19 de octubre de 2020. El fenómeno “colonizador”, que cobra vigencia en las reflexiones estos días por la urgente resignificación del 12 de octubre, la importancia de sancionar públicamente a quienes desconocen el poder autónomo de la minga y el recrudecimiento de las prácticas del imperialismo moderno en épocas electorales que valida de formas incalculables las expresiones de neocolonialismo y los múltiples sometimientos a los que nos vemos avocados países y grupos poblacionales dependientes de la economía, nos hace pensar en una tarea pendiente dentro del movimiento LGBTI: el cuestionamiento crítico de las agendas que lideramos, el uso de lenguaje que asumimos y los espacios de incidencia que buscamos permear, que en muchas ocasiones, por lo globalizadas de nuestras acciones, parecen impuestos y no fruto de las necesidades propias de los contextos en los cuales buscamos construir reivindicación desde la diversidad sexual, las identidades y expresiones de género.