una reflexión desde la apuesta por un reconocimiento no nominal como lo han querido los sistemas “incluyentes de lo LGBTI”, sino estructural que haga preguntas de fondo y convoque a remover problemas de raíz.
De seguro esta reflexión activista nos convocará a un descanso para retomar energías y asumir el año 2022 con un profundo compromiso de seguir luchando contra la opresión, resistir al odio, ocupar el espacio público y poder transformar los escenarios políticos para que este país, implementando su acuerdo de paz con enfoque de género, siendo una comunidad de acogida a la ciudadanía migrante, refugiada y retornada y con una ciudadanía activa en los espacios de decisiones, transformemos en jardines los campos de batalla, abramos surcos, sembremos amor y alcemos banderas de la libertad en la patria de la pobreza.
¡Felices Fiestas!